El senador y líder blanco Jorge Larrañaga se entusiasma cuando lo repite: el balotaje de noviembre se elige en las elecciones internas del 30 de junio, una instancia “vital” para toda la oposición, ya que el perfil de los candidatos que allí se elijan determinará la intención de voto en octubre y noviembre. Opinó que, más allá de que los sectores de la oposición no ensobren la papeleta, el plebiscito de Vivir sin Miedo será aprobado, porque sus impulsores irán “directo a la gente”. También dijo que Uruguay debería participar el viernes en la reunión de Prosur y habló de los “matices” que tuvo con Luis Lacalle Pou al evaluar la destitución de Guido Manini Ríos.

El domingo cuestionó la inclusión financiera. ¿Qué modificaría de esa normativa?

La obligatoriedad. Nos parece que hay un enorme malestar en la población. Ha generado dificultades de todo tipo y color, la gente tiene problemas para hacerse de su propio dinero. Además, en el comercio hay gente afectada. Cuando conversamos con CAMBADU nos decían que los aranceles por pago con tarjeta, si bien disminuyeron, están altísimos.

En relación con el IRPF, usted había propuesto modificar el aporte correspondiente a las horas extras. ¿Le haría algún otro cambio?

Nosotros hablamos de un pacto nacional sobre el empleo y la calidad de los salarios. Sobre los Consejos de Salarios dijimos que estamos contestes en su funcionamiento, más allá de lo que se pueda discutir el papel del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Planteamos que al pago por productividad no se le cobre IRPF. En el caso de las horas extras, dependiendo de los ingresos, comprometimos el abatimiento a la mitad del IRPF.

¿Cuánto afectaría esa medida a la recaudación?

No es fácil hacer un estimado, porque hay que ver qué cantidad de horas extras se computan, pero creemos que puede ser una medida contracíclica. Puede llegar a tener un bajo impacto en la recaudación, y la pérdida se puede compensar con dinamización y actividad económica.

¿Quiénes son sus referentes en economía?

El principal asesor económico que tenemos es el único representante de la oposición en el Banco Central del Uruguay [BCU]: el economista Washington Ribeiro. Lleva nueve años en el BCU, es un gran técnico y una persona de absoluta confianza.

¿Lo imagina como ministro de Economía y Finanzas?

Sí, es una persona de una amplia solidez. Yo soy enemigo de dar nombres, porque entiendo que el próximo gobierno va a ser de coalición, pero en este caso perfectamente puedo darlo.

Para ese gobierno de coalición propone establecer un “máximo común denominador” entre los partidos de la oposición. ¿Qué cosas deberían acordar?

Primero: una política de empleo nacional. Otro aspecto es la descentralización, y ponemos un énfasis muy importante en las agencias de desarrollo regional, sin crear burocracias adicionales. La seguridad, obviamente, pero esa discusión estará vinculada a si hay reforma constitucional o no. También es necesario que haya acuerdos sobre la educación, que ha sido manejada con desmesura y fue lamentablemente entregada a las corporaciones. Casi 50% de los niños que cursan tercer año de escuela no tienen comprensión lectora; esa cifra explica el fracaso de la educación. Si bien hay que reconocer que se ha invertido más, que se aumentaron los salarios y que se han hecho intentos en algunas áreas, como el de la descentralización universitaria, es evidente que hay un rompimiento del principio de libertad de oportunidades para los uruguayos, en función de las posibilidades económicas que se tengan.

¿Ese programa común en educación tendría puntos de contacto con la propuesta de Eduy21?

Hay muchos temas en los que coincidimos con Eduy21. Creo que ha sido un muy buen trabajo y puede ser la base del entendimiento. Destaco lo que hicieron [Fernando] Filgueira y [Juan Pedro] Mir. No hay que olvidar que fueron nominados por este gobierno para hacer los cambios, y lamentablemente después fueron cesados en sus cargos.

¿Qué referentes tiene su sector en educación?

Por ejemplo, están Daniel Corbo, que fue integrante del Codicen, y el doctor Guillermo Fossati. Hay un tema central: o la educación está en manos de la República, de los representantes que emergen de la voluntad popular, o en manos de las corporaciones. Esto último no lo aceptamos bajo ningún punto de vista.

El año pasado, el directorio del PN aprobó el documento que usted había propuesto para acordar con otros partidos. ¿Hay alguna novedad desde las otras filas políticas?

Sobre las respuestas formales habrá que preguntarle al directorio.

¿Cree que deberían agilizarse esas conversaciones?

Creo que no hay que perder el tiempo, aunque me hago cargo de que no es el centro de interés de todos. Otros pretenden llegar a este tipo de acuerdos entre las elecciones internas de junio y la nacional de octubre.

Luis Lacalle Pou no acompañó la campaña Vivir sin Miedo. ¿Eso refleja concepciones de fondo diferentes, o fue una decisión de orden táctico?

