La Red Temática de Género de la Universidad de la República (Udelar) está compuesta por 33 docentes de diez servicios distintos. Desde su creación, en 2001, impulsa el desarrollo de los estudios de género en la Udelar y expande la visibilización de la temática, en unión con actores de la sociedad. En el marco de las actividades que la Comisión Sectorial de Extensión organiza en el mes de la mujer, la coordinadora de la red, Alejandra López, expuso los logros alcanzados y los próximos desafíos. López también habló con la diaria sobre la perspectiva desde la red acerca del “techo de cristal” que frena el avance de las académicas. También comentó otras acciones que se llevan adelante para lograr la equidad de género o, por lo menos, impulsar su discusión dentro de las aulas.

–¿Cuáles son los objetivos que tiene la Red?

–La Red tiene básicamente tres objetivos: el primero tiene que ver con el desarrollo de los estudios de género en la enseñanza, la investigación y la extensión en la Udelar, o sea, impulsar su incorporación en las currículas y en el desarrollo de la investigación y la extensión. El segundo se relaciona con promover prácticas no sexistas dentro de la Udelar, lo que implica una revisión de la normativa, de las ordenanzas docentes y estudiantiles; un trabajo transversal que se hace en articulación con la Comisión Abierta de Género y Equidad de la Udelar, que está ubicada en la órbita del Rectorado. El tercer objetivo es el relacionamiento con otros actores y, en este sentido, el trabajo de la Red tiene un doble propósito: por un lado, la incidencia en el diseño y la definición de las políticas públicas, ya que somos integrantes del Consejo Nacional de Género en nombre de la Udelar; por otro, el trabajo con las organizaciones de mujeres y feministas, que es con quienes más hemos articulado en estos años.

–¿Cuáles dirías que son los principales logros de la Red en estos 17 años?

–Hay cosas muy interesantes. Hay un claro desarrollo de estas líneas en facultades del área de las humanidades y las ciencias sociales. A la cabeza podríamos decir que va Psicología, porque es la única que curricularizó el género como materia obligatoria para todos sus estudiantes de grado. Es decir, 2.500 estudiantes por año cursan Género y Derechos Humanos y, a su vez, hay una amplia oferta de seminarios optativos, prácticas y proyectos de investigación sobre distintos temas de la agenda de género, a los que los estudiantes se pueden incorporar. La Facultad de Ciencias Sociales ha incorporado la temática en sus cuatro licenciaturas mediante cursos optativos, mientras que Humanidades y Ciencias de la Educación también lo ha hecho por medio del programa Género, Cuerpo y Sexualidad de la Licenciatura en Antropología, también como optativa.

–¿Cómo han avanzado el resto de las facultades en esa línea?

–Hay claramente una división entre las ciencias sociales y las humanidades con el resto de la Universidad. En el resto hay una muy baja curricularización y permeabilidad del enfoque; se puede decir que es más difícil curricularizar género en Ingeniería o Veterinaria, y es cierto, pero no tienen por qué hacer lo mismo. Hay una discusión a nivel mundial sobre género, ciencia y tecnología. Esa discusión, impulsada por UNESCO, la están dando las grandes universidades del mundo, mientras que nosotros estamos muy en los márgenes. Tenemos que saber que las facultades más avanzadas en este tema no son [representativas de] la Udelar, y que los otros servicios están muy retrasados. Para eso, la Comisión Abierta de Equidad y Género ha hecho un muy buen trabajo con la implementación del modelo por equidad de género que el Instituto Nacional de las Mujeres aplica a las instituciones: hay ocho servicios que forman parte de ese proceso, y ahora también pidió el ingreso la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Hay que extender el modelo porque es muy importante para permear la cultura institucional y las normativas con la problemática de género; se requiere sólo voluntad política para aplicarlo.

–¿Te parece que ese retraso se relaciona con la cantidad de mujeres que ingresan como estudiantes?

–En eso los gremios estudiantiles, sobre todo la FEUU [Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay], han creado en distintas facultades comisiones de género y diversidad. Mi percepción es que los estudiantes no demandan la curricularización de los contenidos, sino más bien prácticas no discriminatorias en las instituciones, y eso es muy importante. No he encontrado un discurso desde la masa estudiantil en el que haya una exigibilidad hacia el cuerpo docente para que incorpore una perspectiva de género en sus prácticas docentes y en los contenidos curriculares.

