Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Muchas personas se preguntan si hay que seguir preocupándose por los riesgos asociados a la covid-19 o si es tiempo de prestar atención a otras cuestiones. La respuesta más razonable parece ser que sí, en ambos casos.

En lo relacionado con la emergencia sanitaria, la situación en Rivera nos recuerda que, más allá de lo que se haga en nuestro país, estamos en una región y en un mundo donde el contagio del nuevo coronavirus dista de estar controlado (y que gobiernos como el de Brasil no se destacan por su seriedad para encarar el tema). Actualmente afrontamos los problemas relacionados con fronteras terrestres donde el tránsito es muy fluido, y todo indica que, más adelante, la reanudación gradual de los viajes internacionales comenzará antes de que dispongamos de una vacuna, así que durante un buen tiempo no será sensato bajar la guardia por completo. La cuestión es que no por eso debemos –y además no podemos– quedarnos recluidos y temblando por tiempo indeterminado.

La reapertura de las escuelas les plantea muchas dudas a quienes deben decidir si las niñas y niños asistirán a clase, y también en este caso es imposible descartar por completo la incertidumbre. Rafael Radi, responsable del Grupo Asesor Científico Honorario que trabaja con el Poder Ejecutivo para orientar las respuestas a la crisis, explicó a la diaria cómo se evaluaron los riesgos posibles, que son escasos, y qué medidas se aplicarán para ir monitoreando el proceso, a fin de que sea posible ajustar los criterios con rapidez.

El científico también aportó lineamientos para manejar otras decisiones delicadas, como las referidas al contacto entre la infancia y las personas mayores, y señaló algunos temas clave para la prevención de los contagios que dependen, ante todo, de decisiones políticas para la asignación de recursos. Uno de ellos es, claramente, el del transporte colectivo.

Por último, Radi destacó cómo esta emergencia muestra la necesidad de que las estructuras estatales, en gran medida orientadas a gestionar lo inmediato, cuenten con más asesoramiento científico para evaluar las perspectivas de mediano y largo plazo. Esto tiene mucho que ver, por ejemplo, con las disposiciones del proyecto de ley de urgente consideración acerca del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que fueron modificadas debido a discrepancias en la “coalición multicolor”, pero que aún son muy discutibles.

En el terreno de lo ambiental, es frecuente que a los gobernantes nacionales y departamentales les importe mucho el interés económico inmediato. Si no hay un contrapeso adecuado de la perspectiva científica y la consideración de los efectos mediatos, los resultados pueden ser graves.

En cierto sentido, pasa lo mismo con la cuestión de las penas para menores de 18 años y con otras decisiones relacionadas con la seguridad pública. En las decisiones políticas pesa mucho la necesidad de responder a las presiones inmediatas de la opinión pública y no tanto los criterios de quienes estudian estos problemas en forma científica. De esto, entre otras cosas, habla el ex ministro del Interior Eduardo Bonomi.

Hasta mañana.