Pedro Irigoin pertenece al Movimiento de Participación Popular (MPP) y se define como carpintero, sanitario, herrero y soldador, pero los últimos cinco años ejerció como alcalde del Municipio de Parque del Plata - Las Toscas y tras las elecciones de octubre fue electo diputado del Frente Amplio por el departamento de Canelones. En entrevista con la diaria, el diputado, de 34 años, contó que empezó a militar 20 años atrás, cuando iba al liceo, y por un tiempo fue parte del MLN-Tupamaros, pero dejó de participar en la orgánica por falta de tiempo. Oriundo del barrio capitalino de Aires Puros, se mudó a Las Toscas hace diez años por problemas económicos y casi enseguida comenzó a participar en el comité de base local, Alfredo Zitarrosa. En 2015 ganó la alcaldía después de que uno de los viejos dirigentes locales promoviera su candidatura.
En Canelones existen realidades muy variadas, ¿cuáles son las dificultades más grandes del departamento?
Tenemos que meter cabeza en los balnearios que van a ser ciudad y demandan cuestiones institucionales que hoy no tienen. Eso es un desafío puntual. Después hay lugares recontra consolidados y muy poblados que tienen más o menos las mismas problemáticas que Montevideo o una ciudad del interior: seguridad, asentamientos, trabajo, etcétera. Estamos en un proceso de conformar la identidad del territorio y pensar cómo va a ser el lugar en 20 años. En Las Toscas y Parque del Plata las problemáticas van más por el desafío a futuro, por cómo recibimos el movimiento demográfico, que es impresionante, y cómo superamos el turismo de sol y playa.
En la próxima legislatura al Frente Amplio (FA) le toca ser oposición. ¿Hablaron en el MPP sobre cómo va a ser ese cambio?
Sí. Nosotros ya tuvimos las primeras reuniones de bancada. No son muchos los compañeros que tienen la experiencia de ser oposición. En su mayoría son compañeros que vienen de estos 15 años de gobierno, y nadie tiene la experiencia de ser oposición después de haber sido gobierno. Nos planteamos no ser una oposición necia, sino ser una alternativa, y no caer es en ese facilismo de pararnos en la vereda de enfrente y más nada. En la interna del FA tenemos una responsabilidad mayor, por ser un grupo tan grande, y eso puede generar un fraccionamiento con el resto si no tomamos las precauciones y no hacemos el trabajo que tenemos que hacer.
¿Qué evaluación hacés sobre el resultado de las elecciones?
Primero hay que plantearlo como es: una derrota. No caer en lo que pasó en los últimos días: que estuvo buenísimo, que fue una remontada y que se perdió por poco, sino plantear que la realidad fue que perdimos, marchamos, el maracanazo no salió. El MPP plantea una cuestión muy válida que es qué hacemos como autocrítica, a dónde va dirigida y en qué momento. Justo el Pepe [Mujica] salió a hacer algunos comentarios y nos mató un poco la conversación con el FA, pero la idea era buscar los errores que tuvimos. Estamos en medio de un proceso electoral y no da para arrancarse la cabeza ahora, sino ver las cuestiones metodológicas para no volver a errar en mayo. La autocrítica tirarla para después de mayo y ver qué rol van a ocupar el FA, los comités y los sectores que quedaron sin representación. Con respecto a la elección, la sensación es que la perdió el FA durante los cinco años y que el gobierno tuvo sus responsabilidades. Además, alguna elección se iba a perder, no era una situación que se podía mantener para siempre. Hay algunas cuestiones con respecto al candidato y la fórmula que se deberían analizar. Sí hay que revisar cómo los sectores se toman el arte de gobernar y la campaña. Ahí se pueden encontrar algunas falencias importantes. Como MPP, en algún momento, no voy a decir que nos sentimos solos, pero vimos que en la calle militando estábamos nosotros y poca cosa más; pero si eso lo planteamos muy profundamente ahora, vamos a perder fuerza para mayo.
Tampoco Uruguay es una isla, tenemos que ver el contexto latinoamericano. Había empresas encuestadoras que nos venían avisando de esto desde hace dos años y no se les dio importancia. Habrá que pensar desde dónde hacemos las campañas y qué levantamos como banderas.
¿Una de las que hay que revisar es la del feminismo?
No, para nada. No hay una cuestión para revisar ahí. Lo que tiene que revisar la fuerza política es si esa es la bandera que levanta o es el cartel que le muestra a la gente. Tenemos pila de compañeras militando en el movimiento feminista, pero en el momento de comunicar a terceros, les dimos una relevancia que la gente no le dio. Como FA nos pusimos firmes con esa bandera, y eso está bueno, pero la gente no nos entendió. Lo mismo digo de las operaciones de ojos de los cubanos y del Plan Ceibal. Están bien, son políticas y recontra válidas, pero hay que ver si en campaña es el momento para que se tomen como las únicas banderas. Me parece más loable la militancia del FA fuera de los períodos electorales con respecto al movimiento feminista, sobre todo porque no se lo llevó por delante. Esa etapa la vemos como positiva, pero en lo electoral le dimos una importancia que la gente no le daba.
¿Qué temas te interesaría tratar como legislador?
