Fue campeón de tiro. En 1992 lo secuestraron en Camboya, donde cumplía funciones en una “misión de paz”. Es coronel retirado y el sábado asume su banca en la Cámara de Senadores por Cabildo Abierto (CA), gracias a que es suplente de Irene Moreira –que pasará a encargarse del Ministerio de Vivienda del futuro gobierno–. Se llama Raúl Lozano y es hombre de confianza del líder de su partido, Guido Manini Ríos, al que conoció de adolescente, cuando coincidieron en el Liceo Militar.
“La vida del militar en su juventud es bastante embromada, a diferencia del común de la gente: son cuatro años de Escuela Militar en un régimen interno. En aquellos tiempos éramos sólo varones, no había mujeres. A veces salíamos los sábados y domingos, pero el régimen de la Escuela Militar te llevaba a salir agotado. De todas maneras, tratábamos de ser jóvenes comunes y obviamente que salíamos a bailar y a tomar una cerveza o lo que sea”, contó Lozano en entrevista con la diaria.
Usted es uno de los fundadores de CA. ¿Cuál fue el impulso para el nacimiento del partido?
Nos juntamos con un grupo de gente, muchos conocidos, y empezamos a discutir un poco de uno de los temas que más apasiona a los uruguayos: la política, y nos dimos cuenta de que no nos sentíamos representados por los partidos existentes en ese momento. Entonces, empezamos a intercambiar ideas. Algunos decían de hacer un grupo e integrar alguno de los otros partidos, con un perfil distinto, y al final llegamos a la conclusión de que la única forma de tratar de cambiar esta realidad era formando un partido nuevo.
¿Por qué no se sentían representados por los otros partidos?
Empezamos a hablar de que los políticos soslayaban o realmente no querían ver los problemas que vivía la gente. Dentro del espectro político, para no apartarse de lo que se llama lo políticamente correcto, no le daban ninguna solución a los problemas de la gente, sobre todo de la más frágil, de los más necesitados. Se hablaba mucho y se hacía una agenda de derechos o lo que sea, distinta a lo que en realidad la gente necesitaba.
Conoce a Manini desde la adolescencia. ¿Cómo era él en aquella época?
En ese momento éramos unos jóvenes de 14 años que no hablábamos de política ni de nada por el estilo. Muchos de los que fuimos al Liceo Militar después seguimos la profesión militar pero la mayoría, no. Es así que hoy nos vemos con gente de las promociones nuestras que siguieron cualquier otra carrera profesional. Pero sí se dieron las circunstancias de que él y yo preferimos entrar a la Escuela Militar. Cursamos juntos, pero luego, en el segundo año, cuando se eligen las armas, él eligió Infantería y yo Artillería, y así fue que nos dividimos.
¿Por qué decidió ser militar?
De más joven pensaba seguir abogacía, sobre todo por el impulso que me daban mis padres y algunos compañeros de liceo. Finalmente, no sé si fue la situación especial que se vivió en 1971, año de elecciones, bastante traumático... Yo estaba en el liceo Dámaso Antonio Larrañaga en aquel momento y uno con la propia juventud que tiene no permanece indiferente a las problemáticas que hay en el país, y bueno, elegí ser militar.
"[Durante la dictadura, en el Liceo Militar], nosotros seguimos con toda la currícula académica como si nada hubiera ocurrido en el país. No se hablaba del tema de la política".
Entró al Liceo Militar en 1973, un año particular... ¿Sabían lo que pasaba?
Nosotros éramos muy jóvenes. Obviamente, no teníamos ningún poder de decisión ni nada por el estilo. Me acuerdo de que en los días del golpe de Estado nos dieron unas vacaciones o justo coincidió con que venían las vacaciones de julio, pero lo que sé es que nos dieron licencia a todos y después regresamos. Nosotros seguimos con toda la currícula académica como si nada hubiera ocurrido en el país. No se hablaba del tema de la política.
¿Y de más grande cómo vio todo lo que pasó?
