“No puedo evitar / que vengan hacia mí / los sándwiches de miga”, cantaba Norberto Aníbal Napolitano, al que la mayoría no conocía por el nombre de su cédula sino por su apodo, Pappo, en una vieja canción de Pappo’s Blues. Esos coloquiales versos llegaron a los oídos del adolescente Jorge Nasser y lo atraparon, porque sintió que la música era barrial, como él, y la podía entender. Las vueltas de la vida y del rock lograron que, varias décadas después, Nasser y su banda, Níquel, compartieran escenario en más de una oportunidad con el músico argentino. Una de esas veces fue el domingo 20 de julio de 1997 en La Factoría.

El resultado de aquella noche acaba de ver la luz en el disco Blues al sur, editado por Montevideo Music Group, que ya está disponible en Spotify y en breve se podrá palpar en formato físico (en CD, y también hay tratativas para parir el vinilo). ¿Por qué esta grabación aparece recién 23 años después? Porque en el contexto de la vuelta de Níquel, Nasser anduvo buceando en el archivo de su banda y se topó con el material, que no recordaba dónde estaba.

“Cuando me cruzaba con fanáticos del blues me acordaba de esas grabaciones y pensaba que si las escucharan se darían cuenta de hasta dónde llegamos: hasta cocinar un poco de blues cósmico, que es cuando te vas de la escala y empezás a tocar las otras, la que no están”, dice Nasser, y agrega que grabaron aquel show pero no estrictamente pensando en editarlo, ya que en 1997 no sabía en qué pensaba. “Pensar no era parte de lo más importante que hacía, porque el estilo de vida era más en otro plano, más de hacer, rock & roll music y rock & roll lifestyle”, acota.

Los caminos de Níquel y Pappo se cruzaron por primera vez en el verano de 1996, cuando la banda de Nasser se mojaba en la cresta de la ola expandiendo los límites masivos del rock nacional y participaba en un toque especial en Punta del Este. Cuando terminó, los miembros de la banda barajaron las opciones para seguir de largo en la noche, como marcaba aquel estilo de vida, y se enteraron de que ahí, en el balneario top, estaba Fabiana Cantilo, mientras que en la ciudad de Maldonado iba a tocar Pappo. No dudaron. Cayeron al toque del Carpo, que tenía como base una banda local de músicos jóvenes que no era muy buena, algo que se comprobó enseguida por la actitud del guitarrista argentino, que trataba de remarla.

“En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos arriba del escenario. Los flacos de la banda, sin mediar palabra, nos cedieron los instrumentos. Pappo estaba mirando hacia el piso, me le acerqué y le dije: ‘«Stormy Monday», en Do’. Arrancamos a tocar, se levantó y agarró viaje; hicimos unos cuantos standards de blues y después terminamos en Punta del Este. Al final, ya de mañana, comimos unos chivitos y nos hicimos amigos para siempre”, recuerda Nasser.

“Como Juan Ramón Carrasco”

Gracias a esa amistad Pappo tocó como invitado en el siguiente disco de Níquel, Pueblo chico, infierno grande (1996), en el que se lo puede escuchar haciendo de las suyas en el blues denso “Mal presentimiento”. Luego, en abril de 1997, tocaron juntos en el espectáculo Rock de acá, en el Teatro de Verano, y la cosa fluyó como si se conocieran de mucho antes. Si bien Pappo cultivaba una imagen de tipo duro que no se comía ninguna, Nasser comenta que en el trato personal “era un tierno, como un chiquilín”, y que tenía alguna cosa de Eduardo Mateo, por lo “impredecible”. “Tenía un costado muy humano, era como Juan Ramón Carrasco, alguien de barrio”, agrega.

Nasser recuerda que con Pappo nunca ensayaban, iban derecho a tocar, con la única indicación previa del tono en el que estaban las canciones. También rememora que al argentino le gustaba tocar el slide de “Candombe de la Aduana”, el máximo hit de Níquel, pero Nasser confiesa que le “daba vergüenza” tocarla con él, porque en Uruguay lo tenían “traumado” con esa canción. “Fue muy loco eso. Y le tocaba unas cosas arriba que no se podían creer, bastante similares a las que hay en el disco pero mejor, más voladas”, recuerda.

Blues al sur dura más de 50 minutos y tiene siete canciones (seis del show en La Factoría y un bonus grabado en el estudio Sondor): cuatro de Pappo (“Tren azul”, “Tren de las 16”, “Blues local” y “Whisky malo”), una de Níquel (la ya mencionada “Mal presentimiento”) y dos versiones de standards de rhythm and blues y blues a secas: “Ruta 66” (Bobby Troup), en español, similar a la que supo grabar Pappo en 1995, que tuvo bastante éxito, y “Put the Shoe on the Other Foot”, de Albert Collins, cantada por Nasser.

La matemática de la música es simple: el disco tiene pocas canciones y dura casi una hora porque hay un par de más de diez minutos, por las vueltas y vueltas de solos. Nasser recuerda que con Pablo Faragó –guitarrista y cofundador de Níquel– trataban de mantener una cierta democracia a la hora de turnarse para disparar los solos, por eso mientras tocaban era “una asamblea permanente”. “Eso está buenísimo y es algo que se perdió: estaba sonando la música, pero a la vez podíamos sostener una conversación”, dice, y destaca que al tocar con Pappo aprendió que cada intervención para tocar un solo tiene que llegar a pasar cierto límite, como escalar, escalar y escalar hasta pisar la cima.

Si bien en La Factoría entraban cerca de 1.000 personas, Nasser comenta que aquella noche en la que tocaron con Pappo no había más de 300, porque venían de presentarse en varios lados, por eso sólo fueron los fanáticos bluseros y también muchos músicos. Cuando escucha el material hoy, Nasser siente lo mismo de siempre: alegría y también “un poquito de orgullo”, por lo “bien que estaba tocando la viola” en esa época. “Ahora no toco así ni en pedo, pero es el entrenamiento que teníamos todos, y tocar con alguien que toca muy bien te eleva”, acota.

Este lanzamiento sirve como aperitivo de la vuelta de Níquel, que estaba planeada para el 8 de junio en el Auditorio del SODRE, pero, por el coronavirus y la mar de la emergencia sanitaria, la fecha se reprogramará, aunque todavía no se sabe para cuándo, dice Nasser, y agrega: “Cuando tengamos la fecha la vamos a hacer pública. Nuestro deseo es que sea este año, porque la idea es que sea Níquel 2020. Esperemos que las autoridades del auditorio sean sensibles a este proyecto de música uruguaya de veteranos”.