Cuando el gran maestro de la televisión David Simon (The Wire, The Deuce, Show Me a Hero) decidió adaptar la notable novela de Philip Roth, Donald Trump se convertía en el nuevo presidente de Estados Unidos. Unos años antes, el autor de una obra espectacular, que marcó la tradición literaria de su país, decidió volver a apostar a la imaginación, y en La conjura contra América (2004) arrasó con las limitaciones literarias y políticas para exponer una realidad punzante: la adhesión que generó el antisemitismo antes de la guerra. Y lo hizo desde una geografía familiar para sus lectores –Newark, donde también nació Paul Auster–, desde la que proyecta un triunfo del fascismo en el Estados Unidos de la década del 40: esta ucronía política comienza con el triunfo del aviador Charles Lindbergh –el primer piloto en cruzar el Atlántico, quien fue partidario de Adolf Hitler y su política antisemita– sobre Franklin Roosevelt en las elecciones de 1940.

En esta miniserie de seis capítulos, que se estrenará el 17 de marzo con un elenco integrado por Winona Ryder, John Turturro, Zoe Kazan y Morgan Spector, explora un Estados Unidos con Lindbergh instalado en la Casa Blanca.

Simon adelantó que su adaptación se centra en el modo en que la demagogia alcanza el poder, narrado desde la perspectiva de una familia judía de clase obrera que vive el ascenso político de este héroe de guerra fascista. El año pasado, explicó que cuando conversó con Roth (antes de su muerte, a comienzos de 2018) el autor le advirtió que Trump y Lindbergh podían compararse, pero que no eran iguales: “Son lo mismo en términos de las bases demagógicas de su poder; en sus promesas, [planteadas] en los términos más simplistas posibles. Cuán susceptibles son las personas a ese tipo de promesas... y también en la demonización del otro”, recordó Simon durante un festival de cine –y luego publicó The Hollywood Reporter–. Pero también le advirtió que nunca los confundiera, ya que Lindbergh “era un héroe asombroso y un ícono estadounidense sorprendente” después de su vuelo transatlántico. “Tenía el poder que Trump, como anfitrión de un reality show y propietario de un casino fallido, nunca tuvo. Sin embargo, Trump pudo comercializar lo que sí tenía”, reflexionaba Roth, a la vez que le sugería ser muy receloso, para evitar que la adaptación se volviera “trumpista”. “Imagínense si Trump no fuera una criatura tan imperfecta como él”, propuso Simon en el festival, y agregó: “Imagínense, además, el daño que podría hacer si este tipo tuviera el carisma y la capacidad de un Lindbergh. Da miedo”.

Volviendo sobre la historia y reescribiendo el presente, La conjura contra América planteaba que “aunque en la mañana siguiente a las elecciones predominaba la incredulidad, sobre todo entre los encuestadores [...] el día después todo el mundo pareció entenderlo todo, y los comentaristas de radio y los columnistas de la prensa presentaron la noticia como si la derrota de Roosevelt hubiera estado predeterminada”, convirtiendo al sueño americano en una conocida pesadilla.