Desde hacía un par de meses la Policía sospechaba que un ex integrante de la mafia calabresa que era intensamente buscado por la Justicia italiana vivía en Uruguay. Desde el Ministerio del Interior explicaron que inicialmente “la estrategia consistió en esperar a que el costo de vida en nuestro país terminara de hacer estragos en las finanzas de este mafioso retirado, de modo que tuviera que salir a traficar drogas nuevamente y así poder atraparlo”. Sin embargo, hace pocos días se registró en un hotel un ciudadano brasileño que usaba el nombre de Francisco Antonio Capeletto Souza, pero cuyas huellas dactilares correspondían a Rocco Morabito, el delincuente en cuestión, por lo que se procedió a detenerlo. Según explicaron fuentes policiales, Morabito estaba instalado desde hacía aproximadamente dos décadas en Punta del Este y llevaba la vida “de un empresario normal”. De hecho, en los últimos años había comenzado a realizar actividades sociales con una exposición cada vez mayor. Incluso había recibido una invitación para integrarse al Partido Colorado por parte del secretario general de la sección fernandina de la colectividad política, Francisco Sanabria. Un dirigente colorado relató: “En un principio le interesó la propuesta, pero después desistió porque le pareció que no era un lindo ambiente. De hecho, un día me dijo: ‘Mejor ni me meto, porque ahí está lleno de delincuentes’”.

El mafioso italiano había llegado a esta conclusión luego de una conversación con Gerardo González Valencia, un narcotraficante mexicano que también fue apresado por las autoridades. Según la fuente de la Policía, “Sanabria también había invitado a González Valencia a afiliarse. Pero el mexicano fue a una reunión y vio que había una cantidad de caras que no le resultaban para nada confiables. Le dijo a su esposa: ‘No trabajé tantos años traficando drogas y ejecutando gente para que venga un ladronzuelo como este y se quede con todo mi dinero’”.