El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un informe sobre desarrollo en las Américas titulado “Mejor gasto para mejores vidas”. Entre todos los datos que recoge el documento, de más de 500 páginas, se destacan las “estimaciones de la ineficiencia técnica en adquisiciones, salarios y subsidios”. En ese capítulo se señala que “el gasto inteligente puede generar grandes dividendos” y que “América Latina y el Caribe pierden miles de millones de dólares por año en el gasto que se podría cambiar a otros gastos más rentables o sencillamente utilizarse para disminuir la deuda”.

El concepto de “malgasto” se refiere a “filtraciones en transferencias” (dinero de estas, por ejemplo de subsidios, que no se focaliza en los destinatarios previstos), “malgasto en compras públicas” (por mala relación calidad/precio” y/o corrupción) y “malgasto en remuneración a empleados”. Estos datos señalan que Uruguay es uno de los países de América Latina que menos “malgasta”, con el equivalente a 3,7% del Producto Interno Bruto (PIB). En tanto, Argentina es el país al que se adjudica más “ineficiencia técnica” (7,2% del PIB), y le siguen El Salvador (6,5%), Bolivia (6,3%), Nicaragua (5,0%) y Colombia (4,8%).

El informe subraya que “el malgasto en adquisiciones” se calcula en alrededor de 16,7% del gasto en ese rubro, o 1,4% del PIB para el “país promedio” (el promedio de los países). “El malgasto en salarios es otro tema clave. América Latina tiene una de las brechas salariales público-privadas más altas del mundo a favor de los trabajadores del sector público”, se indica en el documento, y “considerando que parte de la brecha no está justificada”, se estima que “cerca de 14,2% del gasto salarial para el país promedio es malgasto”. Por último, las filtraciones de los subsidios a la energía, los programas sociales y el gasto tributario equivalen, según los autores, a “65% del gasto focalizado teórico”.

Otro capítulo del informe está dedicado a las proyecciones del gasto en jubilaciones y salud, tomando como punto de partida 2015 y llegando a 2065. En el caso del gasto en jubilaciones, Uruguay pasaría de 12,1% del PIB a 16,7%, ocupando el cuarto lugar, detrás de Ecuador (4,4%-18%), Argentina (11,4%-21%) y Brasil (12,5%-50,1%). En cuanto al gasto en salud, Uruguay ocupa el tercer lugar de las proyecciones, con 6,1% del PIB en 2015 y 12,1% en 2065, detrás de El Salvador (4,5%-12,9%) y Costa Rica (6,8%-13,1%). El informe destaca que en América Latina el gasto en salud está creciendo “mucho más rápido que en las economías en general”. “La región está recién empezando la transición demográfica y no ha encontrado una combinación eficiente para el sistema de salud. La literatura ha identificado a la vez factores de envejecimiento y no demográficos como el ingreso, los avances tecnológicos, la productividad y las políticas de salud”, se afirma.

Una sección está dedicada a la vigilancia policial. En ella se destaca el Programa de Alta Dedicación Operativa (PADO) de Uruguay, en funcionamiento desde abril de 2016, “como una estrategia para reducir robos violentos”, y el primer programa en América Latina y el Caribe que cuenta con un cuerpo policial dedicado exclusivamente al patrullaje “de puntos calientes en las principales ciudades del país”. “El programa comenzó [a aplicarse] en Montevideo, con el despliegue de patrullas en 120 segmentos de calles, organizadas en 28 circuitos, que representan 7% de las zonas de Montevideo y 43% de los robos cometidos en 2015”, se indica. Más adelante se informa que una evaluación de impacto del PADO lo consideró responsable de “una caída del 22% en la tasa de ocurrencia de robos con violencia en las zonas intervenidas durante el período analizado”. “Estos resultados son consistentes con estudios que hallan reducciones para delitos violentos del orden del 23% en Filadelfia y del 20% en robos en Minneapolis”, se agrega.