Tiene 64 años y apellido materno con tradición política. Las encuestas lo ubican tercero en la interna de Partido Colorado (PC), detrás de Julio María Sanguinetti y Ernesto Talvi, pero no les cree demasiado, por no decir que no les cree nada. En su despacho del Senado, la diaria conversó con el líder de Uruguay Batllista, José Amorín Batlle.

¿Cómo analiza las encuestas? Todas lo sitúan tercero en la interna colorada.

Por suerte, hace mucho tiempo que no le doy importancia a las encuestas. Si me preocuparan estaría mal, porque históricamente me han dado mal. En 2009 competí con [Pedro] Bordaberry y [Luis] Hierro, y todas las encuestas me daban tercero; salí segundo. En 2014, una encuestadora importante, Equipos Mori, me daba 3%, y saqué 26%. Así que creo que los encuestadores no saben medir las internas. No tengo la menor duda, porque conozco el país y lo recorro, de que voy a tener un piso de 30% de los votos en la interna. Porque el PC suele tener entre 130.000 y 150.000 votos; Germán Coutinho, en Salto, va a votar entre 13% y 19%, así que ahí sólo está el 10%. Además, voy a votar bien en Canelones y en Montevideo, o sea que los números son bastante sencillos. Así que las encuestadoras pueden decir con tranquilidad lo que quieran, pero después va a pasar lo de siempre: les voy a ganar a las encuestadoras.

¿La irrupción de Julio María Sanguinetti le complicó el panorama para ganar la interna?

Su irrupción fue muy buena para el partido. Fue dos veces presidente, es un hombre muy conocido y tiene muchísima prensa y gente que lo admira. Al partido le hace bien una competencia abierta. Que esté Sanguinetti me motiva a trabajar más, porque ganarle a él no es lo mismo que ganarle a otro.

¿Qué lo diferencia, en cuanto a ideas y proyectos, de Ernesto Talvi y Sanguinetti?

Tendremos algunas diferencias puntuales en algunos temas o en el pasado. Somos distintos. Yo soy de la [lista] 15, me formé ahí, y con el Foro [Batllista, de Sanguinetti] hemos tenido matices, pero hemos gobernado juntos y vamos a gobernar juntos en el próximo período. Ernesto [Talvi] tiene tres años menos que yo, pero es nuevo en esta actividad. Yo estuve siempre. Quizá mi diferencia en ese aspecto es que tengo mucho más experiencia en el tema político. Yo soy colorado, batllista y de la 15 desde siempre, y así seguiré siendo. Atrás de mí hay muchas personas que ayudan, muchísimas de las cuales hace 20 años que trabajan conmigo en política. A mí todo el mundo me dice: “Pepe, vos tenés la mejor estructura del partido”. Yo les digo: “Mirá que la estructura no se gana en una rifa, sino con seriedad, confianza y trabajo”.

Uno de los principales problemas del país que señala la oposición es el déficit fiscal. ¿Qué propone para bajarlo?

Hay que hacer un importante ajuste del Estado, que está muy grande y es muy ineficiente. Tiene 70.000 funcionarios más que en 2005, cuando, teóricamente, con las nuevas herramientas que hay, no debería ser necesario tener más funcionarios. Además, hay una cantidad de tercerizaciones gigantesca. Eso hizo que los impuestos aumentaran de forma importante, e igual no da para cubrir los gastos que tiene el Estado. Uruguay gasta 2.700 millones de dólares más de lo que debería gastar para no tener déficit. Entonces, hay que ajustar el Estado. Hay que controlar el ingreso de los empleados públicos, limitarlo al máximo –no echar a nadie, está claro–, y en la primera Ley de Presupuesto tenemos que ajustar los créditos en materia de gastos de funcionamiento y de inversión. Tenemos que manejar mucho mejor las empresas públicas, que en los últimos diez años han funcionado muy mal. Pero no es una tarea de un día. Hay que apostar a que el país crezca sin que crezcan los gastos del Estado. Además, hay que hacer transformaciones para que aumente el empleo privado, que es lo que ha caído en forma estrepitosa. En los últimos cinco años se perdieron entre 50.000 y 60.000 empleos, porque muchísimas empresas entienden que no tienen oportunidades en Uruguay. Ahí tienen que ver los costos del país, de la energía eléctrica, de los combustibles, los impuestos, y no tener tratados de libre comercio con otros países para poder exportar lo que se produce. Hay que darles oportunidades a las empresas para que apuesten por Uruguay.

¿Hay que bajar impuestos?

Los impuestos son muy altos para las empresas y los trabajadores. El Impuesto a la Renta de las Personas Físicas [IRPF] es discutible, a mí no me gusta, pero es claro que está mal que empiece a pagarlo el que gana 27.000 pesos por mes. El que gana eso no es rico, la pelea. Creo que, en la medida en que se pueda, habrá que ir aumentando el mínimo no imponible del IRPF. Al trabajador hay que alentarlo a que trabaje. A mí me vienen a hablar enfermeras, por ejemplo, que trabajaban en dos lugares, seis horas y seis horas. Me contaban que entre lo que gastaban yendo de un lado al otro y lo que les cobraban de IRPF, no les valía la pena y terminaban trabajando en un solo lado.

¿Cómo ves el tema de la inseguridad?

Las cifras de [el ministro de Interior, Eduardo] Bonomi son terribles. Nadie entiende por qué [el presidente Tabaré] Vázquez lo sostiene, porque cuando un ministro se compromete a bajar 30% las rapiñas, y aumentan 58%... O cuando somos el cuarto país de América de Sur en homicidios por habitante...

¿No es inocente creer que va a cambiar el panorama de la inseguridad por cambiar al ministro?

