La expansión mundial y vertiginosa de la nueva cepa de coronavirus hizo que muchos gobiernos adoptaran medidas para evitar la propagación. A las poblaciones, en particular, se les pidió que evitaran las aglomeraciones de personas y que, en la medida de lo posible, permanecieran en sus casas para cortar la cadena de transmisión del virus.
En Uruguay, las personas que regresan de países considerados de riesgo son obligadas a hacer una cuarentena de 14 días, un período suficiente para determinar si presentan algún tipo de síntoma mientras se reduce el riesgo de contagiar a otros. La medida también aplica a quienes hayan estado en contacto con personas que tenían la infección.
En este escenario global donde la principal recomendación es no salir de casa, un equipo de psicólogos e investigadores de la universidad King’s College de Londres realizó un estudio para identificar cuáles son los impactos de la cuarentena en las personas. La investigación, cuyos resultados fueron publicados en la revista médica británica The Lancet, se basó en 24 estudios académicos elaborados en diez países con poblaciones afectadas por el síndrome respiratorio agudo severo (conocido como SARS, por sus siglas en inglés), el ébola, la pandemia de influenza H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente y la influenza equina. “Las decisiones sobre cómo aplicar la cuarentena deben basarse en la mejor evidencia disponible”, explican las expertas y los expertos en el artículo, titulado “El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo: revisión rápida de la evidencia”.
La mayor parte de los estudios reveló efectos psicológicos negativos, incluyendo síntomas de estrés postraumático, confusión y enojo. “La mayoría de los efectos adversos provienen de la imposición de una restricción de libertad; la cuarentena voluntaria se asocia con menos angustia y menos complicaciones a largo plazo”, señala el informe.
Los factores que provocaron más estrés, de acuerdo con el análisis, fueron una mayor duración de la cuarentena, temor de contagiarse la infección, frustración, aburrimiento, suministros inadecuados, información inadecuada, pérdidas financieras y estigma. En algunos casos, se identificaron efectos duraderos, que se prolongaron incluso cuando pasaron varios años desde la cuarentena.
Que la mayoría de las consecuencias sean negativas “no implica que la cuarentena no deba usarse”, advierten los investigadores, porque “los efectos psicológicos de no usar la cuarentena y permitir que la enfermedad se propague podrían ser peores”.
Si la cuarentena es “esencial”, entonces los gobiernos deben tomar todas las medidas para garantizar que esta experiencia sea lo más tolerable posible. Según el reporte, esto se puede lograr “diciéndoles a las personas lo que está sucediendo y por qué, explicando cuánto tiempo continuará, proporcionando actividades significativas para que realicen mientras están en cuarentena, proporcionando una comunicación clara, asegurando suministros básicos disponibles (alimentos, agua y suministros médicos) y reforzando la sensación de altruismo que las personas deberían, con razón, estar sintiendo”. También ayuda que las autoridades proporcionen una “justificación clara” para establecer la cuarentena y brinden información sobre los protocolos a seguir.
La investigación también muestra el papel clave que tienen las funcionarias y los funcionarios de salud encargados de implementar la cuarentena, e insiste en que deben ser capaces de brindar la información de forma clara, rápida y transparente. “Si la experiencia de la cuarentena es negativa, los resultados de este estudio sugieren que puede haber consecuencias a largo plazo que afecten no sólo a las personas en cuarentena”, concluye, “sino también al sistema de atención médica que administró la cuarentena y a los políticos y funcionarios de salud pública que lo ordenaron”.
El artículo “The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence” fue publicado el 14 de marzo en la revista médica británica semanal The Lancet. Los autores son Samantha K Brooks, Rebecca K Webster, Louise Woodland, Simon Wessely, Neil Greenberg y Gideon James Rubin.
Precisiones terminológicas
Cuarentena: separación y restricción del movimiento de personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa, para determinar si se sienten mal, y así reducir el riesgo de infectar a otros.
Aislamiento: separación total de las personas que ya han sido diagnosticadas con una enfermedad contagiosa.
Distanciamiento social: consiste en evitar toda interacción social y contacto físico. Es una medida que deberían tomar todas las personas, independientemente de si viajaron o estuvieron en contacto con potenciales personas infectadas.