En una disertación que dieron ayer en el marco del Tercer Congreso Nacional de Educación, ante la presencia de autoridades del Ministerio de Educación y Cultura y de la Administración Nacional de Educación Pública, los expertos finlandeses en educación Matti Kuorelahti y Aki Ossi Tornberg aseguraron que tienen “confianza en el sistema educativo, en sus docentes y su formación” y esa es una de las “claves” del éxito.
Aki Ossi Tornberg, doctor en educación y consejero del Ministerio de Educación de Finlandia, afirmó su confianza en el sistema que garantiza “la educación universal y libre, con comida para todos, con un sistema de transporte gratuito desde las casas, incluso en las áreas rurales, un sistema que ofrece igualdad de oportunidades; todo el mundo, sea rico o pobre, debe tener las mismas oportunidades desde el vamos”.
Matti Kuorelahti, profesor emérito y ex director del Departamento de Educación de la Universidad de Jyväskylä, aclaró que confían en sus docentes porque pueden trabajar en forma “independiente y autónoma”, gracias a su formación.
Este país europeo destina el 6% del Producto Interno Bruto a la educación: “Creemos que es adecuado y es lo necesario. La educación e innovación son fundamentales, y en la medida en que esa innovación se dé, también va a aumentar el producto nacional bruto”, aseguró el asesor ministerial, y agregó que parten de “un precio unitario por estudiante, que en 2017 se ubica en 6.700 euros”; cada centro educativo sabe que cuenta con ese dinero por alumno, y con eso puede planificar su presupuesto.
Ossi Tornberg resumió las claves del sistema educativo de su país. Para él, lo fundamental, además de la confianza en los docentes, es tener “el énfasis puesto en el aprendizaje y no tanto en la conducción; apoyar en los resultados las inclinaciones más naturales de los alumnos”.
Además, según explicó, las evaluaciones son vistas como “un impulso para mejorar” y se realizan en base a encuestas, sin que lleguen al ministerio datos específicos de cada escuela, para evitar la competencia. Tampoco tienen un sistema de inspección, porque “hay un papel muy fuerte que juegan las escuelas mismas y los municipios”, de los que dependen las instituciones.
La renovación es otro de los factores del éxito del país báltico. Desde la década del 70, cada diez años el Estado actualiza los planes generales de la educación, para mantenerse a la vanguardia, lo que conforma “un proceso de desarrollo [en educación] sólido y continuo”, destacó.
Kuorelahti opinó, por su parte, que la necesidad de cambiar y renovarse “es una ley natural”; “no hay forma de que [un sistema] esté listo para siempre, tenemos que responder a las necesidades del mundo real”, sentenció.
En cuanto a las características de las clases, Ossi Tornberg explicó que los niños finlandeses tienen “pocas horas de clase, en comparación con otros países”: varían entre las 20 y las 30 horas semanales según el grado. En cuanto a la cantidad de alumnos, se estima un promedio de 20 por clase.
Otro de los rasgos que definen al sistema educativo finés es la posición social que ocupan los docentes. “La formación como profesores es de las carreras que más se eligen, al igual que las de médico y abogado”, confirmó Ossi Tornberg. Kuorelahti aseguró que son 3.000 los estudiantes que se inscriben por año en su universidad para formarse como docentes, pese a que, debido a la exigencia de la carrera, sólo hay cupos para 200.
Este reconocimiento social tiene su correspondencia a nivel económico: el profesor aclaró que un docente recibe unos 3.000 euros por mes (96.774 pesos uruguayos, aproximadamente) y que eso es “un poco más que el salario promedio de un trabajador”.
Las últimas tendencias
La vanguardia en políticas educativas son las competencias, y Finlandia tiene una grilla basada en ellas desde finales del siglo pasado. “El currículum base es diseñado de tal manera que los objetivos de aprendizaje incluyen todas las competencias finales [que propone el ministerio]. Es una nueva forma de integrar las disciplinas con las competencias requeridas, teniendo en cuenta que ya no hay zonas grises entre las materias”, precisó el asesor del ministerio.
Otra de las tendencias en que Finlandia es pionera es “la educación en movimiento”. Con el programa School on the Move “los alumnos están menos sentados en las aulas, los métodos de enseñanza son más activos, a veces ni hay mesas en los salones, los alumnos y docentes trabajan juntos y las escuelas en realidad son centros de aprendizaje; esto provoca que haya clases más activas”, explicó Ossi Tornberg.
Además, el sistema educativo del país conforma una“red de novedades”: “Cada cosa nueva que hacemos la publicamos; los municipios presentan sus planes sobre cómo piensan elaborar sus proyectos, estos son evaluados por la Agencia Nacional de Educación y luego se distribuye dinero para realizar estos buenos emprendimientos”. El experto en educación detalló un proyecto por el cual se designa una escuela encargada de “esparcir las novedades” al resto de las instituciones de la zona.
El profesor universitario explicó que el sistema cambió hace 30 años. Se obtiene como título básico para la docencia el grado de maestría, de cinco años de duración, excepto en el caso de los docentes de inicial, que se califican con una licenciatura de tres años. “La ideología de nuestros programas de formación docente es que capacitemos a personas que puedan tomar decisiones independientes en cuanto a la pedagogía y, al mismo tiempo, prestarle mucha atención al aprendizaje de los niños”, apuntó. Según el académico, “la educación inclusiva es el abordaje principal que tiene el sistema educativo en general”. “Este es un secreto de nuestro sistema educativo: cerca de 15% de los docentes finlandeses reciben capacitación relativa a la educación de necesidades especiales, no trabajan en escuelas especiales: son centros educativos comunes; toda escuela tiene uno o varios docentes de necesidades especiales”, detalló Kuorelahti, que consideró que este es uno de los “factores fundamentales detrás del éxito finlandés”.