Shirley Pelusa Medina nos recibe en el living de la casa de su hija, pero enseguida nos cuenta que estará allí por poco tiempo. “Ya tengo mi casa, estoy esperando que me la entreguen”, dice la referente barrial del asentamiento Isla de Gaspar, que lideró el proceso de realojo de más de 255 familias, y que se juró a sí misma que se quedaría allí hasta ver que se fuera el último vecino. “Yo siempre dije que iba a ser la última en irme, pero no pensé que iba a ser la última-última”, bromea. Con el proceso de realojo llegando a su fin, la líder social decidió dar sus primeros pasos en las arenas de la política partidaria, y buscar un lugar en la Cámara de Representantes con su lista Preocuparse por la Gente. Ahora Pelusa y la lista decidieron sumarse a la agrupación Magnolia, liderada por el prosecretario de la Intendencia de Montevideo (IM), Christian Di Candia, que recientemente se separó de Casa Grande y competirá en las elecciones internas de junio de este año. Hoy a las 16.30, en el cantero de Isla de Gaspar, la agrupación anunciará su respaldo a la precandidatura de Daniel Martínez, que estará presente en el acto, y la incorporación de Pelusa a sus filas.

De sus 62 años, Pelusa vivió 43 en Isla de Gaspar. “Costó muchísimo que los vecinos decidieran hacer el realojo, fue un trabajo de muchísimos años”, dice con la satisfacción de haber logrado su objetivo. Desde la vuelta de la democracia hasta la actualidad, cuenta, no paró: en 1987 consiguieron la luz en el barrio; dos años después, que se hiciera la calle principal; y tres años luego, tener acceso al agua. “Las viviendas siempre las pedimos con los vecinos, pero nunca tuvimos respuesta hasta que vino el Frente al gobierno”, destaca.

Pelusa habla sobre el desafío de mantener a los vecinos unidos tras un mismo objetivo, especialmente cuando las respuestas de las autoridades no son inmediatas: “Sola no puedo, esto lo hice con los vecinos, pero al no tener respuesta se te van y los tenés que ir a buscar”. Poco a poco, la gente del asentamiento se fue juntando y conformó la organización Por un Mañana Mejor. En 2004 se reunieron con el Programa de Integración de Asentamientos Irregulares para empezar a hacer “arreglos en el lugar”. Dos años después, comenzaron las gestiones para sacar un basurero que había detrás de una de las casas. “Hicimos cartas, las enviamos y volvimos a pedirles [a las autoridades] el levantamiento de esa basura. Nos dijeron que no habíamos hecho ningún trámite”. Pelusa sabía que tenía la carta, la buscó y la volvió a presentar. En un par de semanas había logrado que sacaran unos 260 camiones de basura del lugar. “Fue un éxito”, dice.

Después de varios años de militancia barrial, en setiembre del año pasado, Pelusa vio cómo se realojaba a las últimas familias de Isla de Gaspar. Ahora, una vez alcanzada esa meta, se emociona al describir la satisfacción que siente. Cuenta que durante la primera tormenta de este año se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Al rato, abrió la puerta y salió a mojarse bajo la lluvia. Su marido le gritaba: “¡Pero vos estás loca!”; a ella no le importaba.“Me mojé porque era algo que disfrutaba hacer de chica, pero últimamente no lo hacía porque me gustara. Lo hacía cuando había que socorrer a algún vecino porque se le volaban las chapas, porque se le llovía la casa”. Hoy puede estar tranquila cuando ve la lluvia caer y eso, dice, es lo que más la satisface.

El camino de la política

Luego de culminar con el proceso de realojo, a fines del año pasado, Pelusa decidió lanzar Preocuparse por la Gente. Cuenta que fue una de las fundadoras de la Fundación Winners, una organización de trabajo comunitario, que primero se dedicó a “ayudar a los sin techo, a los que dormían en la calle, y después empezó a trabajar en los asentamientos”. “Yo colaboré con esta fundación y ellos siempre quisieron tener a alguien representando a ‘Juan Pueblo’: al trabajador, a la sirvienta, al que trabaja en la construcción”. En la política, dice Pelusa, está el que “estudia” o el que llega “por herencia”, pero no está el “bichito de la periferia”. Tocaron las puertas de varios grupos dentro del Frente Amplio (FA) para ver si alguno los podía incluir, pero considera que el lugar que les querían dar era casi testimonial. “Entonces decidí hacer una lista independiente y me pidieron que fuera candidata a diputada en el primer lugar”.

