“Hay otra actitud del presidente electo, también nosotros pusimos lo nuestro, por supuesto, en bien del país”, aseguró el presidente Tabaré Vázquez, en una entrevista con el periódico La República. Esta mejora en la relación del presidente saliente y el entrante –Luis Lacalle Pou– “facilita la transición”, dijo Vázquez, y añadió que el gobierno se venía preparando para este momento “desde hace meses”. “Va bien”, afianzó sobre la transición.

En 2004, Vázquez con Rodolfo Nin Novoa como vicepresidente por el Frente Amplio (FA) ganaron por amplia mayoría en la primera vuelta, con 50,4% de los votos. Bajo el lema del Partido Nacional y con el respaldo de varios partidos, Lacalle Pou y la actual vicepresidenta electa Beatriz Argimón, en cambio, pasaron a segunda vuelta y obtuvieron un resultado más reñido: 48,8% frente a 47,3% de Daniel Martínez y Graciela Villar por el FA.

Jorge Luis Batlle fue el presidente durante el período 2000-2005, junto a Luis Hierro López como vicepresidente. Desde entonces, las transiciones no se habían dado de un partido político a otro, debido a los 15 años de gobierno frenteamplista. En diálogo con la diaria, los politólogos Daniel Buquet y Antonio Cardarello coincidieron en que ambas transiciones tienen algo en común: son civilizadas y ordenadas, a pesar de algún que otro “chisporroteo”. Cardarello le encuentra una explicación: el tiempo de transición es lo suficientemente considerable como para que las rispideces se apacigüen, a diferencia de lo que suele suceder en la región, que tienen períodos más cortos.

Para Leonardo Costa, quien fue prosecretario de Presidencia del gobierno de Batlle, las diferencias entre la actual transición y la de 2004-2005 están dadas por el “estilo” de los presidentes. “Lacalle Pou parece más estructurado y organizado. Ya nombró los ministros y en la transición de 2004-2005 eso se demoró un poco más. La negociación política interna en aquel momento fue más lenta. En esta ocasión el proceso electoral hizo que esto sea con plazos más marcados”, sostuvo.

Buquet recordó que en aquel momento, enmarcado en la crisis de 2002, había dos discursos paralelos: el FA presentaba políticas de emergencia mientras que el gobierno saliente decía que iba a entregar su administración en condiciones porque “el último año hubo un crecimiento en comparación al 2002 y 2003”. Según Buquet, el FA insistía en “la desastrosa crisis social”, mientras que Batlle insistía en “mostrar una gestión muy adecuada poscrisis”.

Cardarello y Buquet coincidieron, una vez más, en otro punto de las transiciones: el traspaso de información de cada una de las oficinas a los sucesores es de lo más importante. Cardarello planteó que tanto en el proceso de Batlle a Vázquez como en la actualidad “el traspaso de información ha sido muy bueno. Vázquez lo dijo en su momento y ahora volvió a hacer hincapié en eso”. “Hay un cambio de gobierno pero no de Estado. No se anteponen cuestiones políticas que pudieran dar mala información”, consideró.

Para Costa, sin embargo, el traspaso de información “fluyó más” en el período de Batlle porque el presidente era “más abierto”. Aunque señaló que quizás esa posición sea sólo una impresión, relacionó aquel proceso con la situación del país: la salida de la crisis y el FA ganador en primera vuelta. Costa recordó que incluso se llevaron adelante reuniones específicas entre los gobiernos saliente y entrante sobre decisiones que debían tomarse en enero, y que abarcaron dos temas: la actualización de lo que en aquel entonces era Botnia (hoy UPM) y el traspaso tras el plebiscito del agua aprobado en 2004, de las empresas privadas a lo público. “Eso se hizo en coordinación con el gobierno entrante; quizás el momento indicó que debía hacerse de esa manera”, conjeturó.

Según el ex prosecretario, en aquel entonces “los que nos estábamos yendo buscábamos que estuviera todo tranquilo y que se pasara todo sin dificultades; no había ese cruce de declaraciones que hay en algunos casos entre ministros entrantes y salientes”.

Información y medidas

Buquet marcó otra diferencia respecto de los gobiernos entrantes, principalmente respecto a los caminos a tomar: “El gobierno entrante está buscando obtener la información, pero no está anunciando ni sus medidas ni sus planes en términos específicos”. La asunción de Vázquez, por el contrario, “tenía más soltura, iban marcando la agenda de antemano”, aseguró, y concluyó: “Hay más incertidumbre que en aquel momento del FA”.

Para el politólogo, el timing de las medidas a tomar por los integrantes del futuro gobierno lo están pensando con detenimiento, sin precipitarse, “porque cualquier medida que anuncien puede generar un revuelo importante”. Buquet hizo énfasis en que la cautela se debe a que la mayoría de los movimientos sociales, organizaciones y sindicatos tienen una gran capacidad de organización y que, a su vez, son más cercanos al FA. “El gobierno entrante tiene que tener medidas para contrarrestar el rechazo ante cosas que implemente, y debe estar intentando que no surjan reacciones negativas, aunque posiblemente vayan a surgir”, aseguró.

En teoría

En un artículo escrito por Fernando Straface y Cintia Maldonado, publicado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento de Argentina, se delinean tres aspectos que hacen a una transición ordenada. Según Cardarello, tanto la transición de 2004-2005 como la que está en proceso cumplen lo requerido para serlo.

El primer aspecto es la “asignación de personal para planificar la transición y formar equipos de gobierno”. De acuerdo con Cardarello, esto se está dando actualmente, tanto en el gobierno saliente como en el entrante. El segundo aspecto es “la autorestricción de los actores involucrados”, sobre todo de las autoridades que dejan el gobierno. Esto significaría “no marcarle a los entrantes qué cosas tienen que hacer o qué políticas tienen que mantener”. En este caso, Cardarello mencionó el “chisporroteo de las tarifas”, pero aseguró que al gobierno entrante no lo “compromete”, ya que “si quisieran aumentarlas en marzo, lo podrían hacer”. Para finalizar, señaló el último punto que hace a una transición ordenada: la existencia de espacios de diálogo entre los elencos de gobierno. Al respecto, aseguró que “también se está haciendo. Aunque sea un poco como tradición”.