De más grande uno ve distintas visiones. A veces se sacan de contexto. Hay muchas cosas con las que obviamente no estamos de acuerdo, no las aprobamos ni son plausibles y otras que fueron buenas. Hay cosas que se hicieron bien y cosas que se hicieron mal. Nosotros, por una cuestión lógica de edad, no tenemos ninguna participación, ni Manini ni yo, en cuanto a esas cosas. Hoy por hoy sabemos que paga mucho el tema de hablar de las torturas y esas cosas que ocurrieron en aquellos años, pero hace 35 años que estamos en democracia y hoy nos encontramos con gente que tiene 40 y habla de las torturas y los apaleos que vivió, y uno dice: “Pero ¿cómo?, ¿a los cinco años, entonces, lo estaban...? Eran malos realmente. ¿No? ¿Los esperaban afuera de jardinera para pegarles?”. Entonces, hay mucha cosa que no hay que sacarla de contexto ni tampoco ponerle un color.
"Hay cosas de la época que no hay que sacarlas de contexto, que hay que verlas dentro de esos años que se vivieron".
¿Pone en duda que hubo torturas?
Yo no pongo en duda nada. Digo que hay cosas de la época que no hay que sacarlas de contexto, que hay que verlas dentro de esos años que se vivieron y tampoco creo que sea justo que a veces se hable de cosas que para determinadas personas no pasaron, no las vivieron y hablan como sí las hubieran vivido, eso me parece que está mal. En definitiva, se está mintiendo.
Dijo que la dictadura hizo algunas cosas bien. ¿Cuáles?
Me refiero fundamentalmente a obras de infraestructura estratégica que en aquellos años se hicieron, que para mí son innegables. Hoy tenemos la represa de Salto Grande, la de Palmar, los puentes internacionales, los accesos a Montevideo, distintas obras. En aquellos tiempos teníamos a AFE funcionando. Esas cosas no tengo por qué reprobarlas, son obras que fueron buenas para el país.
¿Qué piensa de la búsqueda de desaparecidos?
CA está comprometido a la búsqueda de desaparecidos y vamos a dar todo lo que podamos para hacerlo. Por eso digo, hay que ver las cosas en su contexto. Hoy no hay nadie en el Ejército que haya vivido esa época. Es la verdad. Ni los más antiguos, ni los generales. Entonces, me parece que pedirle cosas al Ejército que el Ejército no puede aportar no es justo.
¿Pudo leer el capítulo de seguridad del anteproyecto de ley de urgente consideración [LUC]?
Estamos esperando que nuestros equipos técnicos hagan el análisis de cada uno de los ítems que están en la LUC y entonces después nos gustaría hablar más, pero hay cosas que creemos que se pueden aportar y que son necesarias. Por ejemplo, en el programa de CA habíamos planteado una cárcel de máxima seguridad para aquellos narcotraficantes pesados o para aquellos asesinos realmente pesados, que entendemos que hay que separarlos del que comete un delito de tránsito, por ejemplo, y que termina en la cárcel. No podemos tener a esos pesados juntos con estos otros. Hoy las cárceles uruguayas son un bochorno, es otra de las cosas en las que se mira para el costado. En las cárceles uruguayas no se respetan los derechos humanos. Hoy no se rehabilita a ningún preso; al revés, logran la maestría del delito adentro de las cárceles.
"CA va a respetar íntegramente los derechos que ya se han votado y adquirido. Pensamos que hay otros derechos por los que la gente clama y que no se han atendido debidamente".
¿Qué opina de la agenda de derechos?
CA va a respetar íntegramente los derechos que ya se han votado y adquirido. Pensamos que hay otros derechos por los que la gente clama y que no se han atendido debidamente. Hay una serie de enfermedades o discapacidades, por ejemplo, a las que creemos que hay que ponerle un poco más de énfasis.
¿Por ejemplo?
Los autistas, los diabéticos, los celíacos, los sordomudos. Son personas que están ahí y se dice una cosa, pero en realidad si necesitan una alimentación especial les sale más cara de lo que te sale a ti o a mí, entonces, no es justo.
¿Qué le parece la extensión del área de legítima defensa que establece la el borrador de la LUC?
