El presidente Donald Trump concretó ayer una nueva destitución en su equipo. Se trata de su ahora ex secretario de Estado, Rex Tillerson, y con su partida, la tasa de recambio de su gabinete se elevó a 48%, un dato que preocupa a la derecha del Partido Republicano. “Si bien la cantidad de derechistas radicales en el partido ha crecido mucho en los últimos años, la cantidad de dirigentes no es ilimitada. Realizando despidos a este ritmo, el presidente Trump se va a quedar sin gente y deberá contratar a personas que simplemente son de derecha, pero no radical, y eso sería una concesión inaceptable a los liberales”, aseguró un senador republicano. El lugar de Tillerson será ocupado por el director de la CIA, Mike Pompeo, quien a su vez será sustituido por su segunda al mando, Gina Haspel. La designación de la nueva directora generó un revuelo considerable, debido a que fue acusada de participar en sesiones de tortura de sospechosos de terrorismo y posteriormente destruir las pruebas. Un analista político de la Universidad de Stanford consideró que este hecho “podría ser el primer paso para que Estados Unidos tenga una presidenta mujer”. Para el académico, la derrota de Hillary Clinton “no fue una demostración de que América no estaba lista para tener una presidenta mujer, sino que no estaba lista para tener determinadas mujeres en la presidencia. La escasa voluntad demostrada por Hilary para destruir el planeta claramente no era lo que la gente quería. Pero con Gina Haspel la situación puede cambiar”. Otro especialista, en este caso de la Universidad de Yale, explicó: “En el contexto político actual de la nación, podríamos decir que los sectores del electorado que eligieron a Trump no son proclives a votar por una mujer. Pero, por otro lado, Haspel participó directamente en torturas, a diferencia de Trump y otros políticos republicanos. Si juega esa carta con habilidad en una campaña para las elecciones internas, podría recibir el apoyo de muchísimas personas”.