El diputado Gonzalo Civila lanzó su candidatura para competir por la secretaría general del Partido Socialista (PS). Para el legislador, es necesario que su partido vuelva a ocupar un lugar de peso en la interna del oficialismo, y para ello considera que tiene que continuar contribuyendo a la unidad de la fuerza política, pero sin perder su “identidad”. Si bien cree que es muy “meritorio” lo realizado por el tercer gobierno frenteamplista, también puntualizó que le falta “empuje e iniciativa política”. Sobre el papel de la oposición, Civila entiende que “lo peor” que le puede pasar al Frente Amplio (FA) es que ganen con la “idea de cambio”. En los próximos días la diaria entrevistará a su competidor, Santiago Soto.
¿Por qué elegiste postularte a la secretaría general del PS?
Hay una decisión de la actual secretaria general [Mónica Xavier] de no volver a ser candidata a la secretaría general. Esa decisión abre necesariamente un camino de recambio. Independientemente de eso, creo que tiene que haber una organización más abierta, más decidida a transmitir el mensaje del partido e instalarlo en la sociedad. En estos años de dirección partidaria se hicieron cosas muy positivas; lo digo sintiéndome parte de esta dirección, porque la integro y he asumido una responsabilidad muy importante en ella [coordina el área de Desarrollo Partidario]. Hemos logrado avanzar en aspectos que eran muy críticos. La organización venía de una emergencia desde el punto de vista financiero y estas cosas han venido mejorando progresivamente, pero todavía tenemos problemas. Creo que sobre esa base tenemos que proyectarnos y dar un salto en calidad. No basta sólo con garantizar la continuidad, sino que es necesario proyectar al partido. Eso requiere de algunos cambios. Tiene que haber una mayor democracia interna, tenemos que tener un mensaje más nítido del partido en el FA, generar una plataforma en la que puedan confluir organizaciones sociales, para que eso enriquezca la síntesis política del partido.
¿Qué evaluación hacés de la gestión de Mónica Xavier?
La gestión fue colectiva. En el partido todos tenemos responsabilidades, y a ella le tocó asumir una responsabilidad bien difícil, como lo es la secretaría general en un momento muy crítico. Creo que Mónica hizo un buen papel; la conducción es colectiva y creo que muchos aportamos a que el partido avanzara en algunas áreas. Veníamos de una interna muy tensa y muchos colaboramos para que esa situación mejorara y pudiéramos centrarnos en los objetivos que teníamos.
¿Las tensiones que existen en el PS están subsanadas?
Más que subsanadas, se están encauzando y tenemos que trabajar más para que se encaucen de una manera constructiva. El costo de la articulación interna del partido y de su síntesis no puede ser el silencio, sino que tenemos que articular nuestras diferencias y formular un mensaje claro, transmitir una síntesis clara, para que el partido tenga una incidencia más fuerte en el FA y en el país.
¿Creés que el PS perdió peso político?
Indudablemente el partido no tiene la incidencia política que debería tener en el FA. Esto tiene que ver con varios factores. Nosotros muchas veces hemos jugado un rol articulador en la interna del FA, y eso exige no estar en la primera línea expresando la posición propia, sino más bien tratando de buscar consenso. Ese rol lo tenemos que seguir cumpliendo, pero la contribución a la unidad del FA no puede ir en detrimento de la expresión de su identidad política. Cuando uno mediatiza demasiado su identidad tratando de aportar a la unidad tampoco le hace un favor al FA, porque la unidad que necesitamos tiene que ser con ideas, tiene que reconocer esa diversidad, esas distintas corrientes ideológicas y políticas. Va a haber un momento en el que las posiciones particulares de los distintos partidos, sectores o movimientos van a pasar a un segundo plano y lo que va a prevalecer es la síntesis que ha logrado hacer el FA. Soy de la idea de que el partido ha tenido cierta incapacidad de generar síntesis política en el último tiempo, y la ha sustituido por un mensaje ambiguo, que en realidad tiene más de pacto entre grupos que de síntesis política.
¿Qué evaluación hacés de este período de gobierno?
