La Comisión de Población, Desarrollo e Inclusión del Senado sigue recibiendo a delegaciones para avanzar en la ley que otorga derechos a las personas trans. El lunes 7 de mayo asistieron el colectivo Ovejas Negras y la Asociación Trans del Uruguay.

Uno de los artículos que más polémica ha generado es el 17. Este indica primero que las personas mayores de 18 años podrán acceder a servicios de salud para adecuar su cuerpo a su identidad de género mediante tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas parciales o totales, y luego prevé que las personas menores de 18 años deberán tener la autorización de sus representantes legales para poder acceder a estos tratamientos, pero que en caso de que no sea así igual cuentan con la posibilidad de acceder a ellos, previa consulta con un equipo médico.

En la sesión del lunes, integrantes de Ovejas Negras aseguraron que uno de los inconvenientes es que las personas trans que no acceden al sistema de salud se hormonizan igual, lo que acarrea problemas de salud. Daniel Márquez, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República en el Saint Bois, dijo a la diaria que en Uruguay hay personas que mueren debido a esta práctica. Márquez fue contundente: “No son problemas de salud menores: las personas que se hormonizan fuera del sistema de salud están acercándose a la muerte”. En tanto, en el Saint Bois, centro en el que funciona la Unidad Docente Asistencial (UDA) que atiende a personas transexuales, no hubo ninguna muerte vinculada con hormonizaciones ni con cirugías. El médico sostuvo que la forma en que procede el equipo del hospital deriva en que haya menos suicidios y más inserción social y laboral, al tiempo que reduce el uso de inyecciones de silicona industrial y de medicamentos provenientes del mercado clandestino (que se consiguen en la frontera con Brasil o en las ferias), e incluso de “productos veterinarios”. Para el galeno lo que se debe discutir es si la hormonización se hace dentro o fuera del sistema.

Con relación a la intervención en menores de 18 años, Márquez sostuvo que son tantos los problemas de salud y económicos que tienen que atravesar las personas trans que “es muy difícil que se indique una cirugía en un menor”. Aclaró que no se está planteando operar a niños, pero sostuvo que sería un “gran error” negar la posibilidad de la cirugía a un adolescente de 17 años. Márquez dijo que el caso de las personas transgénero es similar a lo que sucede con la interrupción voluntaria del embarazo, que no requiere, en el caso de las menores, la aprobación de los padres, ya que es un equipo médico el que trabaja con ellas.

El lunes, los representantes de Ovejas Negras sostuvieron que no se puede subordinar la voluntad de las personas a las ideas o los principios morales de sus padres. “También tiene que haber un Estado que acompañe a esas infancias y a esas adolescencias [...] para que no tengan que terminar, por ejemplo [...], prostituyéndose en una esquina o apelando a automedicarse o a recurrir a procedimientos quirúrgicos de forma clandestina”.

En la sesión del lunes, según la versión taquigráfica, una representante de la Asociación Trans del Uruguay dijo que el tratamiento debe comenzar a los 18 años: “Creemos firmemente que en la adolescencia se transita un proceso de identidad de género que se va forjando en el paso por diferentes estadios”.