Con la pregunta disparadora “¿Qué rol debe tener la Universidad en la construcción del país?”, Rodrigo Arim, candidato a rector de la Universidad de la República (Udelar), invitó anoche a Óscar Andrade, Lilián Abracinskas y Nicolás Jodal a un encuentro de aportes programáticos, en el local de la Agrupación de Funcionarios de UTE. Los invitados provienen de distintos ámbitos: Andrade es el secretario general del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos y fue postulado como precandidato a la presidencia por el Partido Comunista, al que pertenece. Abracinskas es activista feminista y directora de Mujer y Salud en Uruguay, y Jodal es ingeniero en sistemas y fundador de la empresa de software Genexus.

Andrade consideró que la Udelar debe incrementar sus vínculos con los movimientos sociales, en particular sobre algunas preocupaciones: “Necesitamos que la Universidad nos ayude a pensar la posibilidad de la desmercantilización de la salud, que implica enfrentar privilegios brutales, de la industria farmacéutica y de algunas corporaciones que, contradictoriamente, nacen en la universidad”, mencionó como ejemplo, y añadió que también es preciso pensar estrategias en pos de la desmercantilización de la vivienda. Afirmó además que “no hay posibilidad de un proyecto de mayor soberanía en lo político si no se acompaña de cambios en la matriz productiva, que incorporen una inserción en el trabajo diferente a la inserción subordinada que nos acompaña desde la formación de los estados-nación”, y que este “no es un proceso que pueda resolver solamente la Universidad; pero es un proceso que no se puede resolver sin la Universidad”.

Abracinskas planteó que la Udelar debe contribuir a profundizar la democracia, promoviendo un mayor acceso de los estudiantes a ella y también con un rol más activo en relación con los temas de preocupación nacional: “Me gustaría una universidad mucho más comprometida con los debates sociales y posicionada en relación con los modelos de sociedad y de país, porque hay fuerzas que no admiten los cambios que se están generando y muchas veces actúan sin que la Universidad se posicione de manera amplia, abierta e implicada”, dijo. La activista sostuvo que también desea un aporte de la Udelar “para superar injusticias y discriminaciones”, empezando por las internas. En ese sentido, dijo que estamos en el siglo XXI y que “es todo un símbolo que los candidatos al rectorado sean dos varones”, ya que si bien 60% de las personas que ingresan a la universidad son mujeres, y también son la mayoría de las que egresan, “en la estructura organizativa de la Universidad los sesgos de género siguen siendo importantes”.

La militante feminista también fue crítica de la Udelar en su rol como generadora de conocimiento: “A veces la Universidad llega tarde y de manera arrogante”, dijo, y puso como ejemplo su campo de trabajo, el de la salud sexual y reproductiva. “La Universidad llega sin leer lo que ya hay producido, cuando la producción de conocimiento no es sólo de la academia”, afirmó, y añadió que en muchas actividades de extensión algunos universitarios “vienen como a certificar, arrasando sobre lo que hay construido y con poco reconocimiento”. Con ese fundamento, señaló que espera que el próximo rector “tenga un mayor diálogo con las fuerzas sociales”.

Jodal pidió que la Universidad “haga magia”; para explicar a qué se refería, relató que en los años 60 el entonces decano de la Facultad de Ingeniería, Óscar Maggiolo, invirtió un millón de dólares de la época en la compra de una computadora IBM, que según el entonces presidente de esa empresa sólo podían utilizar cinco organizaciones en el mundo, y creó la carrera Ingeniería de Sistemas, dos años después de que la creara el Instituto Tecnológico de Massachusetts. “Seguro que Maggiolo no tenía la menor idea de qué iba a pasar con eso”, planteó Jodal, pero aunque “no tuvo ningún efecto inmediato, terminó en que nosotros, en la década del 90, tuviéramos una de las industrias del software más poderosas de toda Latinoamérica”.

A su entender, mientras que en el siglo XX “el petróleo cambió todo”, ahora las reglas “son las del software”, y esto determina que el ritmo de los cambios se haya acelerado y que “los ciclos de toma de decisiones sean mucho más rápidos que antes. Tomen cualquier industria y verán que es así”, afirmó. El ingeniero consideró que este escenario constituye “una tremenda oportunidad para el Uruguay”, porque deja de ser determinante la economía de escala y pasa a ser importante “la economía de la innovación”, y porque Uruguay tiende a brindar “una educación generalista” muy conveniente, porque “casi todas las innovaciones vienen de cruzar unas cosas con otras”.

Este nuevo ritmo impone “la lucha por la relevancia” y plantearse si “lo que estábamos haciendo antes sigue siendo válido”, explicó, lo cual a su vez implica cambios relacionados con la toma de decisiones. Aseguró que prefiere “una Universidad aproximadamente correcta que una precisamente equivocada”, y profundizó: “Prefiero un ciclo de toma de decisiones en el que haya muchos errores pero que lo que importe sea que el ciclo sea cada vez más rápido, para irlo corrigiendo, que pasar mucho tiempo analizando algo y que, cuando lleguemos, estemos precisamente equivocados, porque el mundo nos cambió”.