La 18ª edición del Festival Internacional de Cine de Montevideo (Monfic 19) se extenderá hasta el domingo en Movie Montevideo. A continuación, un muestreo de más de un tercio de sus 41 títulos, que dejaron una impresión bastante sólida.

Cine francés

» Amanda (de Mikhaël Hers) es la quintaesencia de lo mejor que pensamos cuando pensamos en “cine francés”; es decir, sensibilidad humana y psicológica, delicadeza en el abordaje de lo dramático, intimismo basado en sobreentendidos, elipsis y silencios, naturalismo, un ritmo sin prisa, discreto refinamiento formal. Un joven de 24 años se ve en la necesidad de asumir la tutela de su sobrina de siete luego de que muere su hermana, víctima de un atentado terrorista. Es una película imperdible, perfecta, sensible, conmovedora (mañana a las 14.30; sábado a las 21.50).

» En buenas manos (Pupille, de Jeanne Herry) comparte las mismas virtudes que Amanda, en el marco de un abordaje más social. La estructura coral es convergente, es decir, situaciones separadas confluyen en un desenlace común. Se trata del proceso de adopción de un bebé: acompañamos a la madre que lo abandona, la enfermera, la asistente social, los funcionarios encargados de los múltiples aspectos que tienen que ver con el proceso de adopción, y la futura madre adoptiva. Francia tiene la fama de ser un país altamente burocratizado; sin embargo, desde Uruguay se nos cae la baba al contemplar (al menos tal como nos muestra la película) los avances de los procesos sociales y los funcionarios que, aunque puedan discrepar unos con otros, todos están empeñados en llevar adelante sus misiones sin perder de vista las implicancias en las vidas con las que lidian, además de tener muy desarrollada la capacidad de articular verbalmente cada aspecto de las situaciones. Aunque el enfoque de la película es “estructural”, mostrando y explicando en forma casi pedagógica distintas facetas y dilemas del proceso, al mismo tiempo se involucra en forma profunda con cada uno de los personajes y las situaciones fuertes que vivencian.

» Amor a segunda vista (Mon inconnue, de Hugo Gélin) es una comedia romántica con un componente fantástico. Luego de diez años de casamiento con Olivia, un buen día Raphaël se despierta en una realidad paralela en la que ella nunca lo conoció, y es, además, una inaccesible estrella de la música clásica. Una vez que él conoce todos sus gustos y preferencias íntimas, se siente confiado como para tratar de conquistarla. Las cosas se producen en forma demasiado fácil, hay chistes bobos y el actor principal es insuficiente. El que es buenísimo es Benjamin Lavernhe, que hace el papel de su mejor amigo. La historia se sigue con agrado, y el que tenga una mínima debilidad romántica y espíritu ligero podrá disfrutarla (viernes a las 19.20).

» En Blanca como la nieve (Blanche comme neige, de Anne Fontaine) los “enanitos” no son enanos y Claire se acuesta con cuatro de ellos, descubriendo el amor libre. La premisa tiene lo suyo, pero la bella Lou de Laâge está mejor entrenada para desfilar en una pasarela que para actuar; las escenas de sexo son insípidas, los personajes esquemáticos y el visual parece propaganda de perfume (mañana a las 21.15; jueves a las 19.35).

Preestrenos de Hollywood

» Huérfanos de Brooklyn (Motherless Brooklyn, Estados Unidos) es un neo-noir dirigido e interpretado por Edward Norton. Eliot, el personaje principal, tiene una versión extrema de síndrome de Tourette, y su aire freaky y perdedor propicia un tratamiento un poco cómico. La trama involucra corrupción municipal, negocios inmobiliarios multimillonarios y racismo. Los diálogos rebuscados no ayudan mucho a seguir una historia que es, de por sí, muy entreverada. Pero el personaje de Eliot es encantador, el estilo visual impresionante, y es un gusto esa inmersión en la Nueva York de los 50 y sus clubes de hard bop. Alec Baldwin brilla, una vez más, en su arquetípico papel de poderoso sorete (jueves a las 22.00).