–¿Qué acciones lleva adelante la Red?

–Cada grupo que integra la Red desarrolla en su servicio ciertas estrategias para visibilizar o dar tratamiento a temas vinculados a la agenda de género. La Red participa en esas actividades, las difunde y las auspicia. Depende mucho de cada colectivo; hay algunos más consolidados, como el Programa de Género, Salud Reproductiva y Sexualidades de Psicología, el de Humanidades, o los de Ciencias Sociales. Para esos casos la Red es una plataforma que expande sus capacidades, pero hay otros grupos que requieren más el apoyo porque están en situaciones mucho más deficitarias, no solamente en cantidad de personas, sino en la poca incidencia dentro de su servicio.

–¿Por qué hay facultades en las que el colectivo tiene menos incidencia?

–La realidad es que hay facultades más resistentes a estas transformaciones que otras; por ejemplo, aquellas que tienen cierta construcción de la profesión más masculinizada históricamente, o aquellas que más claramente están asociadas a los juegos de poderes en la sociedad uruguaya; la medicina o la abogacía son claramente de las más resistentes. Son generalmente profesiones masculinizadas, y esto no tiene que ver con el número de estudiantes y docentes mujeres, sino con quiénes ocupan los cargos de mayor poder y decisión, es decir, cómo es la estructura de toma de decisiones y de poder dentro de esas disciplinas.

–¿Cómo puede incidir la red en esa realidad, que es en parte lo que se denomina “techo de cristal”?

–Hay distintos planos. Uno es de la visibilización de determinados procesos que muchas veces están naturalizados y, en realidad, son construcciones sociales que se asientan sobre estos invisibles que operan como techos en términos de igualdad. Para eso, la Red ha hecho trabajos dirigidos a los consejos de las facultades, mirando algunos procesos. También depende mucho de cuáles son los grupos dentro de cada facultad que están activando los temas. Como generar acciones directas es muy difícil, lo que hacemos es participar en la Comisión Abierta de Equidad y Género, que es donde tenemos más capacidad de incidencia. Tratamos de colocar temas en la discusión; por ejemplo, es muy interesante lo que ha pasado con el 8 de marzo, ya que, a impulso de otras compañeras de los servicios, se han ido generando distintas movidas. A su vez, hacemos muchas cosas por intermedio de ADUR [Asociación de Docentes de la Udelar], que es donde podemos tener un poco más de incidencia también.

–¿En qué sentido trabajan con ADUR?

–Lo que hemos hecho es trabajar para incidir en la elaboración del nuevo estatuto del personal docente, que está ahora en consideración del Consejo Directivo Central de la Udelar. Trabajamos en distintos aspectos relacionados con la licencia por maternidad, fundamentalmente la corresponsabilidad del trabajo productivo y reproductivo, que luego tiene efectos muy concretos en las carreras docentes, sobre todo en la posibilidad de concursar por ascensos de grado. La maternidad hoy tiene un costo muy alto para las universitarias desde el punto de vista de su desarrollo profesional; a pesar de que hay mejores condiciones que hace 40 años, suele ocurrir que quienes pierden oportunidades son las mujeres. Tienen pérdidas de acceso a becas para posgrado y doctorado, porque las licencias por embarazo no necesariamente son contempladas en las becas y se les exige un cumplimiento y ritmo de producción como si no estuvieran embarazadas o no tuvieran hijos. Esos son los techos de cristal.

–¿Cómo va a seguir trabajando la Red?

–La tarea de la Red es compleja, porque estamos trabajando hacia dentro de la Udelar: tenemos la responsabilidad de que sea un espacio libre de discriminación de todo tipo, deberíamos ser un ejemplo. Ese trabajo no necesariamente se ve, pero influye, por eso en la marcha del 8 de marzo podíamos ver tanto joven universitario. La Udelar está formando estudiantes en género, los jóvenes que marchaban están empezado a reflexionar sobre estos contenidos en las aulas de la Universidad. Es un trabajo que lleva mucho tiempo, pero se ve a largo plazo.