Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En esta época del año, pese a las perspectivas de transición, la actividad política disminuye mucho, y se centra sobre todo en preparativos para lo que vendrá. Esto no impide que haya forcejeos y conflictos, porque entre lo que hay que preparar están las campañas para las elecciones departamentales del 10 de mayo, y eso implica definir candidaturas.

Así, el Partido Socialista (PS) vivió un nuevo episodio caldeado entre sus dos grandes corrientes internas, cuando la mayoritaria hizo pesar sus votos, en la Departamental de Montevideo, para definir el apoyo a Carolina Cosse como precandidata a la intendencia capitalina. Cosse es respaldada también desde el Partido Comunista (PCU), y los socialistas llamados “renovadores” no ven con buenos ojos las afinidades con ese sector del secretario general del PS, Gonzalo Civila. Las diferencias entre ambos partidos están en las raíces históricas de la izquierda uruguaya.

También se prepara el neurocirujano Álvaro Villar, para disputar la Intendencia de Montevideo, y actualmente lo hace a un ritmo más acelerado que el resto de los precandidatos del Frente Amplio (FA). Incluso podría decirse que está apurado por asimilar datos y propuestas para su campaña, y esto tiene sus riesgos.

Y se prepara en Montevideo, por supuesto, la oposición departamental, pero los intentos de construir una alianza no despegan.

Uno de los involucrados en esas negociaciones es el secretario general montevideano del Partido Colorado (PC), Felipe Schipani, quien al mismo tiempo se apresta a ingresar en la Cámara de Representantes, al igual que su pareja, María Eugenia Roselló. Entrevistamos a ambos, sobre la nueva situación de su partido con el liderazgo de Ernesto Talvi (ambos integran Ciudadanos), y destacaron que, si bien el PC disminuyó su cantidad absoluta de votantes en las elecciones del año pasado, este electorado es distinto del que convocaba cuando Pedro Bordaberry estaba a la cabeza.

Rosselló y Schipani expresan su confianza en que el coloradismo continúe por ese camino y vuelva a ser un contendiente con chances en la disputa por el gobierno nacional. Para ello, invocan una noción de “batllismo” que, con el liderazgo de Talvi, no puede ser lo que en Uruguay se definió tradicionalmente con ese nombre, pero lo más interesante está por verse: de qué modo querrán ser batllistas los colorados jóvenes, y en qué medida podrán lograrlo.

En el otro extremo de la trayectoria política, que en su caso ha sido sin duda muy exitosa, el presidente Tabaré Vázquez desactivó las iniciativas que se habían lanzado para encomendarle la presidencia del FA, y ratificó que se propone participar en la estructura de esa fuerza política desde un comité de base.

Nadie duda de que sus opiniones tendrán más repercusión y peso que las del promedio de los militantes, pero Vázquez va a cumplir 80 años esta semana, y hay en su decisión un elemento de sensatez que corresponde reconocer. Su presencia en un lugar de dirección postergaría la dinámica de renovación, e incluso podría exponerlo a controversias y fricciones desgastantes.

Hasta mañana.