La vieja idea de “menos es más” podría aplicarse también al aumento de la esperanza de vida, siempre y cuando el menos refiera a lo que comemos. Eso es lo que se desprende del artículo publicado en la edición de abril de la revista Cell Metabolism que lleva por título “Reducción del metabolismo y reducción del daño oxidativo mediante reducción calórica sostenida avala las teorías del envejecimiento del ritmo de vida y del daño oxidativo”, cuyo autora principal es Leanne Redman.

Si bien ya había investigaciones que mostraban que una reducción en la ingesta de calorías en animales de laboratorio produce un aumento en la longevidad de varias especies a la vez que promueve una mejora en la salud, el estudio conducido por Redman es relevante porque fue llevado a cabo con seres humanos, ya que no siempre lo que se observa en el laboratorio con algunos organismos se traslada luego a lo que sucede en nosotros. Los efectos de la reducción calórica en la esperanza de vida y la salud apuntan a dos teorías sobre el envejecimiento: por un lado, la teoría del ritmo de vida; por otro, la teoría del daño oxidativo. Mientras que la primera postula que la longevidad de los mamíferos es inversamente proporcional a la tasa metabólica por unidad de masa de los tejidos –es decir, cuanto más bajo el metabolismo, más longevo es el mamífero–, la teoría del envejecimiento por daño oxidativo señala que las especies reactivas de oxígeno (ERO), un subproducto de los procesos que se suceden en la mitocondria, organelo celular que genera la energía que utilizamos los animales, dañan el ADN, los lípidos y las proteínas, lo que tiene como efecto el aceleramiento del envejecimiento biológico. De esta manera, si con la reducción calórica se lograra tanto reducir el metabolismo como reducir la generación de ERO, se estaría combatiendo el envejecimiento, de acuerdo con el marco de cualquiera de las dos teorías. Los experimentos ya se habían hecho con éxito en varios animales –incluidos monos Rhesus–, con lo que se había demostrado que la reducción calórica no sólo provocaba un desempeño energético más eficiente, sino una mejora en la salud y una prolongación de la expectativa de vida.

Calorías y seres humanos

El trabajo de Redman y sus colegas se basó en el seguimiento de 53 adultos jóvenes, no obesos y sin problemas de salud, durante dos años. Mientras que 34 siguieron una dieta de reducción de 15% de las calorías, los otros 19 siguieron alimentándose ad libitum –a voluntad–, con lo que se transformaron en el grupo de control. Los individuos, además de haber sido pesados y monitoreados en el transcurso de los dos años, también pasaron por cámaras metabólicas que permiten medir el intercambio de gases para determinar la tasa metabólica y si están quemando grasa, carbohidratos o proteínas. Además, se midió su eficiencia energética durante el sueño y se analizó su orina para determinar, mediante la presencia de F2-isoprostano, el daño oxidativo.

Tras los dos años que insumió el estudio, que se llevó adelante en el Pennington Biomedical Research Center (Batton Rouge, Estados Unidos), el grupo que estaba sometido a reducción calórica obtuvo una reducción de su peso de 8,7 kilos en promedio, mientras que los individuos del grupo de control aumentaron, en promedio, 1,8 kilos. También se observó que aquellos que se sometieron a reducción calórica tuvieron un gasto energético durante el sueño “de aproximadamente 80-120 kcal/día más bajo de lo esperado en base a la reducción de peso, lo que indica una adaptación metabólica sostenida a lo largo de los dos años”. La adaptación metabólica, según los investigadores, también se reflejó en “una reducción significativa de la actividad tiroidea y de la producción de las especies de oxígeno reactivo F2-isoprostano”. Esto conduce a los autores a afirmar: “Los resultados de este experimento de dos años con reducción calórica en adultos saludables y no obesos aporta nueva evidencia de un enlentecimiento persistente del metabolismo, acompañado de una reducción de estrés oxidativo, lo que sustenta las teorías sobre el ritmo de vida y el daño oxidativo en el envejecimiento en mamíferos”.

Una mirada local

Carlos Escande, responsable del Laboratorio de Patologías del Metabolismo y el Envejecimiento del Institut Pasteur de Montevideo, quien no estuvo involucrado en la investigación, afirma que, hoy por hoy, estamos viviendo un aumento de enfermedades típicas del envejecimiento, como la diabetes del tipo II o enfermedades cardiovasculares, fruto, entre otras cosas, de “los malos hábitos alimenticios que tenemos”. En ese sentido, sostiene que la investigación llevada a cabo por Redman y sus colegas “es un muy buen trabajo, que viene a mostrar que muchas de las cosas que se habían encontrado en animales efectivamente ocurren en humanos”. Escande explica que el artículo publicado muestra que “la mitocondria, que es la principal fuente generadora de energía del organismo, y también la principal productora de ERO, con la reducción calórica pasa a ser mucho más eficiente, produce más energía y menos productos secundarios”.

Sin embargo, el título de la publicación va más allá: no se limita a afirmar que la reducción calórica enlentece el metabolismo y reduce el daño oxidativo, sino que además sustenta las teorías del envejecimiento del daño oxidativo y del ritmo de vida. Consultado al respecto, Escande es cauto: “Hace unos cuantos años, la teoría de estrés oxidativo como principal motor del envejecimiento estuvo muy en boga. Luego fue cuestionada por muchos trabajos. Lo que ellos ven en esta investigación es que hay evidencia de menor daño oxidativo y que las mitocondrias son más eficientes. Pero eso no prueba que el estrés oxidativo sea la causa del envejecimiento”. Es que, en ciencia, observar un fenómeno es una cosa y explicarlo es otra muy distinta. Escande considera que este trabajo es notable, pero que está lejos de agotar la explicación del envejecimiento: “Aporta evidencias de que, efectivamente, personas que se someten a restricción calórica tienen menor daño oxidativo. Nada más que eso. No quiere decir que la causa del envejecimiento sea exclusivamente el estrés oxidativo. No cabe ninguna duda de que el estrés oxidativo juega un rol, pero si es la fuerza principal del envejecimiento es algo que se discute mucho en ciencia todavía. Y este trabajo no salda la discusión”. La ciencia es una aventura fascinante, en permanente construcción. Seguro habrá más novedades para este boletín. Por lo pronto, podemos ingerir menos calorías mientras las esperamos.