Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El informe correspondiente a este año del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo puede ayudar a comprender algunas razones del descontento en países de América Latina con los gobiernos progresistas.

El documento señala que, mientras se reducen las brechas en el acceso a las necesidades más básicas, emerge “una nueva generación de desigualdades”, que determina la persistencia de percepciones de injusticia, así como diversas frustraciones e inseguridades (por ejemplo, en relación con el empleo y con la “utilidad” de la educación). Agreguemos que la disminución de la pobreza puede ir acompañada -como sucedió en varios países- por una distribución más desigual de la riqueza.

Se podría plantear, en términos generales y sin olvidar las grandes diferencias entre los casos nacionales, que los progresismos latinoamericanos mejoraron la situación en lo referido a algunas desigualdades de larga data, pero no tuvieron la capacidad de percibir y atender correctamente algunas de las nuevas demandas, mientras que el modo en que trataron de resolver otras se distanció, en varios casos, de la sensibilidad social promedio. Esto último fue aprovechado, a su vez, por los opositores de derecha, para construir un relato generador de indignaciones, acerca de injustos subsidios para algunos sectores en perjuicio de “la gente común” y “normal”.

Estas cuestiones tienen especial interés ahora que se van a invertir los papeles. El Frente Amplio (FA) se prepara para volver a la oposición, y es fácil prever que una parte importante de su agenda se centrará en “defender las conquistas” que se produjeron durante los 15 años en los que ejerció el gobierno nacional, incluso ante el esbozo de posibles retrocesos. Pero será necesario que se ubique también en relación con esas nuevas demandas, que en algunos casos no supo manejar con acierto, y que muy probablemente se mantendrán, ya que la actual oposición supo aprovecharlas pero no se avizora todavía que tenga un programa claro para resolverlas.

Esto se vincula a su vez con otra cuestión relevante. El FA tiene una larga tradición de desarrollo programático colectivo, y cuando era oposición, antes de 2005, solía exponer propuestas alternativas integrales para cada área (que, dicho sea de paso, no siempre fueron sus lineamientos cuando le tocó hacerse cargo del gobierno). En los partidos Nacional y Colorado no es habitual que los sectores mantengan una elaboración conjunta en la materia, y en los últimos 15 años los planteamientos desde la oposición apuntaron más a cuestionar medidas de los gobiernos frenteamplistas que a defender enfoques globales distintos. Menos aún hubo propuestas alternativas integrales del conjunto de la oposición, y por eso es difícil pronosticar, más allá de los enunciados generales del acuerdo para el balotaje, qué rumbos tomará la “coalición multicolor” en numerosas áreas.

Sí plantearon relatos y propuestas globales, en algunas áreas, las organizaciones empresariales, y en los últimos años el movimiento Un Solo Uruguay (USU), que declara no estar seguro de que el próximo gobierno vaya a darle satisfacción a sus reclamos.

Hasta mañana.