El ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, fue citado ayer a la Comisión Permanente del Poder Legislativo para informar sobre la posición uruguaya acerca de la crisis en Venezuela. El senador colorado Pedro Bordaberry, miembro convocante, fue el primero en hacer uso de la palabra y condenó algunos pasos dados por el gobierno. Afirmó que es una “contradicción” que Uruguay pertenezca al Mecanismo de Montevideo y al Grupo de Contacto Internacional (GCI), y cuestionó también que las actitudes asumidas por nuestra diplomacia correspondan a la definición de que somos un país “neutral” ante la crisis. “Tan neutrales somos que se convoca a una reunión en Montevideo con la Unión Europea [UE], pero antes de la reunión nos juntamos con México y los países del Caribe, y sacamos una declaración en la que [...] tan neutrales somos que hacemos un llamado sin condicionamientos”, pero al día siguiente la neutralidad “cambió” y “decimos ‘ahora sí vamos a poner algunas condiciones: que existan elecciones libres’”.

Bordaberry criticó también que en las negociaciones con la UE Uruguay haya logrado quitar cinco precondiciones para el diálogo que ese bloque quería incluir en la declaración final del GCI. En particular, se refirió a la exigencia de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, libere a los presos políticos. “La verdad es que quedamos todos helados”, aseguró el legislador, que le planteó finalmente cuatro preguntas al canciller: “¿Hay democracia o no hay democracia en Venezuela?; ¿hay crisis humanitaria o no hay?; ¿Maduro es un gobernante legítimo?; ¿hay presos políticos en Venezuela o no?”.

El rumbo elegido

Nin Novoa comenzó su exposición diciendo que Uruguay ha advertido públicamente el “peligro” que representa para Venezuela llegar a una “solución” en la que “el ganador se quede con todo”, y que el gobierno continuará, por el contrario, propiciando una salida negociada, ya sea mediante el Mecanismo de Montevideo o el GCI, pero “nunca por medio de la violencia o la injerencia extranjera”.

El canciller enfatizó que el gobierno uruguayo no puede reconocer al titular de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente “encargado” de Venezuela, y aseguró que el líder opositor “sólo puede validarse [en ese cargo, para el que se autoproclamó] por la vía de la fuerza, del levantamiento militar, de la revuelta popular o de la intervención extranjera”. Por ese motivo, dijo, el reconocimiento por parte del gobierno uruguayo sería un acto “casi irresponsable”, que podría contribuir a que se produzca un “conflicto armado”. Esa posición, añadió Nin Novoa, es la que muchos actores políticos asumen, de hecho, al decir que el momento del “diálogo y la diplomacia ya pasó”. “No estamos dispuestos a reconocer a un presidente no electo por la población, que se autoproclama con una interpretación más que dudosa de la Constitución”, sentenció el ministro, y también advirtió que eso generaría un precedente “gravísimo” en América Latina y en el mundo.

Nin Novoa marcó la importancia de seguir intentando “por todos los medios encontrar una fórmula de entendimiento entre las partes”, que evite el “derramamiento de sangre”. Sin embargo, precisó que esa fórmula tiene que ir por un camino que no sea el del “triunfalismo infundado” de la oposición venezolana, “fogoneado por intereses extranjeros”, a los que no les preocupa que se derrame sangre en Venezuela.

Rodolfo Nin Novoa, asiste a la Comisión General, ayer, en el Palacio Legislativo.

Rodolfo Nin Novoa, asiste a la Comisión General, ayer, en el Palacio Legislativo.

Foto: Federico Gutiérrez

Sobre la posición de Uruguay respecto de los presos políticos, el canciller puntualizó que su ministerio ha tenido siempre una postura “bien clara” de condena al respecto, y que la ha expresado en varias oportunidades. Aclaró que al negociar la declaración del GCI Uruguay no pidió que se quitara de las condiciones la liberación de los presos políticos, sino que “pidió que no existan condiciones”. Para Nin Novoa, en un país en el que se da una situación sin precedentes, con una disputa formal acerca de si el presidente es Maduro o Guaidó, no es posible ponerle condiciones al diálogo, salvo “que quieran que las negociaciones fracasen”.

Luego Bordaberry pidió el uso de la palabra, y opinó que el canciller no había respondido a sus preguntas. También aprovechó el tiempo que se le otorgó para insistir en que el gobierno tiene una “personalidad disociativa”, debido a que, por un lado, tiene que conformar a la “barra del Frente Amplio (FA)”, pero luego tiene que hablar “en serio” y cumplir con “su conciencia”.

