Este texto nació del intercambio valioso que mantengo a diario con muchos colegas, pero es necesario señalar especialmente que la profesora Valeria Di Píramo ofreció con mucha generosidad varias de las ideas aquí presentadas.

El 13 de marzo Uruguay ingresó a los países que debieron tomar medidas con respecto a la pandemia mundial del coronavirus. Hasta esa fecha, todos los uruguayos vivimos como si estuviéramos mágicamente exonerados de la cuestión mundial. Es una actitud que tenemos con más frecuencia de lo que podemos asumir conscientemente. Habitualmente nos sentimos diferentes del resto del mundo, incluso de quienes son muy parecidos a nosotros, como ocurre con los ciudadanos del otro margen del Río de La Plata. Tenemos cierta jactancia de nuestra condición. Es cierto que somos pocos, que tenemos un país pequeño y hay algo de la dimensión de lo humano que, a pesar de los pesares, siempre nos hace sentir que podremos sobrellevar con dignidad las desgracias más definitivas.

Hasta el 13 de marzo –ese viernes inolvidable– todos creíamos que estábamos salvados en una suerte de inmunidad “a la uruguaya”, pero la realidad se encargó de mostrarnos que no somos tan especiales como creíamos, ni permaneceremos al borde de la ruta que el coronavirus inició a fines de diciembre, con intenciones claras de atravesar el mundo.

Ese fin de semana sirvió para tramitar el estado de estupefacción en el que algunos quedamos y comprender que aunque el epicentro de la enfermedad estuviera durante los meses de diciembre y enero en China –espacio exótico a nuestros ojos, en el punto geográfico opuesto al nuestro–, el virus se venía trasladando. A fines de febrero, el epicentro geográfico pasó a ser Italia y luego España. Esa cercanía debió alertarnos, pero no reaccionamos, y el lunes siguiente a la aparición de los primeros casos en Uruguay, las preguntas empezaron a surgir en forma desbordada. ¿Qué haremos los educadores sin poder asistir a los centros educativos a menos de 15 días de iniciados los cursos? ¿Cómo sostendremos una práctica pedagógica a distancia para cuidar la salud de todos, pero aprovechando el tiempo de estar en casa en condiciones de confinamiento?

Las señales no se hicieron esperar y la reacción de un conjunto de docentes fue inmediata. Se pusieron en marcha en forma espontánea mecanismos variados, echando mano de la amplia variedad de herramientas que están disponibles, con la intención inicial de cuidar el vínculo con los estudiantes.

La suspensión de la posibilidad de concurrir a los centros educativos abrió el desafío de sumergirnos en el vínculo educativo virtual. Sin lugar a dudas pesaron en esta reacción inmediata del profesorado los antecedentes memorables del trayecto realizado por Plan Ceibal, no sólo porque desde 2007 en Uruguay se realiza el reparto de dispositivos de uso personal a escolares, liceales y docentes, sino porque –incluso– algunos liceos cuentan con dispositivos de uso institucional (notebooks y tablets) que ofician como instrumentos fundamentales. Plan Ceibal también incursionó en la formación de los docentes y propuso desde siempre que la tecnología debía estar al servicio de la pedagogía, y aunque muchos docentes venían postergando la incursión al mundo de la virtualidad como complemento del trabajo en clase, la idea ya estaba sembrada en nuestras cabezas y nuestros corazones. Esta aseveración no pretende negar que existen quienes resisten con fortaleza y desmerecen el trabajo en línea por múltiples causas, que pasan por su propia resistencia a actualizarse, a pensar en lo nuevo, a repensar su rol en un “espacio” diferente al del aula material, y también, en una lectura desde el campo profesional de quien escribe, por el temor siempre vigente y más propio de un libro de ciencia ficción que de la realidad: ser sustituidos por las máquinas. Hoy estamos frente a una situación límite, Plan Ceibal hizo su tarea formidable y esa labor muestra sus efectos en una circunstancia como esta.

