En Uruguay se conmemora el 1° de mayo desde 1890. Ese primer acto se efectuó en la cervecería Giam-brinus, donde hoy se encuentra la Intendencia de Montevideo. En ese acto internacional, al que adhirieron 11 países, en Uruguay hizo uso de la palabra una mujer trabajadora.

Esta conmemoración va a cumplir 130 años y naturalmente que en varias oportunidades ha sufrido vaivenes muy duros. En dictadura, para poder hacerla se convocó a parroquias, a campeonatos de fútbol en los que los simpatizantes de los equipos gritaban “Viva el 1° de mayo”. Testimonios de estas vivencias hay en abundancia y dan cuenta de la importancia que tiene esta fecha para los trabajadores y trabajadoras del Uruguay.

También hay relatos de la cantidad de despidos a los que fueron sometidos los trabajadores por no ir a trabajar el 1° de mayo, cuando la macabra dictadura decidió que este feriado fuera móvil.

Enfrentamos la dictadura; nuestros compañeros sufrieron la cárcel, el exilio, muertes y desapariciones. Hasta hoy nos duele lo que les hicieron a nuestros/as compañeros/as y, consecuentes con nuestra trayectoria, seguimos luchando por verdad, justicia, memoria y nunca más.

El 1° de mayo de 1983 convocamos al primer acto con movilización masiva, en lo que ahora es la plaza Mártires de Chicago, bajo la consigna “trabajo, salario y amnistía”. La movilización fue convocada por el PIT, pero apoyada por otro conjunto de organizaciones sociales y políticas de las más diversas orientaciones ideológicas, para seguir luchando contra la dictadura. Ese día fue uno de los primeros momentos de un proceso en el que nos fuimos convenciendo de que era posible derrotar a la dictadura.

Todos asistimos a los 1° de mayo de 1984 y 1985, los actos llenaron de punta a punta Avenida del Libertador. Eran tiempos nuevos, en los que los vientos de libertad comenzaban a flamear en nuestras calles y nuestros corazones. Surgían sindicatos por todos lados, y fue el tiempo en el que el PIT y la CNT se encontraron para fundirse en el mismo crisol de la unidad.

También nos tocó atravesar la década de 1990, con la mayor caída de afiliación de nuestra historia. Momento en el que fuimos heridos, pero no derrotados. Aun en esas circunstancias fuimos capaces de anular la privatización de las empresas públicas en 1992, cuando un porcentaje enorme de los uruguayos volvió a colocar un “no” conmovedor.

Lo pudimos hacer otra vez para evitar la privatización de ANCAP en 2003. Muchos son los 1° de mayo que nunca se van a ir de nuestras memorias, muchas son las acciones que nos enorgullecen, pero tal vez uno de los principales valores que hemos sostenido desde la propia construcción de la unidad es que nunca estuvimos solos. Nos construimos con el Congreso del Pueblo, con más de 700 organizaciones de la cultura, de la educación, estudiantiles, y de los más diversos perfiles, y hoy seguimos intentando reforzar estos vínculos.

A lo largo de la historia nos hemos hecho resilientes, con la modestia para escuchar a otros y enriquecer nuestras propuestas, estableciendo vínculos con la academia, la cultura, los cooperativistas, las feministas, los jubilados, los estudiantes y las más diversas organizaciones, de las cuales nos nutrimos para poder asumir mejor nuestros desafíos.

Este 1° de mayo nos encuentra nadando en un mundo de incertidumbres, con decenas de miles de trabajadores en el seguro de paro, otros que han perdido el empleo, decenas de miles que de un día para otro se quedaron sin ingresos, como los músicos, los actores, actrices, artistas en general, cuando ya no se pueden abrir los teatros, los boliches donde se ganan el pan con su trabajo. Las/os peluqueras/os, odontólogos/as, feriantes, cuentapropistas, que se ganan el pan con el trabajo diario y que de un día para otro, producto de la pandemia del coronavirus, vieron desaparecer sus ingresos.

