Si bien el etiquetado frontal para los alimentos con altos niveles de grasas, grasas saturadas, azúcares y/o sodio debería haber empezado a ser obligatorio a comienzos de año, una serie de decretos fue aplazando la entrada en vigor de la norma, al punto de que al día de hoy no se sabe en qué fecha ocurrirá esto ni cuáles serán los niveles permitidos. Lo que sí se confirmó ayer es que el texto de los octógonos tendrá una modificación, o, mejor dicho, un agregado. En efecto, la frase “¡pero qué rico es!” aparecerá luego del texto que advierte que el alimento es alto en algunas de las sustancias antes mencionadas.

Desde el gobierno explicaron que “siempre se dijo que no se trata de obligar a la gente a hacer o dejar de hacer algo, sino de informarla”. “Y para que los consumidores puedan tomar decisiones realmente a conciencia deben conocer los pros y los contras del alimento. ¿Ese paquete de papas fritas tiene la misma cantidad de sal que debería comer una persona en un mes? Es cierto. ¿Tiene el equivalente a la grasa de medio cordero? Es cierto. Pero también es cierto que son exquisitas. A eso nos referimos cuando decimos que tiene que estar toda la información”, sostuvieron.

Otra de las cosas que planea el gobierno es extender el etiquetado a los alimentos saludables. “La idea es que, por ejemplo, una bolsa de semillas de chía tenga un octógono con la leyenda ‘Bajo en grasas saturadas. ¡Pero no tiene gusto a nada!’”.