El vínculo entre crecimiento económico, demanda agregada y distribución del ingreso ha estado presente desde el siglo XIX en la teoría económica (pensemos, por ejemplo, en los planteos de David Ricardo y Karl Marx); desde esa época existió una preocupación por los efectos que los bajos salarios podrían tener sobre los niveles de consumo y demanda agregada. A pesar de esto, a la hora de pensar los efectos macroeconómicos de los salarios, el mainstream (la corriente mayoritaria) en economía centró la atención en el efecto de los salarios sobre la inversión, sin prestar atención a la conexión entre la distribución del ingreso y el consumo.

En otras palabras, la economía centró su mirada en una sola cara de la moneda: los salarios como un costo, que como tal tiene consecuencias negativas en el desempeño económico del país. Ante esa visión clásica (o, mejor dicho, neoclásica) la idea en este artículo es mostrar la otra cara de la moneda: las dinámicas macroeconómicas positivas generadas por los salarios sobre la demanda agregada y, en última instancia, sobre el crecimiento.

Primero que nada, una aclaración: cuando en adelante se hable de distribución del ingreso, se hablará siempre de esta en términos funcionales; a diferencia de la distribución “personal” del ingreso (que mira cómo se distribuye el ingreso de la economía entre las personas u hogares), la distribución “funcional” del ingreso mira cómo el ingreso generado se distribuye entre los grandes grupos de perceptores de ingreso: asalariados, rentistas de la tierra y perceptores de beneficios (capitalistas).

Si se mira la evolución que ha tenido la distribución funcional del ingreso a lo largo del último siglo, pueden observarse tres grandes períodos:

1908-1967: crecimiento sostenido de la participación de los salarios en el ingreso (cuota de salarios), estancamiento de la participación de los beneficios (cuota de beneficios) y caída significativa de la participación de la renta (cuota de rentas).

1968-2003: fuertes ajustes distributivos. Más allá de grandes oscilaciones, se acaba registrando una caída en la cuota de salarios que es apropiada por la cuota de beneficios y, en menor medida, por la cuota de rentas.

2004-2017: lentamente, la cuota de salarios comienza a recuperarse, y disminuye tanto la cuota de beneficios como la cuota de rentas.

Respecto de estos puntos, cabe destacar que las caídas o aumentos en las cuotas de ingreso no implican, necesariamente, movimientos en el mismo sentido de la variable que representan. A modo de ejemplo, basta con señalar que a pesar de haberse registrado una caída de la cuota de beneficios en el periodo 2004-2017, la “masa” de beneficios creció significativamente; que haya caído su participación en el total lo único que quiere decir es que el ingreso total creció más que la masa de beneficios.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de la distribución del ingreso en Uruguay en el último siglo. Pero, más allá de su reparto, ¿cómo creció la torta en cada período? El siguiente gráfico es bastante ilustrativo al respecto.

Foto del artículo 'La torta y su reparto: cuidar la distribución para cuidar el crecimiento económico'

Lo que nos muestra el gráfico es la tasa de crecimiento (acumulada anual) del producto (PIB) y de sus distintos componentes (consumo, inversión, exportaciones e importaciones) en los tres grandes períodos mencionados. Las últimas tres columnas de cada período muestran la evolución de los tres grandes componentes del ingreso. Al respecto, cabe aclarar que algunos componentes del producto (como el consumo y las importaciones) dependen positivamente del ingreso de los asalariados, en tanto otros (como la inversión y las exportaciones) deberían depender negativamente de la cuota de salarios.

Sintetizando mucho el análisis de cada uno de estos tres períodos, puede comentarse lo siguiente:

1908-1967: la cuota de salarios creció a una tasa acumulada anual de 0,77%, en tanto que la cuota de beneficios prácticamente no experimentó cambios; la cuota de rentas registró una fuerte caída de 4,31% acumulado anual. La participación de los rentistas en el ingreso, muy importante en un país que desde 1870 había sostenido su economía en base a un modelo agroexportador, comenzó en 1916 un largo declive; esta caída en la cuota de rentas es tan grande que esta acaba siendo prácticamente marginal al cabo de tres décadas. Las variaciones mencionadas sugieren que entre 1908 y 1967 el crecimiento de la cuota de salarios se dio en detrimento de la cuota de rentas, que hacia finales de ese período representaba menos del 3% del producto uruguayo; esta cifra, con fluctuaciones mínimas, se mantiene hasta la actualidad.

