Se suele decir que los Globos de Oro al cine y la televisión permiten augurar lo que ocurrirá en los Oscar; si la premisa se mantiene, este será un año que eludirá las premiaciones obvias. La noche del domingo, cuando la mayoría pensaba que los principales premios irían para las obras de Noah Baumbach (Historia de un matrimonio) o Martin Scorsese (El irlandés), Sam Mendes, el director británico que debutó en cine con la feroz Belleza americana (1999), se quedó con el Globo de Oro a mejor película por 1917, basada en los recuerdos de su abuelo de la Primera Guerra Mundial.
En una ceremonia conducida por el siempre incorrecto comediante británico Ricky Gervais, los premios distinguieron a Había una vez... en Hollywood, de Quentin Tarantino (mejor película musical y mejor guion), Joaquin Phoenix, por su gran protagónico de Guasón, Renée Zellweger, por su interpretación en Judy, Brad Pitt (Había una vez... en Hollywood, como actor de reparto), Laura Dern (Historia de un matrimonio, como actriz de reparto) y a la surcoreana Parásitos (película extranjera), entre otras, y en televisión se impusieron Succession (serie) y Chernobyl (miniserie).
En esta edición Netflix, que había llegado con 17 nominaciones, sólo se quedó con una (mejor actriz para Olivia Colman por su papel en The Crown), y fue el gran vencido de la noche por HBO (Succession, Chernobyl) y BBC (Fleabag).