Nin Novoa intervino nuevamente, para responder formalmente a las preguntas de Bordaberry. Planteó que Maduro fue elegido por millones de personas, que existe una “crisis democrática” en Venezuela, sumada a una crisis humanitaria, y que hay presos políticos. “No es que uno ande cambiando de posición: las situaciones se van presentando. ¿Cómo hacemos para conciliar posiciones en un país que dice tener dos presidentes?”, preguntó el canciller retóricamente. También cuestionó que haya países “poniéndole ultimátums” a Venezuela. “¿De dónde sale eso? Yo me niego a tener esa actitud; prefiero que me digan que andamos zigzagueando –que no lo hacemos– a cerrar los ojos a una realidad preocupante”, manifestó.

Por otra parte, Nin Novoa sostuvo que “sin ningún lugar a dudas, la oposición venezolana tiene gran parte de la responsabilidad” en la actual crisis del país caribeño, y evaluó que “no es que Maduro les haya tomado el pelo, es que ellos fueron a Washington y les dijeron: ‘No firmen nada, acá no hay negociación ninguna, no vayan a las elecciones y después armamos un buen escándalo’”. El canciller señaló asimismo que detrás de la postura de los opositores venezolanos hay intereses internacionales: “¿Cuál es el interés americano [estadounidense]?: el petróleo venezolano”, sentenció. Acotó que “la ayuda humanitaria no se puede convertir en una excusa para una invasión”, y recordó que eso mismo fue lo que sucedió en Irak. “Dijeron que había armas químicas y que había que destruirlas, pero las armas químicas no existieron; lo que existía era el petróleo y se quedaron con él”, subrayó.

Contrapuestas

La diputada nacionalista Graciela Bianchi consideró pertinente recordar su propia historia política, y para ilustrar el “enorme respeto” que le tenía a Nin Novoa contó que lo votó cuando estuvo al frente de la lista 78 del FA. Por eso, Bianchi sostuvo que tenía que preguntarle: “¿Qué le pasó?”. Manifestó que esperaba otras respuestas: que contestara que no existe democracia en Venezuela, que hay crisis humanitaria, que Maduro es un gobernante ilegítimo y que “no resiste una pericia psiquiátrica”. Para la legisladora, no es casualidad que hayan puesto a una persona que “va y viene del futuro” mientras habla con “pajaritos”.

La senadora frenteamplista Constanza Moreira sostuvo que la política exterior uruguaya merece un “reconocimiento”, porque un “país pequeño” protagonizó encuentros con representantes de unos 50 más (contando a los representados en el GCI y el Mecanismo de Montevideo) y logró “desensillar” a la UE de su pretensión de celebrar elecciones en 90 días mientras ejerce un “presidente encargado”. “Más neocolonialista que ese lenguaje, imposible”, opinó.

A la salida de la dictadura, continuó diciendo la senadora, en Uruguay hubo elecciones con dos de los principales líderes proscriptos, Wilson Ferreira Aldunate y Liber Seregni, y no se puede decir que el presidente elegido en esas condiciones, Julio María Sanguinetti, haya sido ilegítimo, afirmó. Moreira sostuvo que discutir sobre la legitimidad del proceso electoral y no sobre la legalidad es una cuestión de estrategia: “Discutir la legitimidad lleva al derrocamiento; pero la legitimidad de Maduro está dada por el proceso electoral, de la misma manera que la de la Asamblea Nacional”.

De yapa

Otro de los temas por los que fue consultado Nin Novoa fue el de la permanencia en su cargo de la cónsul uruguaya en Buenos Aires, Lilián Alfaro. “¿Hubo que recurrir a la compañera militante para ponerla de cónsul?”, preguntó Bordaberry, y criticó que Alfaro coordinara los viajes de los “compatriotas uruguayos” para que vinieran a votar a Uruguay.

El canciller defendió el trabajo realizado por la cónsul y enumeró distintas acciones que ella emprendió en Buenos Aires. Sostuvo que es encargada de una de las oficinas diplomáticas de nuestro país con mayor actividad, debido a la gran cantidad de uruguayos que residen en su jurisdicción. Sostuvo que Alfaro se encargaba de ayudar a uruguayos para que vinieran a votar cuando militaba en el FA, y le preguntó a Bordaberry: “¿Sabe cuántos vinieron a votar en la última elección? Unas 9.000 personas”.