Vecinos y referentes de distintos barrios de Montevideo se organizan para colaborar con las familias más perjudicadas por la emergencia sanitaria a raíz del coronavirus, que a pocos días de su llegada ya está evidenciando consecuencias negativas en la actividad laboral: hasta este martes había más de 50.000 solicitudes de seguro de desempleo ingresadas en el Banco de Previsión Social en menos de un mes.

Una de las expresiones de solidaridad que comenzaron a multiplicarse en los últimos días son las ollas populares, una modalidad que tradicionalmente se instaló a raíz de conflictos laborales, pero que luego se trasladó a los barrios y se multiplicó durante la crisis de 2002.

En el cruce de las calles Rafael y Teniente Galeano, en Piedras Blancas, funciona el merendero Solidarios Unidos Seis Barrios, una de las organizaciones barriales que lleva adelante las ollas para asistir a las familias golpeadas por el freno de la actividad económica. De lunes a viernes a las 17.00 ofrece merienda para los niños y a las 20.00 reparte la comida de olla. Si bien comenzó recibiendo a 48 familias, este lunes se acercaron unas 180, algunas de las cuales debieron llevarse canastas de alimentos porque la comida no alcanzó, explicó a la diaria Martín Avelino, uno de los encargados del merendero.

Avelino afirmó que el objetivo es colaborar con “aquellas familias que están más en contexto crítico, como las que viven del trabajo en los ómnibus, en las ferias o en la recolección”. Señaló que el servicio se financia mediante donaciones de vecinos y comerciantes de la zona y que se acercaron a la Intendencia de Montevideo, al Ministerio de Desarrollo Social y al Instituto Nacional de Alimentación para solicitar apoyo pero “ninguno brindó una respuesta”. “Desde el ámbito político nos dicen que cuanto menos estemos con gente, mejor, y lo sabemos, pero si esta gente está sin comer, ¿qué hacés?”, reflexionó.

En todos los barrios

“El proyecto empezó entre tres feriantes, que somos los que nos sentimos más identificados por la situación. Nos juntamos los tres, hicimos una buena donación y empezamos a laburar la olla hasta que la gente empezó a colaborar”, contó Gastón Silveira, uno de los encargados de la olla solidaria que funciona en una cancha de baby fútbol de Flor de Maroñas, en la intersección de Manuel Acuña y Del Fuerte. El objetivo, explicó Silveira, es complementar el régimen de alimentación escolar, por lo que la comida se entrega de noche entre semana y los fines de semana a las 14.00.

La principal preocupación de los organizadores son los trabajadores informales, que están desamparados por el sistema de seguridad social. “Nosotros somos conscientes de que hay mucha gente fuera del sistema, muchos de los cuales son feriantes y no están regularizados. También hay muchos changadores que cortan el pasto, electricistas u otros que venden garrapiñada en las puertas de las canchas”, explicó Silveira. Para evitar la propagación de la enfermedad, la comida se prepara en un patio grande donde los colaboradores se ubican en mesas “bien separadas” y a los vecinos se les solicita que se presenten de forma individual y que no lleven niños. Asimismo, se mantiene la higiene con guantes y tapabocas, describió.

Otro proyecto se llama Olla Oeste, y consiste en una red de centros culturales que reciben alimentos y artículos de higiene para distribuir entre los vecinos de los barrios Fortaleza, Paurú y la Vía, Juntos, Nuevo París, Santa Catalina, Casabó, Rincón del Cerro y Villa Esperanza. “Las células de la red son los centros culturales de barrio; en algunos se hacen ollas y en otros se arman cajas para llevarles a las familias o a los adultos mayores que viven solos”, explicó a la diaria la gestora territorial del Municipio A e integrante del programa Esquinas de la Cultura, Lorena Briozzo.

Briozzo señaló que esta propuesta surge a partir de la necesidad de colaborar con la comunidad, para lo cual se acudió a estructuras organizacionales que ya existían y a la experiencia de las ollas, “una matriz que ya tienen los vecinos”. Al igual que en otros casos, el público objetivo son los trabajadores informales, como vendedores ambulantes, recolectores, trabajadoras domésticas y feriantes. Si bien por el contexto de emergencia sanitaria la comida se entrega en viandas para que los vecinos lleven a sus hogares, Briozzo aseguró que espera que en el futuro “la olla sea una instancia de encuentro”. Asimismo, señaló que “la cultura tiene que ver con las formas de inventar maneras de sobrevivir”, y que “la solidaridad organizada es una forma de expresión y una forma de ser de nosotros”: “No es salir a hacer asistencialismo, es inventar con el otro y también aprender”.

Otras ollas populares

También se están organizando ollas populares en el Cerro (Gibraltar 4246 bis, esquina Japón, a partir del 28 de marzo), en Malvín Norte (se reciben donaciones al 095425068, 093301890 y 095628133) y en Colón, en Plaza Colón (a las 12.00 y 18.00).