Hay diferencias que pueden ser importantes. Por ejemplo, sobre la participación de un sector de las Fuerzas Armadas [FFAA] en el cumplimiento de funciones de policía. La enorme contradicción es que la Ley 19.677 les confiere a las FFAA las funciones de policía hasta 20 kilómetros de la frontera: más de 30.000 kilómetros cuadrados, un sexto de la superficie de Uruguay. Para eso no hubo problema, se votó en el Senado y en Diputados.

La propuesta de Mujica

Larrañaga tiene una “discrepancia muy abierta” con la propuesta del Movimiento de Participación Popular (MPP) sobre “recuperación de la confianza política”. El precandidato dijo que el MPP fue parte del gobierno y pudo haber hecho “cambios y ajustes” durante 15 años. “Ejercieron la presidencia de la República y terminaron con [Raúl] Sendic renunciando [a la vicepresidencia] y con una cantidad de situaciones de sospecha. Ahora resulta que faltando poco tiempo [para las elecciones] hacen esta suerte de promesas que pueden llevarnos a la plutocracia, al gobierno de los ricos, que serían los que podían dedicarse a la actividad política.

¿Cree que la campaña Vivir Sin Miedo le permitió conquistar votos?

No puedo hacer esa valoración. Soy el primero en reconocer que las personas que firmaron seguramente son de todos los sectores blancos, y también colorados, independientes, del Frente Amplio [FA], del Partido de la Gente.

Los aparatos partidarios decidirán, llegado el caso, si ensobran o no la papeleta. ¿Cuánto influirá eso en el plebiscito?

Si algo demostramos en esta campaña de recolección de firmas es que el mejor y más correcto método es ir a la gente. Vamos a seguir en esa línea.

Pero ¿no le gustaría que el resto del partido acompañe ensobrando? ¿Puede haber alguna sorpresa, más allá de lo que cada uno dijo?

Habrá que ver. Más que preguntarme a mí, debería preguntarles a los otros. Creo que quedó clara la postura de los demás precandidatos, pero que también hay un mensaje muy fuerte de la población. Por encima del resultado de las internas, no vamos a dejar de defender la reforma.

Su opinión sobre la gestión de Eduardo Bonomi en el Ministerio del Interior es conocida. Sin embargo, durante el proceso de recolección de firmas aumentó significativamente la visibilidad del director de Seguridad y Convivencia, Gustavo Leal. ¿Qué opina de su trabajo?

Creo que la de Leal es una aparición tardía. Buena parte de los operativos que se han hecho en los barrios, y que terminan siendo transmitidos por televisión, ¿cuánto antes debieron haberse hecho? ¿Cuánto hace que hablamos de la usurpación de viviendas por parte de la delincuencia? Muchos años.

No hay un cambio en su valoración, entonces.

No voy a ser tan mezquino de no aceptar que esas cosas, por tardías que sean, está bien hacerlas. Vamo’ arriba con ese tipo de cosas, pero también pienso que llegan tarde.

Jorge Larrañaga.

Jorge Larrañaga.

Foto: Mariana Greif

En materia internacional: el gobierno todavía no definió si se integra al Prosur, que se reúne este viernes en Santiago. ¿Qué opina que debería hacer?

Uruguay tiene que estar. No podemos seguir actuando con prejuicios ideológicos, en función de quiénes van a participar, porque así se hizo estallar al Mercosur. El Mercosur de Dilma [Rousseff], Lula [da Silva], [Fernando] Lugo, [Hugo] Chávez, [Nicolás] Maduro y el kirchnerismo terminó explotando. ¿De qué sirvió? Acá en el Senado levantamos la mano por la incorporación de Venezuela al Mercosur, y los diputados sesionaron un domingo. ¿Para qué sirvió todo aquello?

El mapa político también cambió. ¿Jair Bolsonaro no le preocupa?

No dejo de reconocer que el mapa político cambió. Pero lo que digo es que no hay que actuar en función de ese mapa político. Hay que estar. Bolsonaro es el resultado de un proceso electoral, y lo juzgaremos en función de sus frutos.

¿Ninguno de sus gestos políticos le preocupa?

No voy a efectuar comentarios porque puedo ser presidente de este país a partir de marzo del año que viene, y tengo que ser muy cuidadoso, porque vamos a tener relaciones con todos los presidentes de la región. No puedo contaminar ese relacionamiento con comentarios políticos previos.

¿Y el gobierno de Macri?

El cambio de la política en Argentina se debe a una multiplicidad de factores, que en Uruguay conocimos bien. Tiene dificultades notorias, manifiestas, pero tampoco quiero hacer valoraciones, más allá de eso.

El domingo dijo que el FA tiene “tics antidemocráticos”. ¿Piensa lo mismo de la postura del ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos?

Manini Ríos se salió de la cancha. Estaba en el partido y se hizo echar. Era sabido que eso iba a pasar si en un documento interno elevado al presidente de la República, que después se iba a conocer como se conoció, hacía esos fuertes cuestionamientos al Poder Judicial, que implican cuestionar a diez magistrados: fiscal, juez letrado, miembros del Tribunal de Apelaciones y los cinco integrantes de la Suprema Corte de Justicia. No me parece bien, se pasó de la raya. Puedo reconocerle aportes a la institucionalidad y a la defensa de las FFAA, pero este episodio, incluido el mensaje que colgó en la página del Ejército, no puedo aceptarlo.

