Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Hasta hace poco, jamás se le debe de haber ocurrido a Pablo Mieres, en su ya extensa trayectoria, que iba a estar en el extremo izquierdo de una alianza política. Sin embargo, luego de décadas en las que se lo identificó con posiciones moderadas e intentos de articulación “desde el centro”, la dinámica de la última campaña lo ubicó donde está. En la entrevista que publicamos hoy, su discurso tradicional marca una diferencia dentro de la “coalición muticolor” (que, como dijo anteayer el líder del Partido Popular español, Pablo Casado, en referencia a su propia fuerza política, tuvo “la misión fundacional” de “unir todo lo que estaba a la derecha de la izquierda”).

Lo que está por verse es cómo le irá al líder del Partido Independiente (PI) con esas posiciones, dentro del futuro gobierno, muy especialmente porque estará al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y muchos votantes de los partidos que apoyaron a Luis Lacalle Pou –al igual que unos cuantos dirigentes de tales partidos– esperan y desean que desde ese organismo se impulsen políticas muy distintas de las que Mieres anuncia. La votación del PI en octubre le dio sólo un diputado, que no es imprescindible para que la “coalición multicolor” apruebe proyectos; sin embargo, su presencia tiene una importancia simbólica, justamente porque tiene un perfil distinto.

Otro dirigente cuya posición actual tiene peculiaridades de contexto es Jorge Larrañaga. Si atendemos a su trayectoria política en los últimos años, muchos consideran que se fue volcando hacia la derecha, en la medida en que sus iniciativas se alejaron de las ideas que se suelen llamar “wilsonistas” y se centraron, durante la campaña del año pasado, en medidas de seguridad pública, mediante el proyecto de reforma constitucional que impulsó sin éxito (y cuyas disposiciones insiste en decir que podría replantear como proyectos de ley). Sin embargo, si consideramos el conjunto de posturas sobre seguridad en la coalición que asumirá el gobierno, y en particular las de algunos sectores con vínculos en la Policía, cabe prever que el futuro ministro del Interior afronte problemas por no estar tan a la derecha como algunos de sus aliados –y también algunos nacionalistas– querrían.

Las iniciativas que Larrañaga ha comenzado a esbozar para su gestión no plantean esa tensión, pero de ningún modo corresponde descartarla.

Por otra parte, en el Frente Amplio siguen las negociaciones con el objetivo de que, cuando haya que decidir las candidaturas a la Intendencia de Montevideo, queden tres aspirantes, el máximo que un lema puede presentar en cada departamento. Hasta ahora, los interesados son el doble: Carolina Cosse, Pablo Ferreri, Álvaro García, Gustavo Leal, Fernando Pereira y Álvaro Villar, pero en los casos de Leal y Pereira no se han producido respaldos sectoriales (y por qué sus precandidaturas son consideradas formalmente por los organismos frenteamplistas es, en realidad, algo difícil de explicar, ya que ni siquiera ellos se han autopostulado en forma explícita, y sólo hubo trascendidos de prensa al respecto).

Hasta mañana.