» Entre navajas y secretos (Knives Out, de Rian Johnson. Estados Unidos) es una historia de misterio a lo Agatha Christie. Claro que el modelo es anacrónico, pero tiene su encanto (en su estructura de desafío intelectual, y en su componente nostálgico intertextual) y está tratado en un tono levemente paródico, con excepcional inteligencia y gracia. Es muy interesante el desafío lógico adicional de un personaje que tiene la imposibilidad ontológica de mentir. Antes de la mitad de la película conocemos la mayoría de los factores que llevaron a la muerte, y la culpable resulta ser el personaje más querible. No se trata, ni ahí, de la totalidad del misterio, que sólo se va a resolver en los minutos finales, como manda el género, pero sí es lo suficiente como para hitchcockizar el misterio: queremos que la verdad no se descubra, sin por ello dejar de admirar la brillantez del detective (el mejor papel de Daniel Craig). El film toma una posición bien clara de simpatía hacia los inmigrantes y contra la alt right, y nos regala tremendo final feliz. Es Hollywood en su mejor expresión (viernes a las 22.00).

» Frente a esto es un poco patético ver la argentina Punto muerto (de Daniel de la Vega), que también pretende un abordaje paródico de una historia de crimen y misterio, pero tiene un guion tonto, actores que parecen salidos de una troupe de teatro infantil aficionado, y la glosa de cine noir está realizada con torpeza (domingo a las 20.00).

Mundo afuera

» Cafarnaúm (de Nadine Labaki, Líbano) es de esas películas de carácter neorrealista sobre niños en situaciones desvalidas que, cuando son realizadas con sensibilidad, competencia y compenetración con el asunto abordado, no tienen error y son como para desgarrar corazones. La acción transcurre en los barrios marginales de Beirut, y las distintas ocurrencias están basadas en hechos reales, tal como le fueron contados a la realizadora durante su trabajo de campo. Los intérpretes no son actores profesionales, sino gente del lugar. La historia involucra una familia muy pobre, abuso infantil, separaciones, una inmigrante etíope en situación ilegal, un bebé abandonado que depende de los cuidados de un niño de 12 que vive en la calle, narcotráfico, tráfico de personas, cárcel, un crimen violento perpetrado por un menor. Zain al Rafeea tenía 12 años cuando interpretó al personaje principal, que se llama como él, Zain, y que quizá esté inspirado en rasgos de su personalidad. Su interpretación es muy llamativa (hoy a las 21.15; viernes a las 14.25).

» Esa mujer (de Jia Zhangke, China/Francia). Qiao (interpretada por la encantadora Zhao Tao) ocupa una posición de liderazgo en una cofradía jianghu. En los 17 años cubiertos en la anécdota hay conflictos, prisión, mudanzas, regreso, más cambios. Todo es medio caprichoso. Episodios de naturalismo estricto se alternan con otros de humor quirky, de sesuda intensidad dramática, e incluso hay una formidable escena de acción violenta. Nunca sabemos, realmente, las intenciones y sentimientos de Qiao (como mafiosa, no le conviene exponer eventuales debilidades). En un momento conmovedor, alguien toma la mano de Qiao y le dice: “Esta mano me salvó la vida”. Ella retira esa mano y le entrega la otra, al tiempo que aclara: “No soy zurda”. Un ovni (del que no se vuelve a hablar) parece propiciar la concreción de un deseo. La película se parece a sus feísimos paisajes industriales: la acumulación de elementos desencajados termina sumando a una poética sensación de vida vivida, no domesticada por normas narrativas (mañana a las 19.25).

» Frankie (Ira Sachs, Francia/Portugal). Sachs es un prestigioso realizador independiente estadounidense, y esta es su primera película producida íntegramente en Europa. No será ni la mejor ni la más redonda de su filmografía, pero aun así da señales a cada rato de su mano maestra, que trasluce en sus encuadres discretamente poderosos la austeridad de su puesta en escena y la tremenda dirección de actores. La anécdota gira alrededor de una actriz famosa, que tiene cáncer y sabe que quizá le queda menos de un año de vida, y decide reunir a todos sus seres queridos en un lugar muy bello. Este es el pretexto para una estructura coral, que observa la multiplicidad de personalidades y explora distintos cruces afectivos entre ese círculo de amigos y parientes. Los espléndidos paisajes de Sintra, Portugal, son un atractivo nada menor.

» Un traductor (de Rodrigo y Sebastián Barriuso, Cuba/Canadá). Luego del accidente nuclear de Chernóbil (1986), Cuba recibió a unas 25.000 víctimas para brindarles tratamiento médico. Algo de eso se cuenta mediante un personaje-testigo, un profesor cubano del idioma ruso, que es designado como traductor en el ala infantil del sanatorio. Por su intermedio dimensionamos el problema global, y una selección de dramas individuales que involucran a los niños enfermos, sus padres y una enfermera. En forma simultánea, vemos el inicio del doloroso “período especial”, que comienza cuando cesa la ayuda soviética al país, hacia 1990. El enfoque de la realización es medio for export, con el brasileño Rodrigo Santoro haciendo el papel del profesor cubano, playas paradisíacas, salsa en la música incidental cuando se muestran las calles de la ciudad. Además, el guion se apoya demasiado en silencios inexplicables y comportamientos insensatos para generar complicaciones dramáticas (viernes a las 17.20).

