Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El país ingresó ayer en una nueva etapa, con la asunción de Luis Lacalle Pou como presidente de la República. Es muy pronto para saber si, como algunos han sostenido, comienza “una nueva era”: no hay duda de que la voluntad de cambio es grande, pero está por verse en qué medida dará resultados, y cuáles serán.

A diferencia de lo que ocurrió en Argentina, con el discurso del presidente Alberto Fernández en la apertura del período de sesiones parlamentarias, Lacalle Pou hizo pocos anuncios novedosos ante la Asamblea General, y no abundó el planteo de nuevas consignas, de esas que proporcionan titulares a los medios de comunicación y quedan en el recuerdo. Más bien se trató de una reafirmación del discurso reiterado por el ahora presidente durante las campañas electorales del año pasado, a menudo con las mismas fórmulas retóricas.

Lo nuevo es ni más ni menos que lo que ya era nuevo hace unos meses: el fin de 15 años de gobierno nacional del Frente Amplio (FA), y el comienzo de la primera presidencia en este siglo del Partido Nacional (PN), tres décadas después de la asunción de Luis Alberto Lacalle Herrera. Una presidencia que ahora su hijo se propone ejercer con el respaldo del PN y de otros cuatro partidos, aunque a los efectos de formar mayorías parlamentarias necesitará sólo a los nacionalistas, al Partido Colorado y a Cabildo Abierto. No se sabe aún si adoptarán un funcionamiento conjunto formal y periódico, hasta dónde llegarán los acuerdos más allá del “Compromiso con el país” firmado antes del balotaje del año pasado (y no demasiado preciso en varios terrenos), ni hasta cuándo durará la sociedad.

Todo esto, como reconoció Lacalle Pou ante el Parlamento, “genera incertidumbres”, que persistirán por tiempo indeterminado. Además, el nuevo elenco de gobierno todavía no está formado por completo.

Por supuesto, el mensaje del nuevo presidente no se centró en esas incertidumbres, sino que redobló su apuesta preelectoral, con un fuerte énfasis en la promesa de “acción” para “hacer lo que no se supo o no se quiso hacer” durante los gobiernos frenteamplistas.

Lacalle Pou parece haber considerado necesario reiterar varios juicios negativos sobre los resultados de esos gobiernos (e incluso la afirmación de que hay 190.000 personas viviendo en asentamientos, con base en una estimación un poco “a ojo” de la organización no gubernamental Techo), dando casi por sobreentendido que los principales problemas del país tienen soluciones viables y que ahora se podrán resolver.

No pareció muy prudente, habida cuenta de que en varias áreas cruciales todavía no está claro cuáles son las políticas que la “coalición multicolor” está dispuesta a respaldar, que varias de ellas enfrentarán previsibles resistencias de organizaciones sociales y de la oposición frenteamplista, y que -por supuesto- habrá que ver si las coyunturas internacionales son favorables o adversas. Por ejemplo, una cosa es expresar, como lo hizo ayer una vez más Lacalle Pou, que el Mercosur debe permitir que cada Estado miembro avance “en procesos bilaterales con otros países”, y otra cosa es que eso realmente ocurra.

Hasta mañana.