Si viene otro y hace lo mismo que este, va a ser igual, pero si cambian el ministro y las políticas, no. Bonomi demostró que no pudo. Normalmente, si no anda, se cambia. Pero Vázquez no va a cambiar nada. No va a hacer nada. Si yo le digo: “Mañana termina su gobierno”, Vázquez me abraza y se va para la casa. Bajó los brazos. Todo el episodio de [José Nino] Gavazzo es una demostración clara: es un hombre que no quiere más nada. Si yo soy presidente de la República y me llega [el acta de] un Tribunal de Honor con declaraciones de Gavazzo, con un mínimo de responsabilidad las leo. Si las leyó, dijo: “Vamos a no hacer olas, tirala para un costado”, pero salió [la nota de Leonardo] Haberkorn, se enteró todo el mundo, y actuó. Y si no las leyó, es porque no tiene ganas de nada y está para irse. Igual, Vázquez tiene la responsabilidad de entregar un gobierno de la mejor manera posible. No lo veo en esa actitud.

Ya que menciona lo de Gavazzo: ¿el PC hace autocrítica sobre la búsqueda de desaparecidos?

Sí, nosotros hicimos un esfuerzo interesante con el gobierno de [Jorge] Batlle. La Comisión para la Paz hizo cosas importantes. Entre otras cosas, apareció la diputada [Macarena] Gelman.

Hablamos de 15 años después de la vuelta a la democracia...

Yo estoy en la actividad política de lleno desde 2000. Puedo hablar con tranquilidad desde ese año para adelante. En el gobierno de Batlle, del que estoy orgulloso de haber sido parte, se actuó con seriedad y sensatez en esa materia.

Luis Lacalle Pou, en sus actos, suele insistir con que el próximo gobierno va a ser de cuatro partidos, y en que antes de octubre deben buscar las siete similitudes. ¿Qué similitud tiene con él?

Hoy no estoy buscando similitudes. Yo no sé de cuántos partidos va a ser la coalición; sí creo que ningún partido va a tener mayoría parlamentaria. Vamos a saber cuál va a ser el mapa del Parlamento después de la elección de octubre. Vamos a ver cuánto van a votar el Partido de la Gente, el Partido Independiente... Hasta octubre, cada cual corre por su senda. Por supuesto que estoy del lado de los que quieren cambiar el gobierno, pero lo que tenemos que hacer después de octubre, cuando esté el mapa electoral, es sentarnos a pensar qué gobierno queremos hacer. Yo no soy partidario de ir la misma noche y decir: “Vengo a darle un abrazo para ganarle al Frente [Amplio]”.

Como hizo Bordaberry con Lacalle Pou en la elección anterior.

Sí, yo no soy de esa teoría. Soy partidario de armar un programa de gobierno. El éxito no está en ganar la elección, sino en gobernar bien duarnte cinco años. Entonces, entre octubre y noviembre tenemos que explicarle a la gente qué vamos a hacer. Hay muchas más que siete similitudes, pero hay algunos temas en los que tenemos que ponernos de acuerdo, y en eso vamos a trabajar.

¿Por ejemplo?

Educación, seguridad y empleo. ¿Cómo vamos a hacer? La velocidad de los cambios, por ejemplo.

¿Qué piensa de la reforma constitucional en materia de seguridad que promueve Jorge Larrañaga?

Yo no la voto. No firmé. Larrañaga estuvo muy bien, puso un tema arriba de la mesa, muchísimos amigos míos firmaron con mucho entusiasmo, pero no creo que haya que cambiar la Constitución para que mejore la seguridad. Hay que cambiar al gobierno. Si cambia la Constitución y Bonomi sigue siendo ministro, no va a mejorar nada. Pero si viene un ministro del Interior que entienda del tema y tome las decisiones que tiene que tomar, el tema se va a ir solucionando.

Todos los precandidatos del PC revindican el batllismo. ¿Qué significa eso en términos prácticos?

Lo más importante que hizo [José] Batlle y Ordóñez fue que tuvo la capacidad de transformar a Uruguay. Fue a Europa entre su primera y segunda presidencia, vio el mundo que funcionaba, y cuando volvía en el barco venía soñando, pensando en construir el pequeño país modelo, y lo hizo.

Más de 100 años después, ¿a dónde hay que ir a ver?

Tenemos que seguir haciendo lo mismo que hacía Batlle y Ordóñez. El PC tiene que seguir siendo el escudo de los débiles, y lo que tenemos que preguntarnos hoy es quiénes son los débiles. En aquel momento eran los trabajadores, Batlle y Ordóñez hizo leyes para protegerlos, y a la mujer, que también era débil. Los trabajadores sindicalizados hoy tienen una fuerza que no tenían, muchos actúan muy bien y otros mal, pero hoy no diría que los trabajadores son los débiles de la sociedad. Los débiles de la sociedad son los niños que nacen en familias más humildes, que no van a tener oportunidades si no mejoramos la educación. Son los que tienen un pequeño comercio, van solos a trabajar y todos los días tienen miedo de que los maten, y los jubilados que ganan 11.000 pesos; esos son los débiles.

¿Hay que reformar la seguridad social?

Sí, claramente. Hay que buscar una fórmula para que la gente pueda trabajar más tiempo. No creo que haya que aumentar la edad para jubilarse, pero hay que tener incentivos para que, en la medida en que las personas se jubilen un poco más tarde, vaya aumentando el porcentaje de sueldo que van a cobrar cuando se jubilen. En todo el mundo se tiene que reformar, ya que vivimos más que antes. Vos sos joven, pero cuando yo era chico, un tipo de 80 años era Matusalén.

Hoy, con esa edad, hasta se puede ser candidato a la presidencia.

Con más, y está impecable.