Creo que el gobierno, en el marco de una situación internacional y regional muy complicada, logró avanzar en algunos aspectos centrales del programa. Básicamente, le dio continuidad a algunas políticas que se habían instalado y se profundizaron algunas políticas clave, como la implementación del Sistema Nacional de Cuidados. Me parece que en el contexto que le tocó actuar eso es muy meritorio, porque uno mira los procesos de la región y realmente haber logrado sostener algunos indicadores y políticas en este contexto es algo positivo e importante. No obstante, creo que es un gobierno al que le ha faltado empuje e iniciativa política. Hay áreas en las que se percibe un cierto estancamiento, y necesitamos revertir esa situación. Algunos plantean que estar unos años en el gobierno puede hacer que la cosa no parezca tan novedosa, pero tenemos que ser capaces de seguir presentando al FA como una propuesta de novedad y de futuro. Lo peor que nos puede pasar es que los partidos que en realidad tienen un programa oculto, lo que solamente nos retrotrae al peor pasado de Uruguay, ganen con la idea de cambio. El cambio tenemos que seguir siendo los que realmente impulsamos ideas de cambio y transformación de las estructuras sociales, económicas y culturales, y de la construcción de una sociedad más justa, solidaria e igualitaria.
“Si Dios está con nosotros, ¿quién [está] contra nosotros?”, dijo la senadora del Partido Nacional Verónica Alonso en un evento de una iglesia evangélica. ¿Cómo evaluás el ingreso de los grupos neopentecostales en la política?
Ahora está tomando un tamiz distinto, pero no es algo nuevo. Si uno piensa en el origen de algunos de estos movimientos neopentecostales –que son los que están emergiendo con mucha fuerza en la agenda política de América Latina–, hubo una imbricación fuerte con algunas perspectivas políticas y, sin ir más lejos, hay algunos documentos oficiales de Estados Unidos en los que se plantea la importancia estratégica que tenía para su política el surgimiento de movimientos que disputaran, desde el punto de vista ideológico, con otros movimientos cristianos. Esto tiene que ver con un proceso que se estaba dando en América Latina de avance de la teología de la liberación, de comunidades eclesiales de base, de movimientos religiosos cristianos, que después del Concilio Vaticano Segundo tuvieron un auge en América Latina y se vinculaban a las luchas sociales y políticas populares. Frente a eso, se alentó la expansión de este tipo de movimientos, que tienen algunas características bastante claras en su discurso. Una clave es la meritocracia, esta idea de que uno se salva o supera sus dificultades en base a sus propios méritos y a la esperanza de una suerte de intervención mágica externa y no a un proceso comunitario de construcción de algo nuevo. Hay otra cuestión clave, que entronca con una tradición vinculada con la derecha israelí, que es la llamada teología de la prosperidad. Es esta idea de que quien es rico es un bendecido de Dios, contrario al mensaje que predomina en los sectores más vinculados a la teología de la liberación, que es que el rostro de Dios se puede encontrar en los pobres y en la necesidad de redimir esa pobreza. Otro componente central es el discurso de los elegidos, que es lo que reproduce Verónica Alonso: “Dios está con nosotros”. Ese discurso se utiliza para legitimar las peores cosas. Entonces creo que las clases dominantes, en un escenario en el cual lo que quieren es básicamente preservar sus privilegios, utilizan esta construcción. Creo que se utiliza este tipo de espacios y plataformas para tratar de convencer a sectores populares de adherir a posiciones que, en realidad, van en contra de sus propios intereses.
¿Creés que tiene que haber continuidades al frente de los ministerios?
Creo que es importante que haya un recambio grande en la composición del gobierno. Me parece que es un momento de renovación política, y eso tiene que expresarse en la composición del gobierno. Obviamente que eso no obsta que pueda haber continuidad en algunos ministerios, pero es algo que hay que analizar en su momento. Creo que se necesita una impronta que habilite un salto en calidad. No soy fundamentalista del cambio de personas en tal o cual lugar, pero en general el cambio de elencos, cuando está alineado con una determinada orientación de la política, ayuda a cambiar la realidad del país. Nada de esto implica negar los logros, pero en un escenario a futuro estos tienen que repensarse y recrearse para dar ese salto.
Vivian Trías y Checoslovaquia
Para Civila, fue “oportuno” que el partido se haya expedido sobre el vínculo de Trías con el servicio de Seguridad del Estado de Checoslovaquia. “Llegamos a la conclusión de que Trías tuvo un vínculo con la representación diplomática checa en Uruguay” y de que se trató de una “colaboración intelectual”, aportando “análisis de coyuntura, informes”. “Era una colaboración basada en algunas coincidencias y no revestía el carácter que se ha tratado de establecer por ahí, casi como en una cuestión de cuento fantástico, que era un espía”.