Siempre estuvo vinculada a la izquierda. Su papá era comunista y delegado de los trabajadores de las barracas de lanas. En 1972, cuando ella tenía 15 años, unos militares golpearon la puerta de su casa a las cinco de la mañana, porque enfrente había un comité de base. Entraron, revisaron toda la casa, y cuando se estaban por ir encontraron un disco de vinilo de Los Olimareños. “¿De quién es esto?”, preguntó un militar. Pelusa saltó de la cama y le retrucó: “Dejá eso que es mío”. Se la llevaron descalza y de camisón hasta el Batallón de Caballería 9, ubicado en Belloni entre Aparicio Saravia y Hungría. “El esposo de mi mamá era militar y me fue a retirar. Si no, capaz que hoy no podía estar contando esta historia”, asevera.

Dice que militó siempre en el Movimiento de Participación Popular, pero que ahora optó por sumarse a Magnolia porque le gustó mucho su propuesta. “Decidimos acompañarlos en esta lista hasta [las internas de] junio y después ver qué hacer”. “Yo soy la experiencia y él es crecimiento”, dice en referencia a Di Candia, que está sentado junto a ella, ante la mesa del living. “Él aprende de mí y yo mucho de él, minuto a minuto aprendemos algo nuevo”. Pelusa dice que la intención del sector es apoyar la precandidatura de Martínez, del que valoró su militancia y las propuestas que piensa implementar si llega a ser presidente. “Les llega a todos los uruguayos: no sólo a los ricos, sino también a los pobres”.

Pelusa apunta a buscar a los “desencantados” del FA, y también a los de los otros partidos. “Sin agredir a nadie, pero conocemos a las personas de abajo: a la trabajadora, a la sirvienta, al de la construcción”. Para ella, el oficialismo tiene que estar presente en todos los barrios. “No sólo en Malvín, Carrasco o Pocitos, sino también también en Casavalle; pero no existe solamente Casavalle como periferia, están también Punta de Rieles, Isla de Gaspar y muchos otros barrios a los que tenemos que darles presencia”. Insiste en que lo primordial en la política es el diálogo: “El diálogo es la manera en que nos podernos juntar y hacer las cosas, porque hacerlas por separado no sale bien. La unión es lo que hace la fuerza”, afirma.

El compromiso por lo colectivo

Di Candia destaca que Pelusa, además de tener una “experiencia increíble a nivel social, muestra un compromiso colectivo que no se ve todos los días”. “No aparecen personas que puedan mostrar en los hechos ese compromiso. Si desde nuestro pequeño lugar podemos potenciar eso, estamos para poner la lista y lo que sea a disposición”, sostiene.

Cuenta que Magnolia nació en 2008 y que desde su creación apunta a “reivindicar la política de lo irreverente, de no hacerle juego al statu quo y de ser capaces de decir las verdades, más allá del costo político”. Considera que Pelusa hace política desde ese lugar: “Dice lo que piensa sin medir el costo”. Ambos coincidieron en el análisis político y en la necesidad de que el FA saliera a “tenderle la mano al que siente que en el proyecto de estos 15 años no fue tenido en cuenta”.

“Sabemos que quizás desde afuera se podría decir que es un acuerdo casi extraño, porque la mayoría de los integrantes de Magnolia no viven en la periferia y muchos tienen estudios terciarios, pero lo que está planteando Pelusa es otra cosa: así como el FA genera sus sinergias y potencialidades, la idea es poder generarlas nosotros a nivel micro y ver cómo nos va en junio”, dijo el prosecretario de la IM.