En este contexto de crecimiento de la cuota de salarios sin pérdida de la cuota de beneficios la economía uruguaya experimentó una tasa de crecimiento acumulada anual de 2,63%, sostenida tanto por el consumo (que creció 2,58% anual) como por la inversión (que creció anualmente 1,76%). El agotamiento del modelo agroexportador, el cierre progresivo de los mercados de exportación de los productos uruguayos y el “cierre” de la economía durante el modelo industrializador generaron tasas de crecimiento de importaciones y exportaciones menores al 1% anual (0,69% y 0,65%, respectivamente).

1968-2003: entre estos años existen dos claros períodos de ajuste contra la cuota de salarios, entre los cuales puede identificarse un período (1982-1994) en que parte de dicho ajuste es revertido. Cuando se mira el período completo, sin embargo, el ajuste distributivo en favor de los ingresos no salariales es claro: la cuota de salarios cayó anualmente 0,92%, en tanto la participación de beneficios y rentas en el ingreso creció 0,68% y 1,73% en el acumulado anual, respectivamente. En concordancia con esto, el consumo creció tan solo 1,99%, en tanto la inversión lo hizo 3,62%. Exportaciones e importaciones crecieron anualmente 5,11% y 4,71%, respectivamente. A pesar de los incentivos dados a los inversores, y el objetivo de crecer en base a una mayor inserción externa, el producto en 1968-2003 registró un crecimiento anual de 2,22%, menor al crecimiento de 1908-1967 (2,63%).

2004-2017: la recuperación de la economía uruguaya luego de una de las peores crisis de su historia, sumado a un contexto internacional sumamente favorable para un país exportador de commodities como Uruguay, generaron uno de los períodos de mayor crecimiento económico de la historia del país. Este crecimiento, junto a una serie de importantes cambios institucionales implementados por el primer gobierno del Frente Amplio, favoreció la recuperación de la participación de los salarios en el ingreso: anualmente la cuota de salarios creció 2,02%.

Como resultado de las políticas implementadas, en 2017 la cuota de salarios alcanzó 48%, una proporción del ingreso mucho mayor que la registrada en 2004 (37%), aunque sensiblemente menor a la de comienzos de la década de los 90 (52%). Las cuotas de rentas y de beneficios registraron en 2004-2017 caídas anuales de 1,28% y 1,48%, respectivamente. Es importante mencionar que el aumento de la cuota de salarios fue muy acelerado durante los primeros cinco años de este período; prácticamente fueron nulos posteriormente: en 2010 la cuota de salarios alcanzó 46%, y se mantuvo oscilando en torno a ese valor hasta 2017.

Cuidar el ingreso de los asalariados es crucial para la reactivación de la economía una vez terminada la pandemia; la forma en que se reparte la torta acaba incidiendo en su tamaño.

El contexto internacional favoreció el crecimiento de las exportaciones, que aumentaron significativamente en el período (5,01% anual). El crecimiento del ingreso de los asalariados impactó favorablemente en el consumo, que creció anualmente 4,94%, por encima del crecimiento del producto (4,49%). Este auge del consumo de los hogares repercutió también en las importaciones, que crecieron 5,44%, más que las exportaciones. Por otro lado, a pesar de la caída en la cuota de beneficios, la inversión creció de forma sostenida en el período (4,01%); este crecimiento se basó en el fuerte aumento de la inversión extranjera, además de que hubo un importante efecto de la propia aceleración de la economía que estimuló mayor inversión.

Resumiendo, el análisis anterior parece mostrar que hay una relación entre los cambios en la distribución del ingreso y cómo se crece, o, en otras palabras, qué componente del producto es el que contribuye más al crecimiento de la economía. Pero ¿puede establecerse una relación directa entre la evolución de la distribución y el crecimiento económico? Sí.

Uruguay: una economía con régimen de crecimiento basado en salarios

Para entender de qué forma los cambios distributivos pueden afectar el nivel de actividad económica debe mirarse “el lado de la demanda” de la economía. Al poner el foco en la demanda, puede medirse cómo la cuota de salarios, la cuota de beneficios y la cuota de rentas impactaron en el crecimiento de consumo, inversión, exportaciones e importaciones. Esto permite, por transitiva, medir el impacto sobre el producto y su crecimiento, identificando el “régimen de crecimiento” de la economía.

El régimen de crecimiento depende de la influencia que haya tenido la distribución del ingreso en el crecimiento económico en un período determinado. En este sentido, aumentos en la cuota de ingresos no salariales (participación de los beneficios y rentas en el ingreso total) pueden impactar negativamente en el producto de un país, en cuyo caso el régimen de crecimiento se considera basado en los salarios; mientras que, si los aumentos en la cuota de ingresos no salariales impactan positivamente en el producto, el régimen se considera basado en los beneficios. La identificación del régimen de crecimiento de una economía puede ser de gran utilidad para definir cuál debió haber sido el énfasis distributivo de las políticas públicas para contribuir al crecimiento económico.