Hay dos cuestiones que me interesan bastante: una son los derechos humanos –pedí para integrar la comisión permanente– y además me gustaría integrar la Comisión Especial de Asuntos Municipales.
¿Cómo creés que va a ser el relacionamiento del FA con el resto de los partidos?
En lo personal creo que bien. Como fuerza política vamos a tener que ser muy inteligentes, porque no somos mayoría, pero somos la bancada más grande. No tenemos que tener el brazo de yeso para el no a todo. No se puede hablar con los demás parlamentarios para aprobar un proyecto de ley si no les estás llevando nada. Es una cuestión básica. Me tengo mucha fe para conversar con los representantes del interior; creo que podemos tener muchos temas en común. No va a arrancar fácil, porque tenemos la ley de urgente consideración y al toque el Presupuesto. Además, en el medio están las elecciones de mayo. Sin ser febrero, que está medio pintado, marzo, abril y mayo van a ser potentes. También hay cuestiones personales: yo no puedo tener un buen relacionamiento con un tipo que vota bajar un derecho, con ese no me interesa tener buena relación en lo más mínimo, pero como fuerza política va a haber que negociar. Hay posturas que están de menos. Hubo declaraciones de Cabildo Abierto (CA), o de la lista 9007, de [Gustavo] Zubía, que son complicadas. La verdad es que no me interesa en lo más mínimo tener un relacionamiento político con ellos; por suerte, hay otros compañeros que se van a encargar.
¿Te parece que las mayores diferencias son con CA?
Por lo menos eso es lo que se ve. En CA ellos tampoco tienen muy claro cuál es su postura. Hay una cuestión medio individualista, y seguramente con alguno tenga diferencias. Ahora, si, por ejemplo, hay cuestiones presupuestales que lleven a la gente a la calle a manifestarse y hay posturas en contra de eso, o si hay posturas de militarizar la Policía, de desobedecer el plebiscito que no salió o cuestiones muy radicales, habrá que manifestar las diferencias. Somos parte de un sistema político que lo primero que plantea es que haya una pluralidad de pensamientos, habrá que tolerarlo. No vamos a inventar amigos, eso seguro.
¿Conocés a los diputados de CA por Canelones?
No tengo ni la mínima idea de quiénes son.
¿Te parece que hay algún punto de encuentro con CA?
Por ahora no tengo ningún punto de coincidencia, ni en la génesis de la conformación de ese partido, ni en la figura de [Guido] Manini.
Yamandú Orsi dijo que se puede llegar a negociar con CA.
Sí, comparto. Seguramente encontremos espacios. Es muy amplio el trabajo parlamentario en cinco años, sería muy iluso pensar que no vamos a encontrar puntos de acuerdo. Si ellos plantean algunos proyectos de ley que estén buenos, no vamos a ser tan necios de no llevarlos, pero para acordar se necesitan dos. Nosotros podemos tener la predisposición, pero no vamos a acordar bajo cualquier costo.
Entre la primera y la segunda vuelta, la llamada “coalición multicolor” dijo que la bancada del FA había quedado radicalizada porque la mayoría de sus integrantes son del MPP y del Partido Comunista. ¿Te parece que el FA se radicalizó después de octubre?
No, para nada. Creo en la herramienta política, en la democracia, y considero que la representación es en relación al pensamiento y una puesta en común de la sociedad, que pone a sus representantes en el Parlamento. Más radical que echar leyes para atrás, que plantear que la mujer se tiene que quedar en la casa... más radical que eso nunca escuché. El FA viene de 15 años de gobierno en los que el MPP no sólo fue la bancada más grande, sino que fue gobierno, y no se radicalizó nada. Ojalá se hubiera radicalizado. Fuimos radicales en algunos sentidos, pero siempre dentro del marco institucional. Ser radical es inventar el Plan Juntos: eso fue recontra radical. El FA podría haber hecho mella con situaciones como la del 2002 y no lo hizo. Ese planteo es como decir que se van a llevar los niños a Cuba. Habría que definir qué es lo que plantean como radical. Para mí legalizar el aborto era radical, y lo hicimos. Para el FA discutir un tratado de libre comercio o la instalación de UPM era radical, y no pasó nada. Ese es un planteo vacío e ingenuo.
¿Cómo ves la relación con las Fuerzas Armadas (FFAA)?
Tenemos una relación de amor-odio. Hay mucha gente que nos vota y que está en las FFAA. La relación con las cúpulas no creo que sea la mejor, y tampoco creo que haya sido óptima nunca. Otra cosa es con la tropa. Con ella tenemos otra relación, nos encontramos mucho en los barrios. La tropa es un trabajador más; algunos nos votan, otros no. Lo que habría que analizar es el efecto Manini. La historia nos dirá qué fue lo que pasó. Incluso hay ciertas responsabilidades en promoverlo, pero socialmente habría que analizarlo, porque apareció como un superhéroe, con un montón de soluciones para muchas cosas. Si no tuviese espacio social no habría crecido, pero creció. Algo pasó. Hay que ver de dónde surge su electorado, porque no son sólo militares. Las personas encontraron ahí respuestas que no encontraban en otro lado. Hay que ver por qué esa respuesta estaba vestida de verde.