Ayer de tarde, el pequeño teatro La Candela estaba colmado. Se celebraba el acto con el que Espacio 609 del Frente Amplio le dio la bienvenida a Juan Raúl Ferreira. El ex presidente José Mujica, líder del sector, abrió el acto narrando una anécdota relacionada con la muerte de Aparicio Saravia, de la que ayer se cumplieron 114 años. “En 1904 corrió la noticia de que Aparicio había muerto. Un puñado de colorados, fanáticos, se agolpó frente a la casa de gobierno en la plaza Independencia, con animo festivo. Había una guerra colosal, y entonces salió [José] Batlle y Ordóñez y les dijo ‘no hay nada que festejar, ha muerto un compatriota’”, contó Mujica, y subrayó que en tiempos preelectorales todos deberíamos recordar esa anécdota, porque “mas allá de nuestras diferencias, hay una pertenencia común”. Luego le agradeció a Ferreira porque trae “una estela de wilsonismo”, y destacó que “los muertos ilustres que ayudaron a forjar el país no tienen divisa”, sino que son un “capital colectivo”. “La historia sirve para mirar hacia adelante, por eso mi reconocimiento”, afirmó.
Más adelante, hablando del futuro, el ex presidente subrayó que hay que multiplicar la “capacidad de ahorro nacional” y “cuidar nuestras empresas públicas”. A su vez, llamó a cambiar “la política con la inversión extranjera”, ya que hay políticas “necesarias” cuando hay empresas, como las que producen celulosa, que “vienen a hacer cosas que no podemos porque no tenemos mercado, capacidad y tecnología”. “Precisamos grandes empresas, y si no tenemos coraje, seremos vendedores de troncos, porque no tenemos capacidad para pelear en ese mundo. Y al revés, no tenemos por qué abrirle la puerta a Carrefour, porque viene a competir con nuestros boliches, y para abrir boliches no precisamos tecnología de afuera”, sostuvo Mujica. Subrayó que no se puede ser como el perro del hortelano, “que no come ni deja comer”, y concluyó que, con respecto a la inversión extranjera, en la izquierda hay que “abrir la cabeza”.
Por su parte, Ferreira dijo que era la primera vez que hablaba como frenteamplista, y que para él es un “enorme orgullo” que Mujica sea su “líder” además de su amigo, ya que lo admira. Luego retomó la anécdota de Batlle y Ordóñez y opinó que hoy ese “espíritu de grandeza” no está presente. Por último, destacó que cuando Mujica renunció al Senado “ni un solo integrante del Partido Nacional” lo despidió, y eso es “la evidencia más grande de los valores que tenemos que restaurar”.