El mexicano Juan Rulfo perteneció a un grupo de escritores que, en medio del boom de la literatura latinoamericana, y antes o después del ascenso a la condición de estrellas internacionales de autores como el peruano Mario Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez y el también mexicano Carlos Fuentes, optaron por el silencio y el perfil bajo. Al igual que el uruguayo Juan Carlos Onetti, el autor de Pedro Páramo (1955) siempre desconfió de la profesionalización y la espectacularización de su oficio. Como se sabe, cada uno de ellos lidió con la fama como pudo, y sus modos de ser y de enfrentar el mundo los convirtieron en leyendas vivientes: Rulfo no se refugió en la cama por años como Onetti, pero mantuvo un gran misterio respecto de su persona.

Entre los fantasmas, los silencios y las voces, el mexicano se impuso como uno de los grandes creadores que fundaron un mundo propio. Para eso, a él le bastaron tres obras breves: una gran colección de 17 cuentos, El llano en llamas (1953); su novela breve El gallo de oro, que escribió de 1956 a 1958 pero recién se publicó en 1980, aunque antes ya había sido adaptada al cine por Roberto Gavaldón (1964, y, en 1986, por Arturo Ripstein); y la ya mencionada Pedro Páramo, breve y maravillosa, que, a juicio de Gabriel García Márquez, era “si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en lengua castellana”, y que en su momento marcó el quiebre de la “novela revolucionaria”.

Después de publicar El gallo de oro y de que Pedro Páramo se tradujera a más de 50 idiomas, Rulfo mantuvo 31 años de mutismo. Con el tiempo, esto se convirtió en uno de los temas de conversación: en los círculos literarios se preguntaban por qué no publicaba, y mucho menos hablaba de publicar, y enseguida comenzaron a circular hipótesis impensadas y presuntos datos insólitos. Así como durante mucho tiempo, incluso, se desconoció su magistral trabajo como fotógrafo (compuso fotografías que dan cuenta de la misma poesía que recorre el mundo de Pedro Páramo y El llano en llamas, esta vez concentrada en una serie de imágenes sugestivas y desoladoras, en las que registró esa inigualable dignidad que tanto identificó a sus personajes), tampoco se conocían estos dos ensayos inéditos a los que tuvo acceso El País de Madrid.

Según difundió el periódico, los manuscritos corresponden a sus últimos años, lo que revela que en verdad había dejado de publicar pero no de escribir. “Se consideraba a sí mismo un auténtico ‘vicioso de la lectura’. De aquella voracidad dan cuenta los más de 15.000 volúmenes de su biblioteca personal: historia, arquitectura, geografía, literatura, antropología. Unas lecturas que alimentaron reflexiones en cuadernos escritos a mano, muchos de los cuales sobrevivieron a su proverbial rigorismo destructivo de cualquier borrador y que hoy son parte de su archivo, resguardado por la familia”, comenta esta nota, que fue la primera en anunciar la existencia de estos dos manuscritos inéditos, cuya publicación negocian la Fundación Juan Rulfo y la agencia Carmen Balcells.

Como adelanta el medio madrileño, el hallazgo es una libreta de “pastas amarillas con cinco páginas y media”, y 38 hojas “arrancadas de otra libreta”, ambas “rellenas hasta los márgenes con la letra de trazo fino e inclinado de Rulfo”. La primera es un repaso de la literatura brasileña del siglo XX, y la segunda, sobre literatura mexicana. “Ninguno de los dos textos está fechado, pero las investigaciones de la Fundación, basándose en el impecable estado de conservación del papel y las obras que aparecen mencionadas, los sitúan en torno a 1982”, cuatro años antes su muerte.

Probablemente, “estos textos son lo último que escribió y nos ayudan a situarnos en qué andaba metido al final de su vida”, señaló el director de la Fundación, Víctor Jiménez. Según sus investigaciones, estos materiales serían una extensión de otros trabajos anteriores: un prólogo a una edición de 1982 de una novela de Joaquim Machado de Assis, y una conferencia sobre literatura mexicana que dio en Harvard en 1981. Estos textos, junto a otros cuatro ensayos que fueron publicados en revistas universitarias o editoriales pequeñas también, se sumarán a esta nueva edición. Y, como recuerda Jiménez, esta será la primera vez que se vuelva a lanzar material inédito de Rulfo después de Cartas a Clara (2000), que rescata la correspondencia amorosa que mantuvo con su esposa durante los años 40.