El sábado 9 de setiembre el pueblo frenteamplista y la sociedad uruguaya toda quedaron sorprendidos e impactados por la comparecencia de Raúl Sendic en el Plenario Nacional del FA en donde manifestó su decisión de renunciar al cargo de vicepresidente del Uruguay. Pocas personas se esperaban esta decisión no obstante considerar mayoritariamente la necesidad de su apartamiento.
Fue el corolario de una sumatoria de errores, incongruencias y omisiones. Desde el inicio mismo de este gobierno surgieron las acusaciones acerca de su gestión en ANCAP, luego idas y vueltas acerca del supuesto título de genetista, para acabar con los gastos realizados con la tarjeta de crédito de ANCAP.
En todo este periplo sus respuestas o no existieron o fueron contradictorias y poco comprensibles. En particular lo más grave fue su ausencia a una defensa enérgica de lo hecho en ANCAP, que más allá de algunas fallas y errores en la gestión, hubo una inversión histórica materializada en una multiplicidad de intervenciones productivas que no solamente le permitieron a la empresa sobrevivir, sino que implicaron un sólido desarrollo en diversas líneas productivas.
En esta zaga de inconvenientes, la oposición jugó un papel determinante. En una estrategia de la denuncia permanente, el insulto, el agravio y el escándalo fue transformando la situación en un emblemático caso de “bullyng” tal como correctamente lo caracterizó el presidente Vázquez.
Nada de eso debe de extrañar. En Uruguay la derecha no tiene proyecto de país alternativo. Sus únicas armas son las denuncias ( reales o inventadas), el agravio y el escándalo. Por debajo de ese posicionamiento lo único que existe es un proyecto restaurador neo liberal: Macri y Temer son el mejor ejemplo de ello. Ocurre que aquí en Uruguay esa misma derecha criolla no se anima a expresar el propósito restaurador y se trasviste de fiscal acusador.
Todo ello no debe de extrañar. El proyecto de cambios en Uruguay y en toda América Latina se ha hecho y se hace con la férrea oposición de los defensores del orden constituido. Aún las tímidas reformas iniciadas crispan el sentimiento ultra conservador en defensa de sociedades en donde se mantiene la desigualdad y la injusticia.
Lo que hay que destacar es que ello ocurrió primero porque Raúl Sendic procedió mal violando aspectos éticos de la gestión que son esenciales en la matriz política e ideológica del FA. Pero a su vez, no fue capaz de enfrentar las distintas imputaciones de que fue objeto reconociendo los errores que cometió, y rechazando con energía y convicción las mentiras e infundios que le infringieron.
Pero la gran paradoja es que conjuntamente a todo esto hubo algo muy bueno de lo que poco o nada se señala hasta el momento: el FA asumió una postura de discusión activa y democrática fuera de la lógica electoral.
Departamentales del interior, coordinadoras de Montevideo, todos los sectores políticos, los parlamentarios, los frenteamplistas en las redes y los no organizados, discutieron activa y enérgicamente sobre el problema planteado.
Un verdadero ejercicio de democracia interna pocas veces visto en la historia del FA. Un proceso que comenzó de manera muy cauta, en donde las opiniones estaban divididas en la caracterización de lo actuado por Raúl Sendic. Por un lado quienes lo defendían viendo predominantemente la intencionalidad política de la derecha, y por otro lado quienes impactados por el mal manejo de la tarjeta de crédito solamente pensaban en la sanción a efectivizar.
Este escenario se transformó radicalmente cuando el lunes 4 de setiembre el Tribunal de Conducta Política del FA dio a conocer su dictamen. A partir de allí la enorme mayoría de los frenteamplistas se alinearon hacia una postura de condena sobre lo actuado.
La renuncia presentada el sábado 9 además de sorpresa, generó un estado de ánimo de distensión acompañado por el dolor y la tristeza sobre la suerte del compañero.
En el FA nadie nunca siquiera insinuó que Sendic fuera un corrupto enriqueciéndose con los dineros públicos. La gente le indignó la irresponsabilidad cometida pero dentro de los límites de lo que realmente fue.
La perspectiva de lo ocurrido ha demostrado que el FA sigue siendo una fuerza política que está viva, piensa y actúa y todo ello en el marco de valores éticos y con cabeza política demostrado en la permanente preocupación del análisis ecuánime que no debilitara la unidad política. Buena parte del éxito de la fórmula obtenida el viernes 8 antes de la reunión del Plenario es que fue la posible para la obtención de los necesarios cuatro quintos requeridos para su aprobación. Una fórmula sin vencidos ni vencedores que no fue necesario siquiera presentarla.
Este proceso sacó al FA de su atonía, dispersión, alejamiento de la política concreta e inconformidad de buena parte de los frenteamplistas. Hubo una masiva participación activa llena de energía y responsabilidad política. Un resurgimiento que tapa y minimiza el griterío agresivo de la derecha.
Ello enfrenta al FA a un cruce de caminos: o regresa al internismo paralizante alejado de la realidad social y política, o se afirma para un resurgimiento que le permita retomar la iniciativa política sacándolo de la inmovilidad y postración actual traducida en la sistemática pérdida de apoyo que todas las encuestas registran.
Para que ello sea posible, además de quererlo es necesario aprobar un plan político para la coyuntura que identifique unas pocas ideas fuerza socialmente sentidas sobre las cuales operar desde la sociedad y materializadas en acciones de gobierno.
Asimismo es imperioso operar sobre el FA en tanto herramienta política. Mucho se dijo por todos los candidatos a la presidencia del FA en materia de necesarias transformaciones a impulsar para devolverle sentido y presencia a la fuerza política. Casi nada de ello se ha hecho. Sigue la inercia de administrar pasivamente las crisis internas.
¿Qué Uruguay se quiere? ¿Qué papel tiene el FA para empujar la transformación de la sociedad?¿Se seguirá expectante ante una lógica de acontecimientos en la que cada vez se retrocede más en la consideración subjetiva de los uruguayos?
“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”. | Antonio Machado (1875-1939).