El ex ministro del Interior y actual senador del Frente Amplio (FA) Eduardo Bonomi sólo rompe la cuarentena voluntaria para ir al Parlamento. Eso no impidió que concediera una entrevista telefónica a la diaria, en la que dejó en claro que, a su entender, no es momento de comparar su gestión con la del actual ministro del Interior, Jorge Larrañaga, porque, si bien tiene diferencias con la actual conducción, “comparar con dos meses y medio de gestión no es serio”. Además, consideró que la pandemia puede tener efectos en los resultados de las elecciones departamentales, criticó el proceso de transición y aseguró que detrás de la separación del ex presidente de Antel hubo una diferente concepción de las empresas públicas. Por último, dijo que es fundamental que el FA haga una autocrítica fría para saber por qué perdió las elecciones de 2019 y adelantó su opinión: el “modelo nacional de desarrollo” de la izquierda se debilitó.

Habiendo ocupado el cargo de ministro del Interior por tanto tiempo, ¿qué evaluación hace de la gestión de Larrañaga?

Yo ya lo dije: no quiero evaluarlo, porque el debate sobre las estrategias de seguridad lo dimos en la campaña electoral. Defendí lo que estábamos haciendo y critiqué lo que proponían hacer, y perdimos. Ganó la coalición multicolor y está llevando adelante una estrategia nueva. Comparar con dos meses y medio de gestión no es serio. No comparto la estrategia que están llevando adelante, pero para evaluarla tenemos que esperar. Yo lo que tengo es una opinión.

¿Cuál es su opinión?

Esa opinión la quiero fundamentar con una evaluación y, como no la puedo hacer [ahora], no lo voy a decir.

¿Le parece que fue por la seguridad que menos gente votó al FA y terminó perdiendo la elección?

No, la gente votó lo que votó porque tenía un sentimiento de disconformidad en general. La seguridad es uno de los aspectos, pero, para mí, no fue el determinante. Había un peso muy fuerte de medir la seguridad en base a la cantidad de delitos. Y yo creo que lo que está pasando no puede ser medido sólo con eso, sino que hay que medirlo con otras cosas que inciden. Los partidos de la coalición multicolor plantearon que los delitos estaban aumentando por una inacción del Ministerio del Interior [MI] y la Policía. Creo que en eso estaban tan equivocados que ahora están embretados para poder medir lo que están haciendo. Hay otras razones, como el contexto de la región, con aspectos subculturales, y eso pesa mucho, porque hay quienes entienden que ser delincuente y hacer determinadas cosas es el camino y muchas veces no delinquen para comer, sino para tener un estatus que con un trabajo formal no alcanzan. Hay un prestigio para determinadas figuras. Cuando en la televisión pasaban [la serie sobre] Pablo Escobar, se transformó en un estereotipo para alguna gente, que hasta imita cómo se viste y se corta el pelo.

Durante su gestión dijo que el tipo de modalidad delictiva había cambiado...

No me haga seguir con la seguridad. Ya hablé bastante. Estoy esperando que pase un tiempo para hacer una evaluación y entonces hablar.

¿Cómo evalúa las medidas que tomó el gobierno para prevenir el contagio del nuevo coronavirus?

Un aspecto son las medidas sanitarias que están en el sentido correcto, pero yo no sé si estamos saliendo. No es para echar campana al vuelo, pero me parece que hay que seguir esperando. El otro aspecto son las medidas económicas y sociales que se toman para compensar a los que no pueden trabajar. Creo que esa compensación fue absolutamente insuficiente. Es gente que necesita un ingreso que le permita afrontar el pago del alquiler, la compra de supergás, el pago de las facturas, la compra de alimentos y medicamentos. Para mí, era imprescindible un ingreso mínimo de emergencia mientras durara la pandemia, equivalente a un salario mínimo nacional, unos 16.500 pesos. Pasado poco más de dos meses, la cosa se puede empezar a complicar. Ahí va a quedar claro que las medidas compensatorias han sido insuficientes.

¿Comparte la idea de que la LUC [ley de urgente consideración] debería haber contemplado medidas para contener los efectos negativos de la pandemia?

No sé si comparto eso. Creo que no tendrían que haber presentado la LUC para poder atender de forma urgente la pandemia: a veces atender de forma urgente no es meter algo en una ley de urgencia, sino llegar a acuerdos políticos multipartidarios para resolver rápidamente problemas urgentes. Los tiempos de la LUC son más de 90 días y la pandemia hay que resolverla antes. Era imprescindible un diálogo nacional, un gran acuerdo que incluyera al gobierno y a las organizaciones sociales, empresariales y sindicales, y que esos acuerdos se transformaran en acciones prácticas.

¿Cómo cree que influyó la pandemia en la violencia de género?

Hubo una afirmación de que habían bajado las denuncias. Para que los delitos se midan tienen que ser denunciados, pero han aparecido fotos de comisarías que decían que no recibían denuncias si no eran urgentes. Puede ser que haya disminuido la denuncia, pero no creo que haya disminuido el delito. Hoy las personas que no salen de la casa si hay algún tipo de agresión y están juntas, ¿cómo hacen para denunciar? Opino que una baja no hubo, pero es una opinión: no tiene validez.

Todavía hay cargos en la administración que no fueron designados por el gobierno. ¿Esto quiere decir que la transición se hizo mal?

