Para encontrar antecedentes a la irrupción de las pasteras finlandesas en Uruguay habría que remontarse a 1880, por lo menos. Y casualmente, o no, el lugar no es otro que Fray Bentos. La penetración imperialista en nuestro país, por vía de las empresas corporativas, a cuyo frente estaba la empresa Liebig’s, tuvo sus inicios en la segunda mitad del siglo XIX y se potenció en el período del destape económico alemán, después de la guerra franco-alemana. Esta empresa instaló un complejo industrial dedicado a la fabricación de extracto de carne a gran escala. En 1919 esas instalaciones pasaron a manos de los ingleses y, desde entonces, fueron conocidas como Frigorífico Anglo.

En su comienzo, allá por 1850, se puede decir que el emprendimiento discurrió mansamente, siguiendo patrones que parecían corresponder con las ansias de desarrollo económico de la naciente burguesía nativa. Aunque fue recibido como un aporte efectivo para el progreso y recogió el apoyo de las elites de la burguesía en el poder de la época, apenas fue tomando cuerpo y transformándose en un polo activo de cambios y transformaciones, reveló rápidamente la índole imperialista de estas empresas exportadoras de capital, colocando el conjunto de la economía del país al servicio de sus intereses privados.

La empresa alemana Liebig’s, el ejemplo que nos interesa, impulsó el primer núcleo poblado en fusión con un establecimiento industrial, en la línea de los llamados company town (pueblo de la compañía) o factory town; también se les llamaba colonias industriales, con las cuales buscaban congraciarse con los pobladores de los territorios en los que se establecían para poder desarrollar la producción sin las interrupciones derivadas de los conflictos con los obreros y los municipios.

Así sucedió en Fray Bentos. A medida que la actividad fabril crecía, se fueron construyendo casas para la plana mayor de la gerencia y residencias comunitarias para los obreros, hasta configurar un barrio con todos los servicios. En plena época vareliana, se crea una escuela para varones, cuyos maestros son pagados por la Compañía Liebig’s. Se crea un grupo musical, hospital, almacén, cancha de tenis, y se destina un lugar para los encuentros sociales llamados “romerías”.

Se llegó a conformar un equipo de fútbol de la Liebig’s, integrado por administrativos y obreros, que protagonizó el primer partido de fútbol internacional en Uruguay. El resultado, como todos deberíamos esperar, fue 1-0 a favor de los uruguayos contra los marineros de una balandra inglesa. Y ahora, en pleno siglo XXI, aquello que parecía haber quedado para ser observado en imágenes de color sepia retorna como una perturbación de la memoria. Y esta vez en Durazno, Tacuarembó y Paysandú, a instancias de la actividad de la empresa UPM.

La Fundación UPM abrió una convocatoria dirigida a educadores de Tacuarembó, para la capacitación en psicología positiva aplicada a la educación del carácter. Las clases serán dictadas por la asociación civil Jóvenes Fuertes, cuyos docentes provienen de la Universidad de Montevideo, vinculada, como es del dominio público, al Opus Dei, institución de mala memoria en Uruguay y en el mundo.

Según informa la propia UPM en su sitio en internet, el programa en psicología positiva comenzó en 2017 con 75 participantes en Fray Bentos y Paysandú. En 2018 continuó y llegó a Durazno con la participación de 30 educadores. Este año las clases comenzarán el 30 de marzo y finalizarán el 13 de junio de 2020.

Las clases en Durazno comenzarán el sábado 21 de abril en el liceo Dr. Miguel C Rubino. La asociación civil Jóvenes Fuertes busca integrar el medio académico con la empresa privada, actuando en forma coordinada con las esferas gubernamentales, como una especie de fábrica de recursos humanos al servicio de los requerimientos del capital. La Fundación UPM apoya becas a directores, subdirectores o coordinadores de centros educativos de Cerro Largo, Paysandú, Durazno, Florida, Río Negro, Soriano y Tacuarembó, y para un posgrado en Especialización en Liderazgo, Gestión e Innovación Educativa, en el marco del plan de proyectos educativos que busca fortalecer la educación en las comunidades rurales donde opera la compañía. Casualmente, quien estará a cargo del proceso de selección de los candidatos que recibirán el apoyo que otorgará la Fundación UPM será la Universidad de Montevideo.

También hay en marcha posgrados en Currículum y Evaluación en Guichón, a cargo de la Universidad Católica, también financiados por UPM.

Por si esto fuera poco, hay una incursión de la Fundación en la UTU de Durazno, donde está en marcha un proyecto de robótica, de similares características al de secundaria, financiado por UPM. En este proyecto trabajan docentes de UTU y estudiantes. Estos docentes, con seguridad, deberán dedicar tiempo extra, pero sin pago extra. Y aquí la Fundación UPM se llevará más coronas para su palmarés, pues, como en los tiempos de las colonias industriales, será bien vista por las autoridades y la sociedad civil como factor de desarrollo, por su altruismo y entrega a la sociedad.

Esto está sucediendo aquí y ahora. Con el agravante de que cuenta con el visto bueno de las autoridades nacionales y departamentales.

No hay que esforzarse mucho para concluir que estamos ya no ante una mera penetración económica, sino en medio de un proceso que se extiende a otros ámbitos del tejido social, en los que la injerencia de una empresa privada multinacional afecta la soberanía del país, interviniendo directamente en la educación, violentando las atribuciones del Estado en la materia. ¿Cómo tomarán los gremios de la educación esta intromisión de UPM y el Opus Dei en las esferas de la cultura? ¿Cómo se van a posicionar respecto de este avance en la privatización de la enseñanza? ¿Acaso no debería ser abordado con la gravedad que corresponde, asumiendo la trascendencia y la urgencia que le concierne, pues si este proceso continúa, sin interrupciones, nos encontraremos pronto ante un hecho consumado?

Por todo esto es necesario que los gremios de la educación intervengan, a fin de parar esta intromisión. Y también es preciso que la dirección del PIT-CNT rompa sus lazos con el gobierno y se coloque en una posición de lucha contra la privatización de la educación pública, consigna que ha sido emblema del movimiento obrero desde hace décadas.

Antonio Buday integra el Grupo No UPM de Sarandí Grande, Florida.

(*) Este texto recibió aportes de Martín Dellapiazza, Natalia Almada y Valeria Cordero.