El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, protagonizaron el jueves un encuentro histórico. Por primera vez luego de la guerra que enfrentó a los dos países a mediados de la década del 50, un mandatario norcoreano pisó suelo surcoreano. Un integrante de la diplomacia europea declaró: “Lo más increíble de todo esto es que el acercamiento se dio gracias a la intervención de Donald Trump, un lunático. Esperemos que esto no quiera decir que los principales problemas del mundo sólo se pueden resolver con la intervención de un psicópata, porque no sé si hay tantos”. La fuente explicó que la estrategia de Trump fue “bastante infrecuente, pero muy efectiva”. “Les dijo que no debían olvidar que todos los chinos son iguales y que no tiene sentido que haya diferencias entre personas que no pueden ser distinguidas entre sí por el resto del mundo. También les transmitió su idea de que si Dios los había creado a todos idénticos, es porque no quería que se pelearan. Visto desde cierta óptica, podría decirse que fue un mensaje de paz”. El diplomático reconoció de todas maneras que le resulta “sorprendente” que ni Jae-in ni Jong-un se hayan molestado por el insulto racista. “Hay otra opción posible, y es que se hayan reconciliado como parte de un plan para conquistar el mundo, algo que, si se analizan las cosas que están pasando en Estados Unidos y Europa, no es tan descabellado”.