Quedarse en casa es una medida útil para evitar la propagación del coronavirus pero insegura para las mujeres, ya que aumenta el riesgo de que se reproduzcan situaciones de violencia de género por parte de parejas o familiares convivientes. Varios países han planteado la preocupación desde que se declaró la pandemia, a sabiendas de que la violencia intrafamiliar tiende a incrementarse en situaciones de crisis, y han anunciado medidas para proteger a las mujeres. En Uruguay, por ejemplo, se reforzó el sistema de atención telefónica del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) que brinda apoyo y asesoramiento a mujeres en situaciones de violencia, entre otras acciones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el jueves que, en Europa, las denuncias por violencia de género aumentaron durante el confinamiento. “A pesar de que los datos escasean, los países están reportando un aumento en abril de hasta 60% en las llamadas pidiendo auxilio por parte de mujeres que son víctimas de sus parejas”, afirmó en una conferencia de prensa el director de la OMS para Europa, Henri Klunge, quien aclaró que comparó los datos con los de abril del año pasado. El funcionario insistió en que la información, además de “escasear”, no refleja la realidad, debido a que muchas mujeres no realizan la denuncia, ya sea porque no tienen las herramientas o por temor a represalias.

Lo que pasa en Europa también sucede en Uruguay, donde el número de llamadas a la línea de atención del Inmujeres aumentó 80% durante los dos primeros meses de aislamiento voluntario, según aseguró la directora del instituto, Mónica Bottero, al diario El Observador. La jerarca explicó que antes de la declaración de la emergencia sanitaria el servicio recibía cerca de 36 llamadas diarias, mientras que ahora las consultas oscilan entre las 60 y las 130.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas calcula que si el confinamiento continúa, en los próximos seis meses habrá otros 31 millones de casos de violencia doméstica en el mundo. Para Klunge, evitar que esto suceda depende de cómo actúen los gobiernos y la ciudadanía. Los primeros, dijo, “tienen la obligación moral” de garantizar que los servicios sociales que atienden las situaciones de violencia intrafamiliar sigan funcionando y con los recursos necesarios. Las poblaciones, en tanto, tienen que tender redes. Por eso, Klunge exhortó a no caer en el error de pensar que “la violencia es un asunto privado” e instó a mantener el contacto con familiares, amigas o vecinas y denunciar los casos de violencia de género. “Si usted ve algo, debe decirlo”, pidió el responsable de la OMS para Europa, antes de enviar un mensaje directamente para quienes atraviesan estas situaciones: “Quiero decirles que la violencia nunca es culpa de ustedes. Su hogar debe ser un lugar seguro”.