El 31 de diciembre la diaria publicó una entrevista al señor Wilson Netto, quien desde hace más de siete años dirige y preside la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). En el transcurso de la nota, el profesor Netto desliza algunas cuestiones con respecto a mi condición profesional que involucran a mi persona y que ya no permitiré que queden sin respuesta.

Quiero dejar claro que desde el momento de mi “salida” como directora general del Consejo de Educación Secundaria, en abril de 2018, me limité a realizar un informe sintético de la gestión, como un acto de responsabilidad que diera cuenta de logros y procesos realizados. El informe fue entregado al presidente Tabaré Váquez en mayo del mismo año y se encuentra disponible para todos los uruguayos que deseen conocerlo. Siempre he sido, en todo momento, cauta y respetuosa a la hora de declarar, aun cuando los demás no lo hayan sido conmigo, en principio porque procedo de una familia en la que el respeto por lo humano es un bien indiscutible que se profesa con la palabra y la acción; en segundo lugar, porque tengo claro que no es propio de educadores salir a la palestra pública a defenestrar a aquellos con quienes mantienen diferencias. El pensamiento divergente es deseable porque nos pone en situación de encuentro con los otros, nunca para exterminarlos, siempre a favor de la riqueza que supone comprender otros puntos de vista. Sin embargo, la actual recurrencia del presidente de la ANEP a establecer consideraciones dañinas sobre mi persona y la gestión del equipo que lideré, aun cuando ya hace más de un año y medio de mi renuncia, me invita a hacer algunas precisiones que considero impostergables.

El profesor Netto se equivoca en esa entrevista por lo menos dos veces. La primera es al aducir que en la necesidad de sostener un pretexto pueril para explicar la solicitud de renuncia –la licencia que me tomé de dos semanas para salir del país a ver a mi hija en un año en el que no había gozado de licencia alguna contando en ese momento con 56 días disponibles acumulados– diga que “fue un tema vinculado a las normas que establecemos son válidas para todos, incluyendo las jerarquías”. El profesor Netto parece no conocer las normas del organismo que lidera, porque está establecido en la ANEP justamente que no se otorgarán licencias por períodos menores a diez días hábiles a ningún funcionario. Es una norma a la que di cumplimiento con mi solicitud, al igual que tengo la tranquilidad de no haber tenido nunca privilegios ni concesiones especiales en ningún momento de mi vida profesional, y llevo ya más de 35 años desempeñándome en el sistema, siempre en cargos obtenidos a través de concursos, a excepción de los cuatro años recordados en esta nota. Pero lo más grave es que, seguramente frente a la debilidad de un argumento que hasta él mismo reconoce como escasamente creíble, se ve en la necesidad de agregar algo más y dice que “hubo otros problemas más allá de la licencia puntual, que tienen que ver con centrar la atención en los jóvenes, realmente volcar toda la energía hacia encontrar instrumentos que permitan revertir la situación de los jóvenes”, y frente a la pregunta confirmatoria de la periodista acerca de mi supuesto desinterés sobre el desarrollo de los estudiantes, agrega: “Es una etapa superada. Una cosa es el discurso y otra son las acciones, nosotros acá evaluamos mucho las acciones y por eso tomamos decisiones”. Y es esto último lo que me parece que reviste un nivel de gravedad e injuria que compromete a mi persona y que no permitiré que quede sin respuesta.

Comprendo que el profesor Netto se encuentre en estado de desesperación frente a la necesidad de explicar los resultados de su gestión, pero no cargaré con sus dichos, porque si hay algo de lo que puedo jactarme con total solvencia es de que llevo adelante un trabajo constante y sin descanso para superar la debilidad humana y esforzarme para que lo que digo se parezca mucho a lo que hago. Y sé que hicimos mucho y que lo que hicimos es muy parecido a lo que expresamos con la palabra. Es probablemente proyectivo su comentario y quizás el que tiene esa debilidad sea él mismo, y elige ponerla en mí como modo de “salvarse” en una situación que se avecina y dejará al descubierto sus dificultades en la gestión de la ANEP de estos últimos siete años. Sin embargo, creo que no hay temor, por fuerte que sea, que permita justificar la injusticia y desvalorización de alguien que ha trabajado mucho, cumpliendo siempre con su tarea.

Por lo tanto, y para demostrar que lo que el profesor Netto plantea en cuanto a la distancia entre mis discursos y mis acciones no es verdadero, intentaré hacer un resumen rápido de lo más significativo de la gestión del equipo que tuve el honor de liderar en relación a la atención y el seguimiento de los estudiantes.

Durante esos cuatro años, además de abocarme a la modernización de la gestión de una institución de diseño obsoleto caracterizada por el desarrollo lento y artesanal de los procesos, el mayor desvelo estuvo puesto, sin lugar a dudas, en las y los adolescentes que se constituyen en los destinatarios de las acciones que le dan sentido a la existencia de la institución. Es así que a lo largo de este tiempo pudimos apostar por el diseño de modalidades educativas de extensión del tiempo pedagógico (liceos de tiempo extendido y liceos de tiempo completo) que adicionaran al currículum vigente ofrecimientos formativos como los talleres (arte, deporte, recreación, etcétera), así como el estímulo y apoyo a todas las actividades extracurriculares en otros liceos, con la intención de que los jóvenes exploren sus talentos y disfruten de la institución como un espacio de pertenencia en el que sean capaces de vivir experiencias humanas con sentido, para disminuir y erradicar la desvinculación. El logro es tan significativo que lo reconoce la propia oposición, que ya aclaró que piensa mantener estas modalidades educativas.