Lacalle Pou dijo que Manini Ríos “respetó la Constitución”, y que él no estaba de acuerdo con las razones que manejó el Poder Ejecutivo para cesarlo. Ahí tienen un matiz.

Hay un matiz, sí. No estoy de acuerdo con esas apreciaciones del doctor Lacalle. Con toda franqueza, no puedo estar de acuerdo, porque me parece que el comandante en jefe se equivocó al hacer ese cuestionamiento, grave y severo, al Poder Judicial independiente de Uruguay, y que sabía las consecuencias que iba a enfrentar.

¿Cómo imagina el debate en la interna del PN?

Es una elección interna y estamos ante diferentes proyectos políticos. Es bueno que haya debate. No es lo mismo el proyecto de Lacalle Pou que el nuestro; por algo tenemos diferentes candidaturas.

¿Esas diferencias con Lacalle Pou son las mismas que las de hace cinco años?

En el tema de la seguridad tenemos una diferencia importante. Hay otras sobre política de empleo, descentralización y educación. Las tenemos, y después deberemos corregir, como seguramente también va a tener que corregir el FA, porque obviamente el sesgo de la campaña de [Óscar] Andrade no es el mismo que el de la de [Daniel] Martínez, ni el de [Carolina] Cosse es idéntico al de [Mario] Bergara. Acá que no se venga a decir que tal o cual partido no tiene programa, porque si es por eso, el FA tampoco tiene programa: es un recorte y pegue, según quién sea el candidato. Esos argumentos no sirven, nos llevan a discutir temas laterales.

¿Qué opina de la vuelta al ruedo de Julio María Sanguinetti?

Me parece que no se puede cercenarle a nadie el derecho a ser elegible. Es un principio sagrado de la Constitución, y ese prepostulante fue dos veces presidente del país. Es un problema del Partido Colorado [PC], que agranda su elenco de precandidatos. Aunque no me quiero meter en internas de otros partidos, creo que en el PN, en el FA y también en el PC se va a dar un proceso de polarización. En nuestro partido, estoy convencido de que la polarización será entre el doctor Lacalle y quien habla. Mi pronóstico es que, contra todo lo que indican las encuestas, habrá mayor votación en la elección interna, en función de que habrá competencias más atractivas. Y me parece importante, porque la gente tiene que entender que la interna es una primaria, y que el balotaje de noviembre se elige el 30 de junio. Por eso pienso que debería ser una elección obligatoria; creo que fue un error de la reforma de 1996 que no lo sea. En junio elegimos qué balotaje queremos tener, ahí definimos qué menú queremos. Si será importante...

Para muchos, un bloque opositor liderado por Lacalle Pou y Sanguinetti podría ser funcional a los intereses electorales del FA.

Puede ser una valoración que hagan los analistas. En el caso del PN, aspiro a que el aporte que hagamos a ese menú sea Larrañaga. Por eso insisto tanto con la importancia de la interna. En función de quién resulte electo en las primarias, pueden darse cruzamientos diferentes que incidan en la intención de voto en octubre y noviembre. La definición de junio es fundamental.

¿Advierte que la oposición está cometiendo los mismos errores que en el pasado, en anteriores triunfos del FA?

[Piensa unos segundos] A ver, a mí me tocó ser candidato único a la presidencia por el PN [en 2004] contra el mejor FA y el mejor Tabaré Vázquez. No obstante, obtuve casi 35% de los votos, un porcentaje que no alcanzaron, en contextos diferentes, ni Lacalle Herrera ni Lacalle Pou. Ahí tenemos una realidad. No llegamos a un balotaje porque tuvimos un PC que terminó en 10%, pero quienes tuvimos mejor desempeño ante el FA fuimos nosotros. Por eso rescato tanto y le asigno una gran importancia a la elección interna, que es fundamental para el proceso de decisión de octubre y noviembre.

¿Cree que algunos dirigentes del FA preferirían tener enfrente a Lacalle Pou y a Sanguinetti?

Es una pregunta que deberían hacerles a ellos. Yo simplemente repito algo que he dicho otras veces: en junio hay que dar en el blanco.

El grupo de los intendentes

Hace unos días, un diputado de su sector, Pablo Abdala, decía, en relación con el llamado “grupo de los intendentes”, que en política “las puertas siempre están abiertas”. ¿Coincide?
Sin dudas. Tenemos una muy buena relación con ese grupo. Pudimos tener una diferencia en el camino, que propició otro proyecto político, pero eso no cierra las puertas para conversar, máxime entre quienes hemos compartido un mismo proyecto político durante tantos años, más de 20 años en algunos casos.

¿Sería natural que lo apoyen a usted si desisten de la precandidatura?
Habrá qué ver qué sucede y cómo se plantea ese tema. Por ahora, son todo especulaciones, sería ponerme en la cabeza de otros compañeros, y eso no es fácil.

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