La Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI), la Secretaría General Iberoamericana (Segib) y el Ministerio de Relaciones Exteriores presentaron ayer los resultados de la cooperación sur-sur en Iberoamérica en los últimos diez años. Martín Rivero Illa, coordinador del Espacio Iberoamericano de Cohesión Social de la Segib, informó que Uruguay es uno de los países que brinda más cooperación. “Siempre está entre los cinco primeros países, y ocupar ese lugar en 20, para un país pequeño, es muy importante. A su vez, es el que presenta un mayor equilibrio entre los proyectos en los que brinda su conocimiento y los proyectos en los que lo recibe”, agregó.

Los datos difundidos ayer señalan que en Uruguay, en 2016, hubo 130 proyectos, de los cuales casi la mitad (47,7%) fueron bilaterales (entre dos países), 34,6% fue en un marco regional y 17,7% fueron triangulares (dos países del sur y uno del norte). Asimismo, en una de cada tres iniciativas Uruguay participó como receptor de los proyectos, en 20,8% de las ocasiones como oferente y en 16,9% esa participación tuvo un carácter bidireccional (ofreció y recibió ayuda). Las principales áreas en las que Uruguay recibió ayuda fueron: salud, abastecimiento y saneamiento de agua, fortalecimiento institucional y políticas públicas, industria y transporte. En cuanto a la colaboración brindada, el país participó en el fortalecimiento institucional de otros países, así como en el desarrollo de políticas sociales y de salud. Aunque en el intercambio son numerosos los socios, se destacan las colaboraciones con México y Paraguay.

Rivero Illa especificó que las políticas antitabaco fueron “muy demandadas” en la región, así como los temas agropecuarios, entre ellos la trazabilidad ganadera, los temas fitosanitarios y el tratamiento de ciertas plagas en pastizales.“Uruguay es el país más sur-sur en su estrategia, porque verdaderamente plantea una relación horizontal. Aprende y se beneficia del conocimiento de los demás”, dijo.

En el total de los países de Iberoamérica, entre 2008 y 2018 hubo más de 7.400 proyectos de cooperación. “No sólo se hace mucha cooperación, sino que se sistematizan los aprendizajes y los conocimientos para compartirlos con la comunidad internacional”, dijo. “En esos diez años cambió mucho la forma de cooperar. Antes la ayuda se daba más desde los países del norte, más desarrollados; ahora se trata de una cooperación que combina los saberes técnicos y los recursos del norte pero también las capacidades del sur. Ese crecimiento de la cooperación entre iguales ha sido el cambio más significativo en los últimos años”. Esto hace que las soluciones a los problemas estén más adaptadas a las necesidades específicas de los países en desarrollo.

El especialista destacó que uno de los datos que surgen de la información recabada es que población con derechos vulnerados –como las mujeres, la población afroindígena y las personas con alguna discapacidad– sólo son contempladas por 1% de los proyectos. Rivero Illa explicó que, además de hacer emprendimientos específicos, hay que adaptar las iniciativas que ya existen a la necesidad de estas poblaciones. Sobre el trabajo con relación al género dijo que en la actualidad se está trabajando en el empoderamiento económico de las mujeres, y en cuáles son los impedimentos jurídicos que limitan ese desarrollo. Aseguró que si bien estas poblaciones están presentes en lo discursivo, no es así en los números. “Uno esperaría más proyectos, estamos trabajando en visibilizar esta situación y procurando que los países tomen conciencia”, dijo Rivero Illa.

Andrea Vignolo, directora ejecutiva de AUCI, dijo que se hacen “esfuerzos importantes” para posicionar el tema de género y de población con alguna vulnerabilidad, pero “para poder presentar proyectos tiene que haber capacidades, y ese es uno de los desafíos que tenemos las agencias; no sólo alcanza con tener llamados abiertos, es importante capacitar”.