A partir del análisis de 147 partes policiales proporcionados por la División de Estadísticas y Análisis Estratégico del Ministerio del Interior (MI) sobre homicidios dolosos con víctimas de entre cero y 17 años en Uruguay, UNICEF realizó un informe que presentó este miércoles en el Centro de Formación de la Cooperación Española en Montevideo.

En el mundo cada siete minutos un adolescente es asesinado. El Caribe y América Latina presentan las mayores tasas de homicidios de niños, niñas y adolescentes de entre diez y 19 años; 67 por día, una tasa cuatro veces mayor que el promedio mundial. Sin embargo, Uruguay se posiciona en “un lugar privilegiado”, dijo Luz Ángela Melo, representante de UNICEF Uruguay. Cada 100.000 habitantes la tasa de homicidios de niños, niñas y adolescentes de entre diez y 19 años es de 3,7. Si nos remitimos al promedio del continente, cada 100.000 habitantes es de 22,1 y en el mundo es de 4,3.

“Una de las preguntas que nos tenemos que hacer es cómo llega un ser humano a asesinar un niño”, dijo Mariela Solari, directora de la Unidad Especializada en Víctimas y Testigos de la Fiscalía General de la Nación. Durante los años analizados fueron asesinados 152 niños, niñas y adolescentes en Uruguay. 70% de ellos eran varones, 26% adolescentes mujeres o niñas, y en seis de los casos se desconoce el género.

Foto del artículo 'Uruguay presenta una de las tasas más bajas en la región de homicidios a niños, niñas y adolescentes'

Estos casos se concentran en dos vértices: 66% de las víctimas eran adolescentes y 24% tenían entre cero y 5 años. El restante 10% tenían entre seis y 12 años. A su vez, en la primera infancia y en la infancia no hubo casi diferenciación por género en los homicidios, pero, al llegar a la adolescencia, las víctimas de género masculino aumentaron considerablemente: ocho de cada diez fueron varones.

“En la adolescencia los autores suelen ser desconocidos”, dijo Lucía Vernazza, quien presentó los datos y es la oficial de Protección de UNICEF Uruguay. 55% de los homicidas no tenían ningún vínculo con la víctima. Pero lo que se planteó como más preocupante es que 32% de los casos son intrafamiliares. En el 13% que le sigue tenían un vínculo, pero no familiar. Para Solari, “el sujeto que mata ve al otro como un objeto que hay que controlar”.

La principal causa de muerte de los niños y niñas de entre cero y 5 años es la violencia intrafamiliar; de los 36 casos en esta franja etaria, 20 fueron por este motivo. Nueve de estos fueron en un contexto en el que la madre de los niños se encontraba en situación de violencia de género por parte de su pareja o ex pareja. Entre los 6 y 12 años los homicidios fueron 15. En este rango etario, en la mayoría de los casos los autores eran familiares directos. Cinco de las restantes muertes sucedieron por otros motivos, y cuatro de ellas estaban relacionadas a situaciones de abuso sexual

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101 fueron los adolescentes de entre 13 y 17 años víctimas de homicidio. 17 de los adolescentes eran mujeres y ocho de ellas ya habían sufrido situaciones de violencia de género; tres dentro de su familia. Cabe destacar que en los partes policiales no se reconoce el motivo del delito en 50% de los 101 homicidios. Según el análisis, los patrones de homicidios de las personas adultas son similares a los de adolescentes.

El informe revela además que los homicidios a niños, niñas y adolescentes son mayoritariamente urbanos. “Pasan delante de nuestros ojos, en los barrios más pobres de Montevideo y Canelones”, aseguró Solari. 61% ocurrieron en Montevideo, mientras que en Canelones sucedieron 16%. Artigas, Flores y Florida no presentaron ningún homicidio infantil en los años estudiados.

“En este cambio de gobierno es necesario generar una estrategia común para que los niños, niñas y adolescentes sean prioridad”, dijo Alfredo Correa, representante del Comité de los Derechos del Niño de Uruguay. Asimismo, enfatizó en la importancia de una mayor sensibilización pública en torno a la problemática, en el fortalecimiento de la prevención y en las respuestas de apoyo tanto a las personas que cuidan a los niños y adolescentes como a ellos mismos, ya que, según Correa, muchas veces no llegan a hacer la denuncia porque existen obstáculos en el acceso a la Justicia. “El silencio no es una opción. El informe aporta luz sobre lo más cruel”, puntualizó.