Eso va íntimamente atado con la ley de armas [19.247], para la que vamos a proponer algunas modificaciones. Conozco bien el contenido de esa ley porque en su momento yo era director general del Servicio de Material y Armamento [del Ejército] y fui invitado por una comisión del Senado. Hice un análisis junto con un abogado que es especialista en armas. Realizamos una serie de puntualizaciones, analizamos artículo por artículo, y los que entendíamos que debían tener alguna modificación, lo manifestamos. Pasó el tiempo y la ley salió como estaba. Nosotros entendemos que a la gente hay que brindarle seguridad, esa es una obligación del Estado. Y no se le brinda seguridad a la gente poniéndole trabas al honesto para que pueda tener un arma, porque el delincuente no tiene Guía [de Posesión de Armas], roba las armas y después con esas sale a robar. Entonces, que sea delito tener un arma con la Guía vencida me parece mucho.
¿Le parece que hay que flexibilizar un poco?
Sí. Sin ir más lejos, a los propios militares después de retirados se les obliga a realizar la prueba para el THATA [Título de Habilitación para Adquisición y Tenencia de Arma]. Es un test de tiro, psicólogo y demás, cuando de repente hace 40 años que maneja armas. En algún caso cerca es campeón de tiro, y que un policía venga y le haga una prueba de tiro... Me parece que son cosas que no son necesarias y rayan un poquito lo ridículo.
¿Usted tiene armas?
Por supuesto, y fui campeón de tiro. Y ahora tengo que ir a que un agente de segunda me haga un test de tiro...
¿Se ha tenido que defender con el arma?
No, gracias a Dios. He vivido circunstancias muy peligrosas pero no en el país sino en misiones de paz.
¿En dónde estuvo por misiones de paz?
Un año en Camboya, otro en Angola y un año en Costa de Marfil. También fui a pasar inspección al Congo y a Haití. En Camboya, que fue mi primera misión, en 1992, vivíamos en una pequeña aldea en el medio de la selva, donde no había agua corriente ni electricidad y obviamente no había saneamiento. Era una aldea como las que se ven en las películas de Vietnam, con las casas que sólo eran de paja y cañas de bambú. Yo nunca fui con un contingente del país, en ese caso me tocó trabajar con un malayo, un francés, un norteamericano y un chino. Iban rotando. Y ahí vivimos circunstancias complicadas, porque el país estaba divido. Había zonas que eran de Khmer Rouge y otras del gobierno, y en una de nuestras patrullas fuimos secuestrados, estuvimos tres días secuestrados por Khmer Rouge. Hablar de Khmer Rouge en Camboya es sinónimo de tortura y de muerte.
Las misiones de paz han sido muy criticadas. ¿Cree que son necesarias?
Se da la paradoja de que acá se las critica y en cualquier lado de Naciones Unidas Uruguay es muy apreciado. Donde Uruguay ha estado ha dejado su sello, más allá del profesionalismo con que se prepara a nuestra gente. Si bien hemos tenido varias desgracias, varios camaradas que han fallecido en misiones de paz o que han tenido enfermedades muy complejas, heridas o mutilaciones por las minas, en realidad, si uno lo piensa en cuanto a datos estadísticos, que era lo que se manejaba antes de ir a Camboya, que fue la primera gran misión, nuestras bajas iban a ser muchísimas más de las que en realidad tuvimos, y eso habla de algo. El uruguayo de por sí es canchero, se da con la gente. Con otros ejércitos de otros países de repente no es así. Es común que nuestros soldados jueguen al fútbol con los locales, cosa que en otros ejércitos es impensable. En Camboya había niños que se hicieron uniformes con la banderita uruguaya y cuando uno pasaba gritaban “hola, amigo”. Cosas así realmente emocionaban.
"La guerra interna está en la Constitución y fue declarada en su momento por el Parlamento. En ese momento se veían los atentados, la muerte, los asesinatos, eran cosa diaria [...] de los derechos humanos de los que vivieron en la Cárcel del Pueblo nadie se acuerda".
¿Qué opina de los que piensan que hay que abolir el Ejército?