Uruguay tiene una condición adicionalmente buena para los vínculos virtuales: es un país con fuerte conectividad a internet. Tenemos internet disponible en forma gratuita en los espacios públicos, en plazas y centros educativos. El problema que se suscita ahora es fundamentalmente la restricción de circulación y la imposibilidad de trasladarse a esos espacios. Sin embargo, inmediatamente se abrió la posibilidad de contar con cinco gigas gratuitos en los celulares que dependen de la empresa estatal Antel como forma de dar una respuesta rápida que facilitara el uso de los dispositivos móviles.

Es necesario puntualizar que, aun con las buenas condiciones enunciadas, con el excelente trabajo previo llevado adelante por Plan Ceibal y con conectividad disponible, la presencialidad es un rasgo indiscutible a la hora de pensar en las relaciones pedagógicas, sobre todo con niñas, niños y adolescentes, y si bien es cierto que hay algunas experiencias muy valiosas de ofrecimientos educativos sostenidos en la virtualidad –o al menos en la semipresencialidad–, en su gran mayoría están dirigidos a la población adulta.

El escenario de la llegada de la covid-19 a nuestro país pone en jaque esa tradición presencial en las aulas y propone un aislamiento físico que pretendemos que no se traduzca en aislamiento social y mucho menos pedagógico, pero que debe resolver el aprendizaje de los y las adolescentes sin que medien, al menos por un tiempo, las instancias presenciales.

La Semana de Turismo ha oficiado como bisagra entre las primeras semanas del año lectivo en que se suscitó el surgimiento de propuestas virtuales a la manera de un volcán, en el que cada docente hizo uso de los soportes y mecanismos que conocía y que le parecieron más adecuados para mantener las actividades de clase, y una situación que parece extenderse inexorablemente por lo menos durante este primer semestre del año. Deberán, por tanto, existir coordenadas claras y una buena planificación pensando escenarios familiares variados, así como una comunicación eficaz que oriente a las familias y que permita prevenir el peor efecto que toda esta situación seguramente generará si no se trabaja con mucha planificación y mensajes definidos: la desvinculación estudiantil.

Algunas consideraciones imprescindibles

El primer aspecto es el que refiere a la comunicación: comunicar claramente a través de los medios masivos toda la información relacionada al funcionamiento y organización que tendrá el desarrollo de los cursos durante este primer semestre del año. Para ello consideramos necesario usar todos los medios masivos, como los canales de televisión abierta, las radios y la prensa en general, a los efectos de asegurar la llegada a todas las familias. Si no se trabaja con eficacia es inevitable que la desvinculación de los estudiantes sea la característica de este año educativo. Uruguay ha hecho un recorrido muy importante en la última década en relación al desarrollo conceptual de la educación media como derecho humano fundamental; es imprescindible rescatar y reforzar el trabajo que se viene haciendo y recordar el compromiso de Estado de que todas las personas de hasta 17 años deben estar incluidas en algún centro educativo. El primer paso es, entonces, informar para erradicar la confusión inicial y brindar información de calidad que oriente tanto a las familias como a niños, niñas y adolescentes. Muchos adolescentes aún no han incursionado en las plataformas educativas ni han tenido vínculos de ningún tenor con sus centros educativos y sus profesores. Es imprescindible salir a recuperarlos, y el camino del regreso se realiza con comunicación clara que no admita dobles interpretaciones.

Para complementar los mensajes a través de los medios masivos, es necesario armar “mesas de ayuda” destinadas a aclarar dudas de las familias. Pensamos en equipos receptores de consultas por medio de correo electrónico y de líneas telefónicas en días y horarios definidos. Estas deberán ser atendidas por el personal liceal: funcionarios administrativos, secretarios y todo el personal de docencia indirecta (adscriptos, preparadores de laboratorio, profesores orientadores bibliográficos, etcétera). Para que funcionen correctamente es necesario instruir a la población a través de campañas en los medios. Cada persona que realice su consulta debe contar con los datos precisos que resultan imprescindibles: nombre completo del alumno, cédula de identidad y grupo. También es necesario que exprese con claridad y brevedad su problema, por ejemplo: “No tengo conexión a internet”, “Mi hija tiene la ceibalita rota”, “No sabemos cómo acceder a las plataformas”, “No ha podido conectarse con sus profes”.

