Hoy, el gobierno nacional está determinando las condiciones que pautarán nuestra vida en este quinquenio, más allá de lo que pueda hacer la oposición política y las resistencias sociales tan necesarias. Sus primeros decretos presidenciales, y sobre todo los 500 artículos incluidos en la ley de urgente consideración, muestran con contundencia la apuesta por la desregulación, por el camino de las políticas neoliberales, por el desmantelamiento de las políticas sociales y, en definitiva, por el empobrecimiento democrático. A este modelo capitalista y patriarcal que profundizará las desigualdades se le suman nuevas desigualdades que la pandemia trae consigo, pérdida de puestos de trabajo, menores niveles de ingreso y más carga para las mujeres en los cuidados. Es en este contexto de precariedad que me pregunto: ¿existe un lugar desde los municipios para poder revertir esas vulnerabilidades? Si existe una dimensión territorial de los efectos de la crisis por pandemia y cuyos impactos profundizarán las desigualdades de siempre, ¿cuáles podrían ser las respuestas locales?

Participación

Más allá de lo que implica la democracia representativa, creo que si existe una posibilidad para la autogestión es en el nivel municipal, donde la participación real en la “cuestión pública” no solamente es sustantiva, sino que es posible. La democracia no es únicamente entregar el voto una vez cada cinco años, sino que la esencia democrática supone la posibilidad de participar en tres niveles: la deliberación, la toma de decisiones y el control ciudadano. La autogestión y la capacidad de deliberar forman parte de la profundización democrática. Entiendo que aquí está el desafío más grande para el municipalismo, que se evidencia en esta coyuntura de emergencia sanitaria, ya que el confinamiento impone la distancia física y no se puede sustituir la presencia en la deliberación. Deliberar tiene que ver con el encuentro con el/la otro/a, con el diálogo, con la construcción colectiva de las definiciones que hacen posible la toma de decisiones con fundamento por el bien colectivo por sobre lo individual. Deliberar es encontrarse y conversar incluso con las resistencias que la otredad con su presencia nos provoca. Sin participación directa, real y colectiva donde surjan nuevas articulaciones que potencien los reclamos comunes, no hay posibilidad de hacer frente al extractivismo, a las políticas de austeridad, a los impactos del desempleo, a la exclusión (todo lo que las políticas nacionales nos tienen deparado). Para esto no solamente hay que poner el cuerpo, hoy recluido al #QuedateEnCasa, sino habilitar espacios de participación ciudadana, que si bien son inherentes a la escala municipal, no los podemos separar de la intencionalidad política, que no es de derecha, por cierto, sino de izquierda. Una gestión municipal de izquierda profundiza en los temas que los colectivos colocan en la agenda política a partir del diálogo, acompañando nuevas formas de participación que ensanchen los espacios de poder como parte de la profundización democrática.

Es importante redefinir la presencia de los gobiernos locales como parte de la gestión política de la pandemia.

Proximidad

No podemos “retirarnos” de la gente. Si la cercanía física está cuestionada por la emergencia sanitaria, tenemos que poder informar, comunicarnos, estar y apoyar a las familias desde una cercanía que es intrínseca a la política municipal. Como parte del fortalecimiento de esa “cercanía” con la comunidad, tenemos que prestar atención a los más vulnerables y poder ser parte de los mecanismos de salida, creando nuevos puestos de trabajo, apoyando las iniciativas solidarias de cooperación entre vecinas y vecinos. La economía social y solidaria son formas alternativas que las comunidades tienen y que repercuten directamente en la mejora de las condiciones de vida de los sectores más excluidos de la sociedad y en especial de las mujeres, de los más pequeños y de las personas mayores. Es importante redefinir la presencia de los gobiernos locales como parte de la gestión política de la pandemia, que no significa disputarle la autoridad sanitaria al gobierno nacional, sino que se trata de priorizar el diálogo con la gente, como espacio de resistencia y de luchas por los derechos. La distancia física que impone el confinamiento supone un riesgo muy grande de aislamiento social, y este es el desafío municipal por excelencia. La presencia no se sustituye con una tecnología que ha estado siempre vinculada con ciertos sectores de la sociedad, ciertas elites que pueden vivir “desterritorializadamente” en un mundo globalizado, independientemente del lugar donde se reside. Las personas más humildes resuelven la cotidianidad de la vida de manera territorial, en el barrio, a partir de los vínculos creados entre vecinos/as. Las mujeres sabemos de eso porque hemos sido responsables histórica y culturalmente de los cuidados que hacen posible la vida, construyendo lazos de solidaridad en nuestros entornos, con los/as otros/as pero también con los territorios, defendiendo los recursos como bienes comunes, como bien lo expresan los postulados del ecofeminismo: la ecodependencia y la interdependencia social como parte de los pilares que sustentan la vida.

Los municipios tienen la llave de la participación y de la cercanía, de la escala barrial, del encuentro, del reconocimiento de la diversidad y de lo comunitario, de la escucha y del diálogo impulsando nuevos espacios para la participación, para la deliberación, para el cuidado y la sustentabilidad con compromiso de todas/os, para decidir y proponer políticas que abran más posibilidades por la igualdad y la justicia social. Desde los municipios se podrán revertir, o por lo menos atacar, las vulnerabilidades ante la crisis por la pandemia y por la coyuntura política. Desde los municipios es posible dar respuestas en el campo cultural, social, en los cuidados del ambiente, a nivel de la economía urbana, de la salud; múltiples respuestas. Eso sí, ninguna sin la participación de las personas.

Silvana Pissano es arquitecta, política y feminista, es directora del Departamento de Desarrollo Urbano de la Intendencia de Montevideo y representante del Ejecutivo Nacional del sector Casa Grande, del Frente Amplio.