Ayer se divulgó un pedido de procesamiento del fiscal Gilberto Rodríguez para un párroco de una iglesia de Montevideo por abusar sexualmente de un menor durante cuatro años. Una fuente de la arquidiócesis capitalina explicó que el incidente está siendo investigado y por el momento “no se sabe si el objetivo del cura denunciado era satisfacer sus más bajos instintos o curar a ese joven de la homosexualidad”. “Porque seamos honestos: para un adolescente, el hecho de que un cincuentón lo obligue a practicarle sexo oral durante cuatro años seguramente lo deje con una imagen negativa del sexo entre dos hombres, por lo menos durante un tiempo”, agregó.

En la noche de ayer, la iglesia católica divulgó un comunicado en el que aclaró que este tipo de episodios, “si bien no son estimulados desde la iglesia, tampoco se pueden demonizar, porque tienen un valor educativo”. En el texto se aclara que las frecuentes críticas realizadas a los manuales de educación sexual que se reparten en escuelas y liceos públicos “no se deben a que los católicos estemos en contra de la educación sexual”. “El problema es con el enfoque. Esos textos tienen mucha teoría, pero les falta la parte práctica. Un taller de vez en cuando es útil”, explica.

De todas maneras, otra fuente de la arquidiócesis de Montevideo reconoció que allí hay “preocupación” por los incidentes de este tipo, debido fundamentalmente a los efectos negativos que tienen sobre la imagen de la iglesia católica. Es por esto que no se descarta la posibilidad de destinar una cifra de dinero para “mitigar su impacto”. “Ya que no podemos evitar que los curas abusen sexualmente de niños y adolescentes, por lo menos vamos a tratar de que contraten taxi boys discretos, en lugar de recurrir a feligreses de las parroquias. Sería un gasto importante, pero nos saldría más barato que pagar indemnizaciones. Y a lo mejor ya es tiempo de empezar a darle un buen uso a todo el dinero que nos ahorramos de impuestos”.