En algunas cosas no se hizo en forma suficiente y en otras se hizo mal. Hay organismos que no se suelen llenar rápidamente –los que necesitan venia del Senado–, y cuando pasa eso, quienes vienen de antes en las direcciones actúan normalmente. Pero acá hubo como un freno para quienes estaban y tampoco fueron rápidamente relevados. El problema de Antel aparece ahora como detonante. El presidente presupuestó unos 800 funcionarios y esa es la excusa. Lo que guía la cosa es que este gobierno no les reserva a las empresas públicas el mismo papel que se les reservaba anteriormente. Ya ha pasado en otros gobiernos que no creían en las empresas públicas y deterioraron su conducción para sentar las bases para una privatización. Acá se plantea un cambio en sus funciones. No sé si quieren llegar a la privatización. El [ex] presidente de Antel [Guillermo Iglesias], que es del Partido Colorado, tenía una concepción diferente a la del gobierno, entonces aprovecharon esa situación [para destituirlo], lo que no significa una baja de gastos, porque las personas van a seguir trabajando con el mismo ingreso. [La presupuestación] era sólo una racionalización de la plantilla, que muchas veces hay que hacer cuando hay situaciones irregulares.

¿Cómo se está reincorporando a la función parlamentaria? Durante mucho tiempo fue parte del Poder Ejecutivo.

Estar en el MI te acotaba. Mi participación pública estaba limitada a lo que tenía que ver con mi función. El 20 de mayo, día de los desaparecidos, todos los senadores que estamos en la comisión de la LUC fuimos a la sesión con balconeras, pañuelos o elementos que nos identificaban. No habría dicho “presente” en el MI, porque estaba en una función que tenía que ver con el conjunto del país. En algunas cosas me siento mucho más cómodo cuando puedo hablar de todo lo que hace a la realidad nacional que cuando tengo que hablar sólo de seguridad.

¿Cómo evalúa este 20 de mayo en medio de la pandemia?

La pandemia que no permite organizar movilizaciones grandes. Cuando el gobierno les negó la cadena de radio y televisión a las organizaciones, creo que les mojó la oreja y la participación terminó siendo masiva. Al negar la cadena, obligó a buscar otras formas, y se buscó una con bastante creatividad, en la que participó gente de otros lados. El 20 de mayo llegó para quedarse. Y cuantas más piedras en el camino le ponen, más se fortalece.

¿Cómo ve el futuro del FA de cara a las departamentales y las elecciones de 2025?

En la próximas nacionales no lo puedo decir; es como sacar la bola de cristal y decir que va a pasar tal cosa. Imposible. El FA tiene un proceso autocrítico que completar. Es bueno que lo haya postergado: las autocríticas no hay que hacerlas en caliente. Las elecciones departamentales son muy particulares, porque nos agarran en tiempos de pandemia, en los que no se puede hacer campaña, y la visión de la pandemia puede influir en lo que la gente piensa. Yo creo que el FA va a mantener las intendencias fundamentales: Montevideo y Canelones. Y pelea bien en Rocha y Paysandú. Río Negro puede tener mayor dificultad, pero también pelea bien. Veremos. Ni siquiera en esta [campaña], que es más cortita, me animo a predecir nada, salvo lo que dije, porque estamos en una situación cambiante que puede llevar a cosas no previstas.

Con respeto a la autocrítica sí quiero decir algo: nosotros ya pasamos por una situación así cuando ganamos en octubre de 1999 y perdimos en noviembre. Hubo una cantidad de gente que inmediatamente ubicó los problemas de forma diferente: había quienes decían que el material de propaganda que nos dieron era satinado y no lo podíamos pegar en la pared porque se caía; otros decían que era porque, en lugar de salir al otro día de que ganamos, salimos diez días después; otros decían que perdimos porque anunciamos el IRPF [Impuesto a la Renta de las Personas Físicas] y la gente se asustó. Afortunadamente, Tabaré Vázquez, que era presidente del FA en ese momento, postergó el tiempo de la autocrítica. Cuando esta se hizo, meses después, se realizó un informe que decía que una elección no se pierde en cuatro meses de campaña electoral, sino según la acumulación de cinco años. Creo que ahora lo que nos pasó fue que nos debilitamos en cuanto a un modelo nacional de desarrollo, que tenemos que reconstruir, y también tenemos que fortalecer el relacionamiento con las fuerzas sociales. Esto lo dije varias veces: de 2005 a 2010 en la articulación de las fuerzas sociales fue importante el gobierno, de 2010 a 2015 fue importante el PIT-CNT y de 2015 a 2020 no articuló nadie.

Entre la primera vuelta y el balotaje surgió con mucha fuerza la figura de Yamandú Orsi. ¿Cree que tiene proyección nacional?

Lo veo muy fuerte. Lo de la proyección nacional se lo digo después. Lo veo como uno de los más fuertes. Pero no es así que se evoluciona, diciendo que lo veo para 2025. Una de las cosas que para mí corresponden a la autocrítica es que hasta 2015 quienes aparecían como candidatos del FA eran figuras indiscutidas, pero en 2019 me parece que aparecieron figuras que no fueron impulsadas por el FA, sino bastante autoproclamadas, confundiendo ser candidato con ser líder. Lo que hay que fortalecer son los liderazgos.