» The Cleaners (de Hans Block y Moritz Riesewieck, Alemania) es un documental sobre el tema poco conocido de los moderadores de redes sociales, es decir, los encargados de inspeccionar los contenidos y borrar lo que pueda transgredir las normas. Se abordan varios aspectos interesantes: moral sexual, abuso infantil, terrorismo yihadista, extrema derecha, imágenes perturbadoras, censura. Es una pena que los realizadores sintieran la necesidad de imprimir un tono sensacionalista (música ominosa, visualización de correos electrónicos supuestamente confidenciales, personas declarando sin que se les vea el rostro), como si estuvieran filmando un secreto que expondría al peligro a ciertas personas, y fuera a resultar en las tales revelaciones, cuando en realidad los entrevistados no dicen nada muy sorprendente, y las reflexiones no sobrepasan algunas generalidades nada novedosas sobre riesgos generados por internet. Ese aspecto termina quitándole credibilidad a la película, más aun cuando parece haber cierto regodeo en mostrar algunas de las cosas que los moderadores, por lo general, borran (cabeza decapitada, niño muerto, Donald Trump en bolas) (jueves a las 17.50).

» A Night of Horror: Nightmare Radio (Nueva Zelanda/Argentina) es una recopilación de excelentes cortometrajes de terror realizados por distintos equipos en distintos países, con el hilo conductor de un programa de radio en el que el locutor narra historias siniestras. El concepto y la inteligente curaduría son de los argentinos hermanos Nicolás y Luciano Onetti. Hay mucha imaginación, suspenso y buenos sustos (mañana a las 22.00; domingo 17 a las 22.00).

Uruguay adentro

» Febrero amargo, de Gastón Goicoechea y Agustín Lorenzo, es un mediometraje documental (60 minutos) sobre el poco conocido, fascinante y controvertido “casi-golpe” (o quizá el inicio del proceso golpista) que ocurrió cuatro meses y medio antes de lo que solemos considerar el inicio oficial de la dictadura militar uruguaya. Con entrevistas a eminentes académicos, políticos, periodistas y participantes de aquellos eventos, sumadas a abundante material de archivo fílmico y fotos de periódicos, revisamos la historia sensacional de una Montevideo al borde del enfrentamiento bélico entre la Marina y las demás fuerzas armadas, la confusión generada por los comunicados militares que encendieron la esperanza de un levante “peruanista”, la actitud heroica del contralmirante Juan Zorrilla y la respuesta bochornosa del presidente Juan María Bordaberry. El documental plantea esa situación en forma clara, dinámica, atrapante, y compara las posturas a veces contrastantes de los distintos entrevistados, sin forzar conclusiones en puntos que dan para discutir muchísimo (jueves a las 18.00).

» Alelí (Uruguay/Argentina) es la nueva realización de Leticia Jorge, una de las directoras de Tanta agua (2013). El ámbito tiene muchos puntos en común con la anterior, con diferencias importantes: aunque también se abordan relaciones familiares y un ámbito más vinculado a las vacaciones que al trabajo, aquí el foco no está en la pubertad, sino en la adultez madura (tres hermanos con edades entre 35 y casi 60). El futuro sigue estando en juego, pero, más que él, lo que importa son los vínculos generados en el pasado, las cuentas pendientes, los lazos, los recuerdos, lo que queda para atrás, la inevitable disolución del núcleo familiar originario, en la medida en que las nuevas generaciones arman otros. También cambia el tono, que, sin perder total conexión con la onda Control Z de Tanta agua, asume un aire más de comedia a la italiana (discusiones acaloradas entre familiares, reacciones impacientes contra algunas molestias cotidianas, expectativas sexuales frustradas, alguna borrachera, personajes con elementos pintorescos, en un entorno que es, de todos modos, de afectividad y cariño). No hay nada especialmente trascendente, pero la película es muy agradable. Jorge da muestras de la misma inteligencia y competencia cinematográfica de su ópera prima, y los diálogos son buenos. En el reparto se destacan Néstor Guzzini, Cristina Morán y Romina Peluffo.