La concepción de una educación emancipadora nos permitió crear experiencias de modalidades semipresenciales rurales, la apertura de planes más flexibles que el vigente, construir respuestas para que los deportistas que deben permanecer fuera del país puedan seguir sus estudios en el exterior (“En carrera”) utilizando tutorías virtuales, la apertura de clases remotas (“Aulas alternativas en línea”) para grupos que no lograban cubrirse con docentes reales y el estímulo de la autonomía de los equipos directivos para el uso de los tiempos y los espacios institucionales, de modo de adecuar con libertad la propuesta de los liceos y dotar de sentido educativo el ofrecimiento en cada uno de ellos.1 Se promovió la innovación, estimulando, por ejemplo, el trabajo en duplas docentes, la investigación y el desarrollo de proyectos.

Creamos el Departamento Integral del Estudiante (DIE), para orientar y asesorar a los equipos docentes en la atención y la procura de aprendizajes para estudiantes con características singulares, además de seis equipos multiprofesionales regionales integrados, siempre que se pudo, por trabajadores sociales, psicopedagogos, educadores sociales y psicólogos. Y se abandonaron los viejos paradigmas que brindaban “tolerancia” para aquellos estudiantes con ritmos diferentes o dificultades específicas de orden variado para dar paso al nuevo paradigma de abordaje a la diversidad, que tiene su expresión en las “adecuaciones curriculares” y el diseño de cursadas singularizadas como herramientas para acompañar a los jóvenes en su desempeño. En el marco de ese seguimiento específico de atención a la diversidad, contamos con el trabajo de los centros de recursos, como el Cer (Centro de Recursos para Alumnos Ciegos y con Baja Visión), y formalizamos la creación de Cereso (Centro de Recursos para Alumnos Sordos), centros que, por otra parte, orientan a todos los educadores, estudiantes y familias de toda la educación media, pública y privada. Asimismo, formamos la Dirección de Planeamiento Educativo, inexistente hasta ese momento en centros de recursos, que relevó información de la realidad del subsistema, forjó el Monitor Educativo Liceal, evaluó planes, creó documentos con las grandes líneas de trabajo, puso en diálogo a cientistas sociales y a docentes. Todo esto, naturalmente, para proveer a los educadores de mejores condiciones para el estímulo del desarrollo de los estudiantes.

Se llevaron adelante actividades desde el Espacio de Participación de los centros de recursos. Se estimuló la conformación de equipos de líderes juveniles, encuentros regionales de delegados, actividades de formación para los adolescentes, y se constituyó la Mesa Permanente Estudiantil, con la que esta ex directora general tuvo vínculo constante. Quien suscribe recorrió todo el país en tres oportunidades manteniendo encuentros con equipos directivos, docentes y estudiantes, aun en los liceos más remotos, como modo de combatir la macrocefalia montevideana, que nos posiciona en una mirada sesgada del país.

Se estimularon en especial la lectura, el arte, la informática, la robótica y la ciencia, con proyectos concretos y a través de convenios con otras entidades. Se procuró la participación de los jóvenes en los productos comunicacionales: se crearon piezas para dar difusión a actividades y proyectos que se realizan en los liceos y de los que la prensa nunca da cuenta. Se abrieron nuevos canales de comunicación en diversos medios para difundir materiales de secundaria. Se llevó adelante la campaña de prevención de violencia en los noviazgos, con protagonismo pleno de los jóvenes.

Se creó una plataforma online de consulta sobre reglamentaciones vigentes y derechos de los adolescentes, que fue desestimada en su tiempo por el Consejo Directivo Central y recientemente valorada, sobre el final del período, con un relanzamiento realizado hace un par de meses, incorporando al Consejo de Educación Técnico Profesional.

Hubo cientos de logros relacionados con los estudiantes, estimulados y promovidos por los siempre anónimos y comprometidos docentes, que, aunque tan desmerecidos a nivel público, abrieron la puerta a nuevas experiencias de vida. Se destaca la participación en eventos culturales en el extranjero, como olimpíadas en diversos campos del saber, y la existencia de radios liceales, algunas con alcance notable hacia las comunidades de referencia. A fin de año se creó un evento especial de reconocimiento a alumnos destacados, que dimos en llamar “Inspira”, en relación a nuestra convicción de que los liceos inspiran.

Quedaron por el camino cuestiones importantes que llegaron a expresarse en instancias concretas con participación de las cámaras empresariales, la sociedad civil, las instituciones privadas laicas y confesionales, la Universidad de la República, como el intento de instalar un proceso hacia la reformulación curricular inédito en nuestro país, y un diseño de bachillerato genérico para ofrecer recorridos educativos posibles para todos los uruguayos.

Durante todo este tiempo hicimos un esfuerzo colosal para controlar el enojo, el disgusto y la desazón que generan expresiones públicas que siempre han buscado desmerecernos. Quiero dejar claro que considero que se puede y debe disentir, pero los desencuentros no deberían generar un daño público como el que yo viví y debió sostener mi familia. El honor no es una cualidad caduca o antigua, máxime cuando hablamos de educadores, que deberían recordar que la palabra y la acción deben darse la mano privilegiando el cuidado de lo humano por sobre todas las cosas.

Celsa Puente es profesora de Literatura y fue directora del Consejo de Educación Secundaria.