Para identificar el régimen de crecimiento de la economía uruguaya en el largo plazo, se estimó el impacto de los cambios distributivos sobre el consumo de los hogares, la inversión, las exportaciones y las importaciones; dichos impactos fueron ponderados luego según el peso de cada uno de estos componentes en el producto total. Las estimaciones realizadas muestran que entre 1908 y 2017, en promedio, un aumento de 1% en la cuota de salarios generó un crecimiento de 0,20% en el producto, en tanto un aumento de 1% en la cuota de beneficios generó una caída del nivel de actividad de 0,12%; el impacto de las rentas, por su parte, habría sido muy reducido (0,06%).

Pero, como se mencionó anteriormente, las políticas implementadas en la segunda mitad del siglo XX y los fuertes ajustes salariales causados por estas generaron grandes cambios sobre la distribución del ingreso; para chequear si habían logrado modificar el régimen de crecimiento del país, se descompuso el período en dos partes: 1908-1967 y 1968-2017. Las estimaciones indican que en el período 1908-1967, en promedio, aumentos del 1% en la cuota de beneficios generaron una caída de 0,05% en el producto, en tanto que aumentos del 1% en la cuota de rentas generaron un crecimiento de 0,03% en el nivel de actividad económica; respaldando estos resultados, las especificaciones del modelo que incluyen a la cuota de salarios muestran que aumentos del 1% en este cuota generaron un crecimiento de 0,05% del PIB. En 1968-2017 las estimaciones indicarían que ante aumentos del 1% en la cuota de beneficios el producto se contrajo 0,19%, en tanto que aumentos del 1% en la cuota de renta generaron un crecimiento de 0,03% en el PIB; la elasticidad de la cuota de salarios frente al nivel de actividad habría sido positiva (0,20%), al igual que en 1908-1967.

Los resultados obtenidos permiten concluir que el régimen de crecimiento de Uruguay ha sido basado en salarios, por lo que los aumentos en la participación de los salarios en el ingreso han sido positivos para la economía. Más allá de los cambios en las magnitudes del impacto de los cambios distributivos en el crecimiento, en los subperíodos 1908–1967 y 1968–2017 el crecimiento también fue basado en salarios, lo que indicaría que la política económica de las últimas décadas del siglo XX no logró modificar el régimen de crecimiento de la economía uruguaya. En concordancia con esto, se constató que no ha habido en el periodo objeto de estudio (1908-2017) un régimen basado en beneficios.

En síntesis

Desde comienzos del siglo pasado, los aumentos en la participación de los beneficios en el ingreso han impactado negativamente en el crecimiento económico de Uruguay, impacto negativo que se habría acentuado desde comienzos de la década de los 70; la cuota de rentas, por su parte, ha incidido positivamente en el crecimiento del país, aunque su incidencia ha sido bastante reducida; la participación de los salarios en el ingreso incidió positivamente en el crecimiento económico en todo el período.

Estos resultados sugieren que las políticas públicas debieron favorecer una mayor participación de los salarios en el ingreso para promover un mayor crecimiento económico. En este sentido, es importante señalar que estos mismos resultados se constatan también para países desarrollados; sin embargo, mientras en Uruguay la participación de los salarios en el ingreso ha promediado 43% en 1908-2017 y ha tenido fuertes oscilaciones, en los países centrales esta ha sido considerablemente mayor (65%). La baja participación de los salarios en el ingreso, con sus fuertes ajustes, parecería ser una de las posibles explicaciones de la divergencia de nuestro país en el largo plazo frente a las economías europeas.

En el contexto actual, de fuerte aumento de precios de productos de la canasta básica y pérdida generalizada de puestos de trabajo, es dable esperar una caída en la participación de los salarios en el ingreso total. A la hora de pensar en el “período puente” para retomar los Consejos de Salarios y en la extensión de los acuerdos actuales hasta el final de dicho período, es sumamente importante tener en cuenta el efecto positivo de los salarios sobre el consumo, que supera (con creces) el efecto negativo que tiene sobre la inversión. Cuidar el ingreso de los asalariados es crucial para la reactivación de la economía una vez terminada la pandemia; la forma en que se reparte la torta acaba incidiendo en su tamaño.

Pablo Marmissolle es magíster en Economía. Artículo basado en mi tesis de maestría en economía, defendida en febrero de 2020, en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República.