Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Parece que Uruguay estuviera dividido en países distintos. En uno de ellos, la emergencia sanitaria plantea nuevos desafíos a las autoridades y a la sociedad en su conjunto, con el diagnóstico de los primeros casos en centros de larga estadía para personas mayores y en asentamientos, o entre trabajadores del sector de la construcción. En otro, el Poder Legislativo se dispone a discutir con plazos acotados el proyecto de ley de urgente consideración (LUC) que le envió el Ejecutivo la semana pasada.

Las cosas son bastante más complejas. Por ejemplo, “los asentamientos” sólo son considerados una sola realidad homogénea cuando los imaginan personas que desconocen la variedad de situaciones en ellos, y que quizá nunca estuvieron en uno. Hay en todos, sin duda, problemas y carencias que dificultan la prevención de la covid-19, pero en El Monarca, donde hay un caso confirmado, los vecinos se quejan con razón de que se piense que están en las peores condiciones posibles. Señalan que en el barrio, formado en 1995 y donde viven unas 2.500 personas, las viviendas son de material y hay agua corriente, luz eléctrica, alumbrado público y cunetas. Tampoco están inermes esperando que alguien venga a ayudarlos, ya que existe organización social y hasta el 20 de este mes funcionó una olla popular, que preparaba 200 viandas por día de lunes a viernes, y que reanudará su actividad pronto. A su vez, el muchacho que está enfermo no es un vago ni un delincuente, y tampoco un irresponsable: estudia, trabaja y ha adoptado las precauciones que correspondían desde que empezó a tener síntomas.

En otro asentamiento donde hay un caso confirmado la situación es peor, con condiciones de vida más precarias y menor organización. Ambos tienen en común que sus policlínicas estaban cerradas y reabrieron hace muy poco.

En Treinta y Tres, donde no había hasta ahora casos confirmados, se diagnosticaron cuatro: se trata de personas que ingresaron desde Brasil enfermas, contratadas para reanudar obras en una cementera que antes había enviado al seguro de desempleo a casi 600 trabajadores.

Sería una mala noticia que esos trabajadores contagiaran a alguien, pero está dentro de lo esperable, desde que se retomaron las tareas en el sector de la construcción, y aunque esto no hubiera sucedido habría, de todos modos, contagios. La idea de que hay alguna fórmula para superar este trance sin que nadie contraiga la covid-19 es, simplemente, una más de las fantasías que proliferan en estos tiempos, junto con nociones muy extrañas sobre las precauciones que es necesario adoptar, y también sobre las posibilidades de contagio por el solo hecho de no estar confinado. Lo que sí debe preocupar mucho es que, según el sindicato, no se están cumpliendo por completo los acuerdos alcanzados con las cámaras empresariales y el Poder Ejecutivo para reactivar las obras.

En otro Uruguay, integrantes del Consejo de Ministros se reunieron con los legisladores de los partidos que integran la “coalición multicolor” para dar explicaciones y responder preguntas acerca del proyecto de LUC, cuyo tratamiento en el Senado comenzará hoy.

Hasta mañana.