“Siempre es una experiencia muy impactante, porque para un niño de una escuela rural tener acceso a un espectáculo de primer nivel supone un valor bien importante. Pero además, son niños que comparten la clase con muy pocos compañeros, o sea que encontrarse con otra cantidad de niños de otras escuelas del país es una experiencia muy rica. Estamos muy contentos”, dijo ayer a la diaria el maestro Límber Santos, director del Departamento de Educación Rural del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).
Hablaba de la quinta edición del programa “En primera fila, las escuelas rurales al teatro”, que ayer llevó a más de mil niños de unas cien escuelas rurales de todo el país al Auditorio del Sodre para ver El corsario, la última producción del Ballet Nacional del Sodre. Algunos, sobre todo los que viajaron desde escuelas del norte del río Negro, pasaron la noche en el centro Agustín Ferreiro, en Canelones, y otros se quedaron en el campamento del club Juventus, en La Floresta (en ediciones anteriores pasaron la noche en la colonia del CEIP en Malvín, pero este año está en reformas).
Vienen maestros y padres, y se ha convertido en una “actividad estable” en el calendario del CEIP, afirma Santos. “Los chiquilines la esperan y es una cosa muy linda. Tratamos de incluir a escuelas rurales más alejadas de las capitales departamentales, a quienes tienen menos chances de acceder a espectáculos de este tipo. Hoy hay más posibilidades para que las escuelas rurales vengan a Montevideo, viajan más porque hay más programas que lo habilitan, pero siempre tenemos casos en los que se trata de su primera visita a la capital”, detalló el maestro rural.
Según su punto de vista, el fundamento del programa es que los niños rurales “tengan la misma posibilidad que los niños urbanos de acceder a manifestaciones culturales diversas y abrir, de esa manera, el espectro de sus gustos y preferencias”.
Este programa es una iniciativa conjunta del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) –a través del CEIP–, y cuenta con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y de varias intendencias. En Uruguay hay 1.091 escuelas rurales, en las que estudian unos 18.000 niños. En total, hay unos 1.700 maestros rurales, de los cuales 800 son maestros únicos en su escuela.