El presidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep), Ricardo Gil Iribarne, presentó su carta de renuncia el 30 de marzo, pero se comprometió a quedarse un mes más hasta que se nombrara a su sustituto.
Transcurrido ese plazo, Gil Iribarne renunció y la Jutep quedó acéfala, ya que los dos directores habían renunciado previamente y la ley establece que, para funcionar, se necesitan por lo menos dos directores, contó Gil Iribarne en entrevista con Búsqueda. “Hacer coincidir los cambios en la Jutep con el cambio en el gobierno nacional y en el marco de una distribución de cargos cuotificada entre los partidos me parecía y me parece que es una marcha atrás brutal en esa línea de mostrar y fortalecer la independencia de la junta”, dijo el ex presidente de la Jutep. También dijo que “no es correcto ni es una buena solución cambiar a sus integrantes junto con el cambio de gobierno, nunca se había hecho antes. Me parece un profundo error. Obviamente, el que decide es el gobierno. Y por eso yo, en ese contexto, me voy”.
“Una de las principales debilidades es la falta de voluntad política de hacer estas cosas en serio. El sistema político no quiere, no está dispuesto a establecer y a hacer efectivos sistemas de control que realmente condicionen la acción de la corrupción”, aseguró.
También planteó que existe un “miedo a que el combate a la corrupción dentro de sus filas partidarias le produzca costos políticos electorales” y entiende que los políticos “se juegan a desgastar la memoria de la gente”. A modo de ejemplo mencionó que la Jutep hizo informes de Armando Castaingdebat, actual subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social, y Remo Monzeglio, subsecretario de Turismo. “Lo de Castaingdebat es brutal. Nuestro informe es brutal. Leé el informe de la fiscal, que no lo procesó, en el que dice que el ‘completo informe’ de la Jutep muestra ‘múltiples y graves irregularidades, y ahora es subsecretario”.