Fuimos testigos de una de las especulaciones más insensibles que hemos visto, se multiplican los precios de la canasta sanitaria por hasta diez veces su valor, haciendo imposible su compra para vastos sectores de la sociedad y generando ganancias inadecuadas e insensibles.

También vemos con enorme dolor el remarque permanente de los alimentos, fundamentales para la subsistencia de nuestros compatriotas.

Asimismo, vemos con emoción y con dolor la aparición de varias centenas de ollas populares que dan alimentos, y ahí el movimiento sindical ha dicho presente junto con otras organizaciones sociales para entregar más de 9.000 canastas de alimentos y más de 40.000 bandejas de alimentos, distribuidos por distintos barrios de todo el país.

Sabiendo que nos están queriendo aislar, debemos refugiarnos en nuestra gente, en el conjunto de las organizaciones del pueblo, en la cultura y la academia, y construir las suficientes fuerzas para resistir el embate.

No he visto en estos días a ningún sindicato que no esté haciendo todo lo posible para ejercer la solidaridad al máximo, y esa es parte de nuestra matriz más histórica, proveniente de aquellos primeros militantes anarcosindicalistas.

Pero también nos proponemos luchar, para intentar salir de esta pandemia, sin que el precio lo paguen los más débiles. Salir en clave de inclusión social para evitar tener guarismos de pobreza insostenibles, en un país que produce alimentos para casi 30 millones de habitantes.

Pero también para construir un discurso contrahegemónico al que está primando en estos días, y que está muy distante del proyecto de sociedad que nos hemos trazado, en la que los hombres y las mujeres estén en el centro de las políticas públicas, la redistribución de la riqueza sea justa, en la que los que tienen más riqueza y más patrimonio paguen más, para que las personas con menores recursos accedan a políticas públicas que les permitan vivir.

En esa batalla cultural a la que no podemos renunciar nos vamos a enfrentar con una derecha y ultraderecha que destilan odio, que generan todo tipo de acusaciones y agravios: un día somos nazis y otro día, cualquier otra cosa, enlodando la discusión e intentando confundir la cabeza de los trabajadores y del pueblo en general.

Esa batalla no la podemos dar con esas herramientas, porque no somos así ni queremos serlo.

El debate debe ser estratégico, que nos coloque a la ofensiva con temas que son preocupación de los/as uruguayos/as, y también actuando en el territorio para defender nuestras propuestas con la gente.

Esa discusión de estrategia no nos puede hacer perder de vista nuestra lucha por intentar que no se apruebe la ley de urgente consideración (LUC), porque al debate le falta calidad democrática. En pocas semanas hay que laudar temas referidos a la educación, la seguridad social, las empresas públicas, los funcionarios públicos, la inclusión financiera, la seguridad pública, entre otros. Estos temas hay que abordarlos en el medio de una pandemia, sin poder convocar movilizaciones masivas, sin poder contar con la participación activa de la sociedad civil.

Entonces, sabiendo que nos están queriendo aislar, debemos refugiarnos en nuestra gente, en el conjunto de las organizaciones del pueblo, en la cultura y la academia, y construir las suficientes fuerzas para resistir el embate.

Este 1º de mayo cada casa será una plaza, en cada casa habrá una bandera uruguaya o una de nuestro sindicato, o una tela celeste o azul. Nos abrazaremos a nuestra familia para conmemorar este 1° de mayo y escuchar el mensaje de los trabajadores. También haremos caravanas que saldrán a las 11.00 de las plazas Colón, Lafone y Huelga General, y llegarán a la plaza 1º de Mayo para luego dispersarse y proteger la salud de todos.

Lógicamente que todas nuestras banderas estarán desplegadas, pero hay que levantarlas bien alto para que desde lejos se puedan ver, porque a lo ancho y largo del mundo se van a levantar las mismas banderas que seguirán reclamando justicia social, desarrollo democrático y una sociedad sin explotados ni explotadores.

Venimos desde lejos y vamos muy lejos.

¡Viva el 1º de mayo!

Fernando Pereira es presidente del PIT-CNT.