Surgirán seguramente los problemas relacionados con el hardware, por lo que será necesario disponer del préstamo de todas las ceibalitas que están asignadas a los centros educativos y que, en este momento, están inutilizadas, y ofrecer temporariamente otras de las que el propio Plan Ceibal pueda disponer. También es imprescindible generar una alianza entre la Facultad de Ingeniería y Plan Ceibal y la propia Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información para reparar con rapidez todos los equipos que no funcionan o que puedan tener fallas.

Dar respuestas claras, generar un marco de acción común, cuidar la desvinculación y salvaguardar a nuestros estudiantes de la soledad y la endogamia familiar parecen ser hoy imperativos que no admiten demora.

Pero es claro que, si bien los aspectos materiales son significativamente importantes, es necesario organizar la gestión y la práctica pedagógica. Hemos perdido por ahora la contextura edilicia, pero la educación es mucho más que lo edilicio. En el caso de los liceos, hay que retornar a las coordinaciones –que ya muchos centros realizan– en días y horarios que ya estaban establecidos por medio de alguna de las plataformas que habilitan a muchos participantes (como el caso de Zoom), por una parte porque restablecer el contacto con colegas es siempre necesario, pero además hay que generar espacios para evacuar dudas y planificar actividades en equipo. La virtualidad suele dejarnos cierta sensación de soledad que hay que erradicar provocando el encuentro con colegas. En el caso del trabajo por asignatura, consideramos que realizar salas virtuales por zonas y/o centros educativos, con el liderazgo de la inspección de cada uno de los campos del saber, permitirá sistematizar experiencias valiosas y recoger los modos de trabajo que cada profesional va descubriendo. Dejar en cualquier caso los canales de comunicación abiertos siempre: correo electrónico, líneas telefónicas específicas, Whatsapp, etcétera.

Es necesario señalar que nada podrá prosperar si no existe una redefinición clara de objetivos en relación al curso y cada una de las asignaturas, sin desconocer que el gran objetivo transversal en esta situación es sostener el vínculo con los estudiantes.

Por otra parte, cada centro debe contar con figuras responsables por liceo de todo lo referido a la tecnología y sus usos, para que canalicen dudas y vehiculicen la comunicación entre estudiantes y docentes a los efectos de organizar el trabajo. En el caso de los liceos dependientes del Consejo de Educación Secundaria (CES), contamos con el Profesor Orientador en Informática y Tecnología Educativa (POITE). En su perfil, aprobado por el CES el 13 de noviembre de 2014, se establece que una de sus funciones esenciales es constituirse en un “facilitador” para acercar la tecnología al resto de la comunidad educativa, para promover su uso y colaborar en los desafíos pedagógicos que implican su incorporación al aula. Investigará y asesorará al resto de los actores institucionales sobre el uso de los distintos recursos digitales existentes, las potencialidades que tienen y las habilidades que requiere su uso (CES, Resolución del Expediente 3/15662, 13/11/2014). Hoy su lugar ha tomado un valor especial, pues muchos colegas educadores necesitan de la presencia de estas figuras para recibir orientación en relación al uso de plataformas y otras herramientas posibilitadoras del encuentro con el grupo.

