En los últimos meses, alrededor de 2.000 niños y niñas han sido separados a la fuerza de sus familias y puestos bajo la custodia del gobierno estadounidense. Al inicio de la política de “tolerancia cero” implantada por la administración de Donald Trump, se dio la orden de detener en la frontera el paso de miles de personas que llegaban a Estados Unidos desde Centroamérica en busca de asilo. Luego de meses de presión para que se revele la información de la cantidad exacta de los menores, así como para conocer las condiciones de las instalaciones llamadas “centros de detención” donde se recluía a los niños y niñas, se reveló el gran secreto. Las imágenes del interior de los centros eran aterradoras. Cientos de niños y niñas en el suelo, durmiendo envueltos en papel de aluminio en estancias a muy bajas temperaturas; otros niños puestos en jaulas, en espacios divididos por rejas donde se veía y escuchaba a los menores llorando y gritando, pidiendo regresar con sus madres y sus familias, muchos de ellos aún infantes de dos y tres años que ni siquiera sabían sus propios nombres ni contaban con identificación, se veían hacinados entre otros niños de más edad.

Las imágenes y los audios conmocionaron en su momento, pero luego de varias semanas se volvió al silencio. El país y los medios de comunicación estaban atentos a las revelaciones del reporte del fiscal especial Robert Mueller, en el que se dio a conocer cómo la administración de Trump obstaculizó permanentemente la Justicia al intentar impedir el curso de las investigaciones sobre la intromisión de Rusia en las elecciones de 2016, en las que Trump fue electo presidente. Así, la detención de los menores volvió a la invisibilidad.

La semana pasada nuevamente se dio la voz de alarma. Esta vez fue por medio de un video que publicó en Instagram la congresista Alexandra Ocasio-Cortez, quien denunció que los centros de detención de migrantes eran “campos de concentración” y agregó: “Eso es exactamente lo que son. El hecho de que los campos de concentración sean ahora una práctica institucionalizada en la tierra de los libres es extraordinariamente preocupante”. Las repercusiones no se hicieron esperar, y las cadenas de noticias volvieron a prestar atención a su denuncia para pedir que se rectifique, ya que era un insulto comparar los centros situados en la frontera sur con los campos de concentración conocidos por la lamentable historia alemana nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Pero, ¿cuál es el plan del gobierno estadounidense al tener centros de detención con miles de menores recluidos?

Según las investigaciones, los menores fueron puestos en estos centros, bajo la administración de Trump, para mostrar mano dura con las familias que cruzaban la frontera. Para llevar a cabo este mandato inhumano se contrató a la agencia Southwest Key, una organización de Texas que administra los centros y que hasta fines de 2018 había recibido 458 millones de dólares como pago del gobierno estadounidense.

Con base en los hechos revelados por diversos medios y en la última declaración de la congresista Ocasio-Cortez, estos centros se encuentran abarrotados de menores que fueron puestos allí contra su voluntad y la cantidad de personas sobrepasa la capacidad máxima de ocupantes según los reglamentos de seguridad. Asimismo, no cumplen con las condiciones sanitarias dignas para atender a miles de menores. Se tiene registrado no sólo la mala atención, sino también la denuncia alarmante de violencia, golpes y abuso sexual por parte de los “cuidadores y guardias”.

Sobre la base de los datos mostrados por diversos reportes, podemos describir y declarar los siguientes hechos:

  • Cientos de menores han sido encarcelados deliberadamente en un área relativamente pequeña, con instalaciones inadecuadas, separados de sus familias contra su voluntad, y sin tener la oportunidad de asistencia legal. Se encuentran en los centros infantes de meses, dos años, cuatro años, hasta los 16 años.

  • Existe evidencia de abuso sexual y violación de los menores recluidos –4.500 quejas de abuso sexual han sido reportadas por menores que se encontraron recluidos en centros de detención financiados por el gobierno en los últimos años–.1

  • Los niños y niñas están meses en instalaciones abarrotadas, duermen en el piso y sólo cuentan con papel de aluminio para protegerse del frío, no se les facilitan mantas.2

  • Existe restricción de medicinas y alimentos; estos últimos son deficientes y mal preparados.

  • En algunos de los centros, las luces están prendidas las 24 horas del día, los siete días de la semana, interrumpiendo los ciclos de sueño y causando estrés en los menores concentrados en pequeños espacios.

  • Los niños y niñas tienen restricciones en suministros sanitarios básicos, como jabón y cepillo de dientes.

  • Las temperaturas en las instalaciones son muy bajas.

  • El gobierno no tiene información precisa sobre los nombres y edades de los menores, así como los de sus padres en el momento de su separación, lo que hace casi imposible la reunificación de las familias.3

  • Existe evidencia de que los menores han sido marcados en los brazos con números de identificación; sin embargo, debido a las similitudes con las prácticas alemanas de detención entre 1939-1945, y a la alerta que dieron los medios frente a esta práctica, ahora se proporcionan bandas con números que son puestos en sus muñecas.4

  • Hasta el momento, seis menores han muerto bajo la custodia de Inmigración y Control Fronterizo:

    • el 20 de mayo de 2019, un niño menor de 16 años.
    • el 14 de mayo de 2019, un niño menor de tres años.
    • el 23 de abril de 2019, Juan de León Gutiérrez, de 16 años.
    • el 24 de diciembre de 2018, Felipe Gómez, de ocho años.
    • el 6 de diciembre de 2018, Jakelin Caal, de siete años.
    • el 29 de setiembre de 2018, un niño menor de diez años.

Un pueblo está condenado a repetir la historia si no la conoce, pero este no es el caso. Nosotros conocemos la historia de cómo las órdenes de “tolerancia cero” pueden llevar a cometer atrocidades en contra de los más indefensos. La lista de denuncias descrita plantea preguntas importantes: ¿cuál es el plan de tener recluidos a miles de niños y niñas contra su voluntad y en condiciones inhumanas?; ¿qué significa ‘tolerancia cero’?, ¿genocidio?; ¿son realmente centros o campos de concentración?

Los reportes, las imágenes y los videos están disponibles. Es imposible guardar silencio y, por muy dolorosa e impactante que sea la respuesta, la realidad es que sí, que desde abril de 2018, bajo la administración y por orden de Trump, Estados Unidos financia campos de concentración en la frontera sur, y es un deber humano llamarlos por su nombre.

Yenny Delgado es psicóloga, teóloga, especialista en desarrollo y analista política. Escribe desde Washington DC, Estados Unidos.