Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

No cabe duda de que entre las responsabilidades de los gobernantes, en este difícil período, están las de evitar la desmoralización y mantener viva la esperanza. Pero también es obvio que los mensajes en ese sentido, tan necesarios, no deben dar lugar a un abandono prematuro –y peligroso– de las precauciones para cuidar la salud propia y ajena. Es un equilibrio difícil, y en la conferencia de prensa de anoche dio la impresión de que el presidente Luis Lacalle Pou se volcaba demasiado hacia evaluaciones optimistas. Algunas personas pueden haber entendido que la situación está bajo control, y que queda un corto trecho hasta la proverbial luz al final del túnel. Ojalá que no haya pasado eso.

La conferencia se centró en el anuncio de que a partir del 22 de este mes se reanudarán (o en algún caso comenzarán) las clases en gran parte de las escuelas rurales, y el presidente también habló de que se retomen tareas en el sector de la construcción. En apoyo de esto, alegó que la disponibilidad de camas para cuidados intensivos está muy lejos de colmarse y que la exhortación de las autoridades al distanciamiento social voluntario ha tenido una respuesta “enorme”. Luego, ante preguntas de periodistas, afirmó que, a juzgar por los registros de contagios y recuperaciones hasta el momento, si la conducta de la población se mantiene “nada indica que vayamos a estar peor”.

Es complicada esta manera de encarar el tema, porque de algún modo equivale a decir que el gobierno está haciendo lo que debe, y que si la situación empeora será por culpa de la gente que no se cuide. No parece una explicación aceptable para los contagios en el hospital Vilardebó, ni para los problemas que puede causar el envío a seguro de desempleo de casi 1.000 trabajadores del sector privado de la salud, denunciada por el sindicato del sector.

Además, ante otra pregunta Lacalle Pou respondió con un enfoque distinto. Dijo que las demandas de mayor apoyo a las personas más vulnerables deben ser consideradas en forma prudente, porque no sabemos hasta cuándo se mantendrá la emergencia ni, en función de ello, cuánto tendrá que desembolsar el Estado. Por otra parte, reiteró que no tiene la intención de gravar al capital para financiar parte del Fondo Coronavirus, porque considera que eso sería “amputar las posibilidades de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis”.

Horas antes, el presidente había recibido por fin a una delegación del PIT-CNT, que le transmitió sus propuestas para enfrentar la crisis. Una de ellas fue, como ya lo había anunciado la central sindical, asignarle transitoriamente una cantidad de dinero mensual a quienes no tienen cobertura social de ningún tipo. En la conferencia, Lacalle Pou comentó que comparte “el espíritu” de la iniciativa, pero no su “formato”. Por supuesto, ambas cosas importan, y también se podría decir que “el espíritu” de repartir canastas entre las personas más desguarnecidas es siempre compartible, pero que hay significativas diferencias de “formato” (o más bien de contenido) entre las del Ministerio de Desarrollo Social y las de la Intendencia de Montevideo.

Hasta mañana.