Santiago Crosa tiene 11 años y pasó a sexto de escuela con sobresaliente. Su madre, Verónica Castiñeira, cuenta que el gusto y la curiosidad por la matemática vienen desde siempre. Incluso recuerda que cuando era más chico, Santiago reclamaba poder participar en juegos de cartas y de mesa en los que era necesario saber sumar. Con la excusa del juego aprendió a hacer cuentas tempranamente en su casa.

Ahora va a la escuela 52 de Sayago y este año participó en la Olimpíada Matemática de Casavalle, que organiza el centro Los Pinos. En el certamen pueden participar estudiantes de educación pública y privada que estén interesados, y no es un requisito contar con determinada nota. Luego de anotarse, deben hacer distintos ejercicios para seguir avanzando de fase hasta llegar a la final. El año pasado, Santiago participó en las instancias finales que se realizaron en agosto y terminó siendo uno de los ocho niños distinguidos con una medalla de oro en la categoría quinto de escuela. Además, se entregaron medallas de plata y menciones de honor en todas las categorías: de cuarto a sexto de escuela y de primero a quinto de liceo.

Verónica cuenta que Santiago estaba contento a medida que iba avanzando y que nunca vio a las olimpíadas como una competición contra otros, sino que las consideraba una oportunidad de superación personal. Principalmente, se asombraba de pasar de fase habiendo tantos niños, lo que en un principio hacía que sus expectativas en la competencia no apuntaran a ganar. Por ese mismo motivo, al conocer los resultados hubo sorpresa además de alegría. Verónica comenta que su hijo es el primer medallista en la escuela a la que concurre, por lo que su alegría fue compartida en el centro al que concurre a diario. Agrega que su maestra fue un gran soporte a lo largo de todo el proceso, ya que siempre lo incentivó a desarrollar su gusto por la matemática. Además, cuenta que encuadró el diploma que recibió su hijo y que a nivel familiar compartieron la noticia mediante cuanta red social tenían a mano. Según considera, eso es fundamental para que el niño vea reconocido su esfuerzo a nivel familiar.

Si bien todavía es chico para decidirlo, Santiago dice que de grande quiere ser ingeniero. Su madre no oculta su orgullo al contar que tiene facilidad con los números, y lo ilustra con el hecho de que está aprendiendo a hacer cosas que están en los programas de grados más avanzados que el que le toca cursar a su hijo este año. Por ejemplo, ya sabe de números positivos y negativos, y junto con su hermano, que es más grande, aprende ecuaciones. Además, ya pregunta qué es eso de la raíz cuadrada.

En crecimiento

La Olimpíada Matemática de Casavalle es una iniciativa del centro educativo Los Pinos. Según dijo a En Perspectiva en 2016 Gustavo Bentancor, el responsable del proyecto, si bien cuando la actividad comenzó a organizarse tenía el objetivo de fomentar el gusto por la matemática en la zona, con el correr de los años se fueron sumando niños y jóvenes de escuelas y liceos de todo el país.

Por ejemplo, en la edición de 2017, que comenzó en abril, participaron más de 35.000 niños y jóvenes de casi 300 centros educativos públicos y privados. A nivel de primaria, fueron 235 centros de 16 departamentos de todo el país, que en total significaron 30.052 niños y 1.200 maestros. 3.500 de ellos llegaron a semifinales y 1.500 alcanzaron la final, que se desarrolló en la sede del centro Los Pinos, que queda en la zona de Casavalle. La escuela con mejor desempeño fue la 10 de Nueva Helvecia, seguidas por la 180 de Montevideo y la 45 de San José de Mayo. A nivel liceal, participaron 5.500 estudiantes de ocho departamentos y 250 llegaron a la final.