De la experiencia espontánea nacida de la buena disposición de los docentes en estas primeras semanas se confirmó que, si no se organizan los encuentros, pueden acumularse múltiples demandas para los estudiantes, y se corre el riesgo de provocar el efecto contrario al deseado, pero también de sobrecargar de tareas a los educadores. Creemos que es imprescindible posibilitar el contacto virtual con frecuencia semanal para generar hábitos, completar explicaciones o aclarar pautas y consignas de los trabajos propuestos en un horario bien planificado. Pensamos en un espacio en el que hacer devoluciones, socializar dudas, inquietudes y avanzar en algún contenido que sea esencial para continuar proponiendo actividades para la semana siguiente. Por eso aconsejamos respetar el horario de clase. En caso de lograr el encuentro sincrónico con los estudiantes, por medio de alguna plataforma que habilite el encuentro a la manera de una “presencia virtual”, sería deseable que la grabación quedara habilitada al menos 48 horas después de la clase para posibilitar que aquellos estudiantes que por problemas técnicos o imposibilidad de contar con un dispositivo para acceder al contacto cuenten con el tiempo adecuado para acceder a la clase. Es necesario pensar en todos y dejar de tener discursos que sólo vayan orientados a niños, niñas y jóvenes de clase media. Se hace imprescindible incorporar en los diseños con sensibilidad la situación de muchos estudiantes de clases bajas que están acuciados por infinidad de problemas; la conectividad, la disponibilidad de un espacio en el hogar y la propia pobreza formativa de los adultos que los rodean son apenas una aproximación a las grandes problemáticas que deben asumir cotidianamente. “La piola se corta siempre por el lado más débil”, expresa un famoso dicho popular, y todos sabemos que el lado débil de la piola siempre es el de la educación, máxime en estas condiciones. Por lo tanto, si nos proponemos abordar todo el abanico de situaciones diversas de nuestros jóvenes y tener claro que nada debe impedir que todos los estudiantes uruguayos estudien, debemos tener en cuenta que si se agotaron los caminos por medio de la tecnología, ya sea porque no se pudo resolver la conectividad en el hogar; la conectividad es limitada y son muchos miembros en la familia; no hay suficientes dispositivos, o cualquier otro impedimento, es necesario recurrir a métodos más tradicionales. Quizás pueda implementarse una modalidad en papel, armando “paquetes” con actividades fotocopiadas que puedan ser entregados quincenalmente. Cada paquete debe tener las mismas actividades o equivalentes a las que los otros integrantes del grupo hacen en línea.

Entre el 16 de marzo y el 5 de abril hemos visto muchos videos motivadores realizados desde los centros educativos. Algunas de estas producciones fueron hechas por los profesores y equipos de directivos y adscriptos para convocar a los estudiantes y mitigar la soledad. “Estamos contigo”, repiten los protagonistas de una de estas producciones, como frase que se reitera para dar lugar a la presencia adulta aunque parezca invisible. Otros fueron un poco más explícitos, de discursos más largos y forjados desde la aclaración de la situación, dando indicaciones para adherirse a los nuevos formatos y soportes educativos. Asumir “lo que toca”, dice un video argentino que se viralizó, “ya sabemos que no es justo”, “nunca es un momento propicio para lo que toca […] por eso decimos que “toca” porque te embate, te embiste, te trastoca [...].

La situación parece más compleja aún con un Codicen que no termina de conformarse y unos consejos desconcentrados aún sin nueva integración, en los que las autoridades salientes parecen “congeladas” y las entrantes, aún no nombradas, no tienen investidura para actuar. Esto se constituye en un obstáculo importante. La rapidez a la hora de dar directivas puede ser determinante para aprovechar el caudal que los docentes ya demostraron tener, para así organizar un semestre de trabajo que sea fértil y permita sostener el sistema educativo a pesar de la pandemia. Aun cuando se maneje en el discurso el regreso a clases presenciales en las localidades rurales –que tampoco se constituyen en un universo uniforme, pues hay centros con pocos alumnos y otros con muchísimos–, la realidad es que esta pandemia aún no da tregua y pasará mucho tiempo antes de que podamos habitar el aula como solíamos hacerlo. Dar respuestas claras, generar un marco de acción común, cuidar la desvinculación y salvaguardar a nuestros estudiantes de la soledad y la endogamia familiar parecen ser hoy imperativos que no admiten demora. La gestión, los mensajes claros y el aprovechamiento de la capacidad tecnológica del país, junto con el compromiso de los educadores, parecen constituir un escenario excelente si se actúa con la rapidez y la precisión que las circunstancias reclaman.

Celsa Puente es profesora de Literatura y fue directora del Consejo de Educación Secundaria.