Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El distanciamiento físico es muy importante para prevenir los contagios de covid-19, que se mantienen en niveles aún manejables pero no tranquilizadores. Otros distanciamientos, menos mentados, distorsionan nuestra capacidad de compartir una visión de la realidad y construir consensos.

Hay una distancia importante entre las percepciones sobre lo que es aceptable en las comunicaciones mediante internet. Muchas personas consideran que las redes sociales abiertas o cerradas, o los comentarios en sitios de noticias, son un espacio con normas propias o sin normas en absoluto, donde es posible, conveniente o divertido difundir cualquier cosa sin afrontar responsabilidades. Algunos dirigentes políticos asumen que esto contribuye a sus intereses, e incluso lo promueven.

Sin embargo, a esas comunicaciones se les aplican las mismas leyes que a las demás, y la libertad de expresión no ampara las difamaciones: la persona que el año pasado publicó en Facebook imágenes de la hija del senador Óscar Andrade con mensajes agraviantes fue formalizada y se le impusieron cuatro meses de medidas sustitutivas a la pena. Andrade presentó ahora una nueva denuncia por una publicación que lo acusó de haber “colocado” a su pareja en un cargo de confianza, cuando en realidad ella ingresó por concurso años antes de conocerlo.

Las ideas del senador Guido Manini Ríos sobre el manejo de recursos estatales se ubican a una distancia considerable de las predominantes fuera de Cabildo Abierto. El ex comandante en jefe planteó que el Ejército puede realizar trabajos viales con menor costo que el sector privado, y que así el Estado puede ahorrar dinero para otorgar aumentos salariales a los oficiales de menor rango.

La propuesta es muy discutible. Entre otras cosas, porque las obras terminan y los salarios quedan; porque las Fuerzas Armadas tienen tareas específicas; porque se reproduce el criterio de “chacra” que se aplicaba antes para manejar fondos provenientes de la participación en misiones de paz; y porque implica una forma de competencia desleal, que no le hace nada de gracia a la Cámara de la Construcción.

También se aprecia una gran distancia entre los datos de la realidad y la forma en que la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) encara la asistencia a clases presenciales en primaria.

El Grupo Asesor Científico Honorario señaló, con mucha claridad, que los riesgos asociados con que niñas y niños no vayan a la escuela son mucho mayores que los de contagio de covid-19, y afectan en forma desproporcionada a la población más vulnerable. Sin embargo, las decisiones anunciadas ayer mantienen la asistencia voluntaria, cuando falta menos de un mes y medio para que terminen los cursos, y por lo tanto descartan la presencialidad plena, por lo menos hasta el año que viene.

La ANEP se limitó a permitir, por las semanas que quedan y en las escuelas donde se considere posible, menor distanciamiento físico entre el alumnado, con la contrapartida del uso de tapabocas; sugirió trabajar “abajo de un árbol, observando la naturaleza”, y aclaró que es válido quitarse el barbijo de vez en cuando para “respirar o tomar agua”.

Hasta mañana.