Pienso que tendrían que estudiar un poco la historia del mundo, la geopolítica, hacia dónde va el mundo, y después, si determinan que hay que abolirlo, serán ellos lo que lo piensen. Abolir un ejército no significa que todos vamos a vivir en paz y que todos vamos a ser buenos. Por ejemplo, en unos días que estuve en Haití pude ver que en su momento el presidente [Jean-Bertrand Aristide] abolió el Ejército y se convirtió en un país casi que fallido, en el que se juntaban 20 y daban un golpe de Estado. Todo el mundo habla de Costa Rica, pero ahí prácticamente flamea la bandera norteamericana. A mí me gusta la mía, la de cinco franjas blancas y cuatro azules con un sol, no la de las estrellas esa.
Pero acá justo el último golpe de Estado lo dieron militares.
En realidad el presidente constitucional [Juan María Bordaberry] continuó en su cargo. No fueron los militares que sacaron al presidente sino que fue el presidente que apoyado por los militares dieron el golpe de Estado, es verdad, pero eso no quiere decir que... ¿Por qué hablan de abolir el Ejército uruguayo pero nadie habla de abolir, por ejemplo, el Ejército cubano o el venezolano? ¿No habrá una cuestión ideológica? ¿Será una cuestión profesional y pensada?
Supongo que dicen de abolir el Ejército uruguayo porque vivimos en Uruguay.
Claro... ¿Dirían también que hay que abolir el Ejército de Estados Unidos o el de Brasil? Pero si estaba Lula [da Silva] decían que el Ejército estaba bien.
Bueno, el Ejército de Estados Unidos no le ha hecho muy bien al mundo que digamos.
No, obviamente que no, pero no son decisiones de los Ejércitos. Hay que medir lo que son los ejércitos profesionales y lo que son las decisiones políticas. No soy yo el que voy a descubrir que la guerra, como dijo [Carl von] Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios. Las guerras normalmente nunca las deciden los ejércitos, siempre los políticos. Los ejércitos van y cumplen para lo que están preparados, pero nadie quiere una guerra en Uruguay. Ya tuvimos una guerra interna y hasta el día de hoy estamos hablando de lo que pasó. Pero para que no pasen, justamente, tiene que haber ejército, porque si no, pasa.
¿Le parece que hubo una “guerra” interna?
Aquí hubo un Parlamento que declaró una guerra interna allá por 1972, eso es un dato de la realidad. Muchas veces se soslayan esas cosas: no fue el Ejército el que declaró la guerra interna sino el Parlamento, a pedido del presidente de la República, constitucional, en democracia. ¿Toda esa situación de guerrilla que se dio fue durante la dictadura? No, fue en democracia. Entonces, hoy, quienes en plena democracia atentaban contra ella, se llenan la boca de democracia y resulta que hablan de que menganos tendrían que dar fe democrática, cuando son otros los que tienen que dar fe democrática, no los militares. Los militares somos muy demócratas.
¿No le parece que la palabra guerra le queda grande a lo que se vivió entre los tupamaros y las Fuerzas Conjuntas?
Bueno, pero la guerra interna justamente está en la Constitución y fue declarada en su momento por el Parlamento. Mucha gente lo desconoce pero es una realidad. En ese momento se veían los atentados, la muerte, los asesinatos, eran cosa diaria: situaciones realmente difíciles, los robos a los bancos, los secuestros, la Cárcel del Pueblo. De los derechos humanos de los que vivieron en la Cárcel del Pueblo nadie se acuerda. Esos que asesinaron por la espalda no tenían derechos humanos, sus familias no tienen ningún tipo de recompensa de nada. Una serie de cosas que hay que ver en todo el contexto, mirar las situaciones realmente como son y no solamente hacia un perfil. Por algo pasaron las cosas. El mundo en aquellos años estaba polarizado, se vivía bajo la égida de los Estados Unidos o de la Unión Soviética, y así se dividía el mundo. Todas esas guerrillas obviamente eran patrocinadas por la URSS y por Cuba, son datos de la realidad. Ahora, si se quiere decir que peleaban contra la dictadura, bueno, que digan lo que quieran, pero en 1962 acá no había ninguna dictadura.
Cuando vino el golpe de Estado todos los tupamaros estaban presos.
No todos pero gran parte.
¿Para usted se justificaba el golpe de Estado?
Hay que verlo en su contexto. Como te digo, cuando el golpe de Estado yo tenía 14 años.